Entrevista

David Smilde, el sociólogo gringo que explica bien cómo está la vaina en Venezuela

Nicolás Maduro y el resto de la cúpula del chavismo se sientan a conversar para buscar legitimidad, no para negociar su renuncia, al contrario de lo que piensan algunos radicales. Pero eso sí, deja una oportunidad de avanzar. Mientras, el venezolano común dejó de protestar masivamente por miedo a la represión, pero esa fuerza latente sigue ahí. Lo explica con su mirada extranjera David Smilde, sociólogo, profesor universitario y miembro de WOLA.

Publicidad
David Smilde by Paula Burch-Celenteno Tulane

Tiene desde hace tres décadas un ojo en Venezuela. Por estas tierras del trópico a las que lo unen estrechos lazos personales, David Smilde ha sido profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), investigador, testigo de una época y simple ciudadano común.

Este profesor de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, EEUU, es también asesor principal de WOLA (Oficina en Washington de América Latina), una influyente ONG y centro de debates e ideas, centrada en temas de derechos humanos y libertades civiles en esta región.

Modera el blog Políticas Venezolanas y Derechos Humanos y su investigación se centra en movimientos sociales, derechos humanos y cultura en Venezuela. Actualmente, está trabajando en un libro que se llama Venezuela’s Transition to Socialism: Politics and Human Rights under Chávez, 2008-2012.

El Profesor Smilde ha investigado Venezuela por veinte años. Entre los años 2010 y 2012, fue director de la Sección de Estudios Venezolanos de la Asociación de Estudios Latinoamericanos.

Todo este bagaje junto con su contundente capacidad de análisis sirve de referencia para una conversación con El Estímulo sobre la Venezuela actual, el venezolano común, los escenarios a una salida política y el complejo cuadro con una oposición dividida, debilitada y desarticulada y un chavismo que se fortalece en su autoritarismo.

Ya en los taxis nadie habla de política en Venezuela

En el pasado reciente, recuerda, el venezolano común estaba mucho más politizado y las discusiones políticas estaban presentes en todos los espacios, en los taxis, en la calle, en las universidades, en las reuniones de familias y amigos.

Hoy, la gente no quiere saber gran cosa de la política ni de sus protagonistas y la gente parece estar hastiada, algo que confirman estudios de opinión.

En semanas recientes una serie de indicios ratifican la consolidación de la deriva autoritaria del régimen venezolano. Persecución a sindicalistas, maestros y simples empleados públicos; nuevas amenazas contra ONG y periodistas; cierre de espacios de diálogo. Mientras, nuevos informes ratifican que este es el régimen más autoritario en América y con los peores índices de corrupción.

Para Smilde, los índices sirven como guías generales pero no para comparaciones detalladas.

“Pero sí son útiles para comparaciones más gruesas y este índice muestra que Venezuela está en el mismo grupo que países autoritarios como Rusia, Cuba y Nicaragua. Es importante recordar esto. Venezuela no se ha arreglado. Ha habido una cierta mejoría económica que ha aliviado la crisis de muchas personas”.

David Smilde

“Pero es un país autoritario donde hay poca discusión política, poca participación política, y poco dinamismo político de cualquier tipo. Más bien hay una falta de esperanza entre la gente que siente que no tiene como influir sobre las autoridades que le gobiernan”.

“Si acordamos que el primer planteamiento político de Hugo Chávez en 1998 fue ´´democracia participativa´´ se ve que el proyecto ha producido todo lo contrario”, agrega Smilde.

El académico ve como algo lógico que un gobierno que ha logrado una hegemonía sobre el sector político y la mayoría de los medios, ahora vaya por la sociedad civil.

“Los gobiernos tienen el deber de tener un proceso de legalización y registro de organizaciones de la sociedad civil. Pero en este caso es claro que tienen en mente vigilar la acción de estos grupos para asegurar que no «atenten contra la estabilidad nacional», dice sobre la Ley contra las ONG ya aprobada en primera discusión en la chavista Asamblea Nacional (Congreso).

“El problema es que este gobierno ha mostrado que su interpretación de «estabilidad nacional» es cualquier cosa que amenaza su propia permanencia en el poder”, señala.

El proyecto contra las ONG también dice que estas organizaciones no pueden perseguir «fines políticos.»

