Espectáculos

Roberto Durán en el cine: un retrato íntimo del boxeo con Edgar Ramírez

Desde una torre en el centro de Manhattan, Roberto Durán y Edgar Ramírez avistan la estructura del Madison Square Garden. Es un escenario entrañable para el ícono panameño del boxeo.

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FOTOGRAFÍA: Evan Agostini | AP

«El Garden, muchos buenos recuerdos», dice Durán sobre el coliseo de Nueva York donde conquistó dos títulos mundiales, cuando en 1972 ganó el primero de su extraordinaria carrera y en 1983, al redimirse del tristemente célebre «No Más» con su tercero.

Durán tiene 65 años y preserva intacta la pletórica personalidad, contando anécdotas y chistes, como solía hacerlo en su apogeo de demoledor y frontal boxeador.

Ramírez está impresionado por el físico del personaje que encarna en «Hands of Stone» («Manos de Piedra»), la película que lleva por título el apodo del boxeador que disputó 119 peleas a lo largo de cinco décadas, y que se estrena este viernes en Estados Unidos.

«Roberto, estás flaco, en forma», le dice el actor venezolano de 39 años. Durán está contento por su régimen para mantenerse en forma y un nuevo equipo de ejercicios que acaba de adquirir.

Filmada en Panamá y Nueva York, la cinta del director venezolano Jonathan Jakubowicz es el relato del pugilista que surge de la pobreza absoluta a la riqueza y fama, con la rivalidad entre Durán y Sugar Ray Leonard (interpretado por el cantante Usher), incluyendo su par de combates por el cetro welter en 1980. Treinta y cinco años después de representar a Jake LaMotta in «Raging Bull», Robert De Niro tiene el papel de Ray Arcel, el septuagenario entrenador de Durán. Y el laureado salsero Rubén Blades hace de Carlos Eleta, el apoderado del campeón.

Para «Hands of Stone», Durán fue el mentor de Ramírez, un neófito del boxeo cuando le ofrecieron el papel. El astro de «Carlos» y la reciente versión de «Point Break» quería aprender a pelear.

«Yo nunca había boxeado, no conocía absolutamente nada. Me mudé a Panamá para comenzar el proceso y Roberto estuvo muy pendiente y sus hijos también, que fueron mis primeros entrenadores», relató Ramírez en una entrevista con The Associated Press. «Es una película muy íntima, muy familiar. Al final, todos hicimos buenos amigos y seguimos siendo buenos amigos. Para mí, era muy importante aprender a pelear, entender el boxeo desde mi mismo punto de vista, antes de meterme en la piel de Roberto».

Para Durán y Ramírez, no es tan sólo una película más de boxeo.

«El boxeo está siempre de moda, da para hablar siempre», opinó Durán.

Aunque «Hands of Stone» no se aleja de lo convencional en este tipo de películas – un boxeador sale de la pobreza, llega al estrellato, cae y se redime -, Ramírez y Durán creen que esta historia cautiva desde el plano sicológico del deporte.

«Ya no sólo se está hablando de boxeo. Se está hablando de la vida de él y la vida de esa persona», dijo Durán en una entrevista.

«Es cómo tú llegaste hasta arriba. El hambre que pasaste, el sacrificio que pasaste. Los robos que te han pasado en el boxeo. Los amigos que yo llamo ‘los chupasangre’, esos amigos que te explotan, los mismos amigos que te roban».

En las escenas de Durán y Arcel en la esquina entre cada asalto, el entrenador aparece acicalándole el cabello al peleador de un modo casi paternal. El motivo, según Durán, era que su pelo largo quedaba suelto y le exponía a no ver los golpes, pero también buscaba engañar al rival.

«Tenía que ver con la estrategia», indicó Ramírez. «Cada vez, cuando regresaba a pelear tras cada round y si estaba peinado, obviamente eso generaba una sensación de vulnerabilidad en el oponente».

«Cuando pensamos en películas de boxeo, mucha gente las cataloga como películas deportivas y esto es un drama. Una película que habla (de) cómo se gana y pierde en la cabeza», añadió.

El film se promociona como la más «grande» producción latinoamericana. Salvo el coreógrafo de las peleas y el diseñador de vestuario, todos los miembros del equipo son latinos.

Para Ramírez, este es el tercer personaje de la vida real que representa, después de haber encarnado al terrorista venezolano Ilich Ramírez Sánchez («El Chacal») en «Carlos» y a Simón Bolívar en «Libertador».

«He tenido la suerte que se me han atravesado en el camino personajes maravillosos como Roberto Durán», dijo el actor, al tiempo que destacó cómo la historia se entrelaza con el conflicto entre Panamá y Estados Unidos por el control del Canal, «el tener un país que te dividía tu país en dos, una herida en el centro».

«Lo que me llamó la atención es que Roberto es más que un atleta. Aparte de todas sus victorias, sus títulos, sus cinturones, es lo que él representa del punto de vista de identidad para Panamá y América Latina. De cómo Roberto ha acompañado a su país en muchos de sus momentos más álgidos y más importantes… aglutinando la identidad de un país que por muchos años ha tenido conflictos lidiando con asuntos de identidad», dijo.

«Cuando Roberto se montaba en el ring», añadió, «no solamente no estaba peleando contra un oponente, estaba peleando con todo un país detrás apoyándolo».

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