“Pero su interpretación de «fines políticos» es tan amplia que incluye grupos de Derechos Humanos, como PROVEA. Puede ser que las críticas que hace PROVEA sobre violaciones de DDHH causen incomodidad a algunos actores políticos, pero eso no significa que son políticos. Es igual cuando un economista señala el incremento de la inflación. Puede ser que eso cause una incomodidad, pero eso no quiere decir que ese economista está actuando con «fines políticos».

“El principal problema de esta ley es que da mucho poder a un actor que ha mostrado que no lo va a usar responsablemente. Ha usado el Ley Resorte para manipular y aplastar el sector de medios y solo se puede suponer que haría lo mismo con esta ley de las ONG”.

Mientras se acelere esa deriva autoritaria y el régimen de Maduro no da señales de ceder, algunos gobiernos como los de la Unión Europea vuelven a acercarse al heredero de Hugo Chávez, nombran embajadores y Estados Unidos insiste en las negociaciones.

Cambios en el tablero venezolano

“Sí, este cambio está en camino hace rato. La UE primero dejó de reconocer a Juan Guaidó. Es evidente que ellos están ya cansados de esta batalla y también tienen una situación energética más grave que los EEUU”.

“Pero nombrar un embajador no es lo mismo que relaciones plenas y hay mucho descontento en Europa por la situación en Venezuela. La UE podría jugar un papel importante en las elecciones de 2024 y eso no ha cambiado. Pero ciertamente estos pasos hacia la normalización tienen un impacto y fortalecen al gobierno”.

Justicia para las víctimas del autoritarismo

Moviendo la meta más adelante, algunos analistas se preguntan qué pasaría -en caso de una negociación exitosa- con los crímenes de lesa humanidad y otros delitos menos graves de los que se acusa al régimen chavista en instancias como la Corte Penal Internacional (CPI) y la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

En otros países, como en la vecina Colombia, se plantean procesos de la llamada “Justicia Transicional”, de perdón y la reconciliación en aras del futuro. En Venezuela, señalan otros analistas, hoy algunos activistas del olvido, entre ellos algunos empresarios y políticos, dicen que hay que pasar la página, dejar todo atrás sin siquiera recordar, por ejemplo, a los más de 150 jóvenes asesinados a mansalva solamente en 2017 durante la ola más fuerte de la represión contra las manifestaciones callejeras.

En cuanto a la expectativa y al incentivo del chavismo para negociar y ceder parte del poder, las consecuencias serían peores que no ceder, entre otras cosas estaría sometido a la posibilidad de juicio, eso pesa más que cualquier otro incentivo, señalan esos otros expertos.

“En este momento una transición realmente no está en la mira, de manera que es temprano hablar de justicia transicional. Más bien se puede hablar de la búsqueda de justicia para las víctimas”, señala al respecto Smilde.

“Allí hay una presión que viene de la CPI y de la Misión de Determinación de los Hechos de la ONU, para mostrar unos procesos judiciales funcionales. Una vez que el gobierno de Maduro se da cuenta que no está engañando a estos expertos internacionales con sus intentos de maquillar los varios procesos judiciales abiertos señalados, tendrá que hacer unas mejoras institucionales que podrían lograr la justicia en algunos casos emblemáticos”, explica Smilde.

“Una vez que eso ocurre, da espacio para construir y ampliar estos procesos de justicia que podría también incidir en la viabilidad de las elecciones. Estos son los procesos de «complementariedad positiva» que pueden generar las instituciones y procesos de justicia internacional como la CPI y que tuvieron un impacto importante en Colombia”, explica.

“También debo agregar que es mejor ver cualquier proceso amnistía como parte de un programa de rendición de cuentas. La Jurisdicción Especial de Paz en Colombia es un buen ejemplo. No es sustituir la justicia por la amnistía, sino desarrollar un proceso contextualizado de justicia que puede incluir amnistías parciales y focalizados según las condiciones. Estos programas que no son de amnistía plena son aún así, atractivos para personas que sienten que tienen la justicia encima”.

Algunos expertos internacionales, inclusive desde Washington, abogan por la necesidad de que Venezuela se reinstitucionalice. ¿Eso significa hacerlo bajo la égida chavista, visto que no hay indicios de ninguna transición?

“Bueno yo creo que lo que se está hablando ahí es la reinstitucionalización democrática. Y no está claro qué es exactamente el modelo chavista”, dice Smilde al recordar que en el pasado sí había cierto espacio democrático, con elecciones que cumplían con el criterio internacional.

“Entonces, lo que ahora se ha visto desde el 2016 es que hay una restricción, en términos de democracia electoral, de espacios democráticos muy importantes”.

“Esa reinstitucionalización necesaria significa que haya democracia electoral, garantías de participación para las principales figuras de la oposición, respeto a los partidos, que haya observación internacional, que haya así más espacio para la prensa”.

Observa que hay más trabajo por hacer en la recuperación de esos espacios cívicos que en las propias elecciones. Hay además una muy pobre discusión pública de estos problemas porque el gobierno controla una cantidad de medios, y en otros hay censura. Y respecto a los que no tienen censura, muchas veces no hay acceso a ellos porque están bloqueados en internet por órdenes del gobierno (Conatel) y hay que tratar de entrar con una VPN (programa para burlar los bloqueos a direcciones de los medios) “y la mayoría de la población no va a hacer eso”.

“Hay, sin duda alguna, cierta liberalización económica y cierta mejora de la situación, pero hay más prisioneros políticos, más restricción a los medios y cerraron más emisoras. Sin duda alguna hay mucho que hacer ahí”.

David Smilde

¿Será que la estrategia de Maduro es conversar mientras aprieta, en posición de fortaleza y no debilidad?

«Sí, es la estrategia de Maduro y la estrategia de muchos de esos países que son “nuevos despotismos”, que tratan selectivamente de eliminar a la oposición, que tratan selectivamente de reprimir algunas cosas, sectores, liberar otros y así generar una auto censura. Yo creo que tienen ese mecanismo así bastante claro e igual lo han usado en China, Siria, y muchos de estos lugares, como una forma de despotismo oportunista, selectivo».

La idea de «nuevos despotismos» pertenece al autor John Keane, y él dice que precisamente estos regímenes no tratan de eliminar toda oposición como en antaño. Hacen represión selectiva, observa Smilde.

-¿No será que los enemigos del chavismo subestimaron la estrategia de Chávez y después la de Maduro contra los medios, la prensa, las comunicaciones? Uno de los grandes problemas de Venezuela es la dificultad de generar una opinión pública, que pueda terminar provocando movilización social y cambios políticos. Cuando el chavismo anula eso se asegura buena parte de su permanencia.

«He estado aquí desde el comienzo. Mi primer viaje aquí a Venezuela fue entre los dos golpes, en septiembre-enero de 1992, y viví aquí desde el 94 hasta el año 2001, que subió Chávez. Yo no creo que lo subestimaron. Desde el comienzo había gente señalándolo, reclamándolo, y para 2003 había movilizaciones masivas hasta 2005, y en toda esta etapa durante el acoso a Globovisión desde 2010 a 2013, a Radio Caracas en 2007… hubo movilizaciones masivas, muchos reclamos».

«Mucha gente sabía lo que estaba pasando, mucha gente denunciaba, pero es difícil cuando tú tienes un gobierno que es elegido. Chávez fue elegido en un momento donde las elecciones estaban en parámetros racionales y entonces hace uso del aparato del Estado para silenciar a la prensa».

“Una vez que uno no tiene ese estado de derecho no tarda mucho en no tener a la democracia tampoco, no queda ni uno ni lo otro. Eso pasó aquí también con Chávez que estaba tan popular, tenía movimiento, tenía ideología, entonces la democracia aplastó al liberalismo. Ya Maduro no tenía esta popularidad, pero ya no había como frenarlo, ya no había instrumentos de la ley para frenarlo, había socavado todo”.

Y llevamos el efecto de ocho años de depresión económica, que, aunque hayamos salido a la luz momentáneamente, sigue siendo desastroso el resultado, con la inflación, la hiperinflación, la pérdida del 80% del PIB, pobreza, extrema de 54% y deterioro de los servicios públicos, más violencia criminal.

«Y lo mismo va a pasar con El Salvador dentro de 10 años, va a estar en lo mismo, probablemente vaya a estar en una situación en la que el gobernante no vaya a ser querido por la mayoría pero que no va a haber forma de sacarlo».

«Si tienes esa experiencia del populismo, cuando la democracia termina en autoritarismo, después salir de ahí es más difícil, porque ya no tienen voto, ya no hay una manera democrática de salir de un gobierno para otro».

«Entonces tenemos aquí dos periodos de Maduro, de ya casi 10 años de declive y ya no hay forma de salir de ahí, siendo que esa es una obra que comenzó con Chávez. Chávez hizo tantos cambios y centralizando el poder, socavando la libertad de expresión, la libertad de prensa, dominando con todo el poder el gobierno, ya estamos en una situación que no se puede cambiar».

¿A donde cree que va esto ahora?

«Es difícil. Si fuera a apostar dinero no necesariamente apostaría a un cambio. Es difícil ser optimista, pero hay que seguir los fundamentos de lo que ha funcionado: en estos casos han sido las negociaciones…la mejor opción que se tiene es negociar».

«Paradójicamente yo creo que estamos en el mejor momento de lo que estábamos hace uno o dos años, por el contexto internacional, con Estados Unidos, el gobierno de Biden ahora está agarrando forma y desarrollándose en cuando a su política exterior hacia la región y están priorizando la diplomacia. Ya han entrado en contacto con el gobierno de Maduro, hay cierta fluidez en la comunicación con el presidente Maduro y hay intereses. Después de la invasión rusa a Ucrania hay, por supuesto, un interés petrolero, pero muchas veces está sobredimensionado (ese interés), hay un interés también en arreglar el enredo que causó Trump».

«Hay cierto interés en el gobierno de Biden de que esto se arregle, en hacer un cambio. En menos de dos años va a optar a la reelección. Si los demócratas pueden lograr que haya una negociación que mejore la situación de Venezuela, que haya una elección libre, potable en 2024, y si hay alguna normalización, entonces Biden podría decir que `yo arreglé un desastre que dejó Trump´ en su esfuerzo por cambiar el régimen de Maduro».

¿Cómo se ve internacionalmente esa pelea dentro de la oposición, que se está arrancando los dientes entre sí…?

«Se vemuy mal y el resultado es que mucha gente piensaque el problema en Venezuela realmente es la oposición dividida. Pero ese no es EL problema. El problema principal lo puso el chavismo con un sistema de gobierno que no funciona, y eso ha sido facilitado por una oposición que tiene divisiones”.

«Y tiene problemas fundamentales: una cultura política de gobernanza en la que creen que no les hace falta consultar con la gente, ni tener interacción con el pueblo porque ya ellos saben lo que hace falta para la gente….Pero está claro que una de las tácticas del chavismo es dividir la oposición».

¿Están negociando de verdad los chavistas o todo es un faroleo, un blof?

«Yo creo que ellos tienen intereses que pueden ser cumplidos con estas negociaciones más allá de ganar tiempo, y esos son tratar de ganar legitimidad. Primero quieren que se levanten sanciones para estar en un mejor lugar económicamente y si se puede llegar a un espacio democrático electoral en que ellos puedan ganar más legitimidad en 2024. Ellos quieren mucho eso, no creo que estén ahí solo para aparentar».

«Necesitan dinero y muchas cosas. Desde afuera se ven muy fuertes pero desde adentro estoy seguro que sienten que tienen un tigre agarrado por la cola», dice Smilde sobre la principal debilidad del régimen chavista.

«Pero claro, ellos no están ahí, al contrario de lo que a mucha gente le gustaría, para negociar su renuncia. Ellos están ahí para mejorar su posición. Pero van a la cancha para ganar y te van a tratar de dividir, de hacer trampas, van a ceder para tratar de agotarte y no van a dejar de marcar gol».

«Ellos están ahí no para renunciar a su poder sino para tratar de mejora su situación y porque ven que sí tienen algo que ganar ahí», recalca.

«Ahora, una negociación solo tiene sentido si no estamos en un juego suma cero. Una buena negociación lo que hace es cambiar el pastel para que sea más grande, más diverso, y todos puedan ganar. Sin ser ingenuo, se trata de venir con una nueva narrativa del conflicto, un nuevo entendimiento y nuevos proyectos para el futuro que incluye a los dos lados de una manera que quieran ser incluidos. Sí, ellos tienen algo que ganar en esa negociación y tienen cierta sinceridad».

Paradójicamente el chavismo se ha debilitado internacionalmente desde que dejó de tener dinero para repartir entre los países amigos. Y dentro de Venezuela, donde ha crecido ese tercer sector que no apoya ni al chavismo ni a la dirección actual de la oposición.

«Estamos en un contexto de despolitización. El venezolano no habla espontáneamente sobre política, aunque ha sido una población politizada. Eso se revela en encuestas pero siuno ve en estudios y grupos focales cómo la gente piensa, cómo relaciona ideas, ahí uno ve que ellos están pasivos porque no ven posibilidades para un cambio», responde Smilde.

«Ven que el gobierno no va a cambiar, que se ha intentado todo contra este gobierno queno le gusta a la mayoría, pero el gobierno se niega a cambiar, se niega a abrirse y la oposición está entre irrelevante y dividida. No han podido porque no tiene fuerzas».

«Frente a eso, en medio de una crisis económica la gente se enfoca en el día a día de las personas, tratando de poner comida en su mesa, educar a sus hijos y de tener una vida decente. Pero eso se puede revertir ¡así!, de momento. Se vio en 2018 ,que estábamos en una situación parecida y la gente entendió que había una posibilidad de cambio y ese grupo de los NI NI (ni dle gobierno ni de la oposición) se cayó en picada».

«Lo mismo podría pasar ahora si la gente ve que hay una elección que es real, unas primarias, si hay un líder que tiene un mensaje una nueva situación, la gente participaría decidida, ahora o en el próximo año…en 20 años creo que no, sería una cosa distinta más como Cuba».

¿Adónde se fue toda esa fuerza de las protestas callejeras que en 2017 pusieron en jaque al gobierno de Maduro?

«Muchos de esos se fueron del país: Muchas personas que estaban involucradas (en las protestas) se fueron cuando surgió la Asamblea Constituyente (impuesta por Maduro para terminar de liquidar al Congreso opositor) decidieron ¡nos vamos! y se fueron inmediatamente o en un año».

«Los migrantes muchas veces son las personas que han sido más movilizadas, motivadas, echan pa´ lante y son rebeldes. Entonces muchos se fueron y otros ahora están tratando de ganarse su dinero, de dedicarse a su familia y mejorar su situación porque ya ven que no hay un cambio. Algunos se han ido, algunos se han momentáneamente pacificado».

El chavismo reprimió a sangre y fuego las protestas en Venezuela. Smilde observa que ahora hay miedo a salir a la calle a reclamar
Mayo de 2017, Plaza Altamira de Caracas, uno de los epicentros de las protestas reprimidas a sangre y fuego. Foto: Gustavo Vera/EL ESTÍMULO

¿Sin esa gente se puede hacer un cambio?

«No lo veo como gente con características, sino como contexto. Había una creencia de que la calle era la que haría el cambio, yo creo que si hubiera algún contexto en el que la gente cree que pueden protestar y cambiar algo y no ser reprimidos, yo creo que sin duda se movilizarían. No es porque la gente se ha ido. El problema ahora es que hay una percepción generalizada de represión a la protesta y no es mentira, ustedes lo vivieron. Es por eso, por el cuadro represivo que hay, que no hay la movilización de calle como había en 2017 y antes. No es porque ahora haya gente pasiva o que no le importa, es por el contexto, no creen que vaya a ayudar y ni que el riesgo vale cargar con los efectos, las consecuencias».

«Los opositores venezolanos, sobredimensionaron el papel internacional en la solución de esta crisis de la Corte Internacional. Se pensó que irían a meter preso a Maduro. Y claro había mucha gente que pensaba en donde podría aterrizar el helicóptero (de los marines gringos) , más allá de eso ha habido una orientación hacia afuera, con una idea que no se puede hacer política porque este régimen es ilegitimo».

David Smilde

Ese discurso, observa, es muy desmovilizador y despolitizaste porque desplaza el foco hacia otro lado en lugar de negociar con la gente de adentro y con la a juro hay que hacerlo.

«Es común que los ciudadanos en todos lados quieran que los políticos hagan todo, como paso con Guaidó. Todos tenían esperanzas de que él resolvería todo, y cuando no obtuvieron los resultados esperados lo terminaron crucificando. Muchas democracias han sido así, mucha gente piensa en solo hacer las cosas si es realmente necesario. Pero conviene más participación».

Publicidad
Publicidad