Internacionales

Fin del sueño ecuatoriano: estafan a maestros venezolanos

En agosto de 2017 inició en Ecuador la segunda edición de Time To Teach (“Hora de enseñar”): un programa que busca mejorar la enseñanza de inglés en las escuelas públicas del país. La iniciativa convocó a cientos de personas de más de veinte países. En enero de 2018, el gobierno ecuatoriano anunció, sin previo aviso, el fin del proyecto, dejando a cientos de docentes desempleados, incluidos jóvenes venezolanos que vieron frustrada su salida a la crisis. 

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FOTO | Luis Zambrano

Luis Zambrano llegó a Ecuador el 28 de septiembre de 2017. Arribó con el ánimo trabajador de un joven de 22 años que veía en esas tierras una salida a la crisis económica venezolana. Luis, al contrario de muchos de sus compatriotas, no emigró de forma improvisada: consiguió un cargo como docente en un programa llamado Time to teach, que le garantizaba una vida dentro de la ley. Se trataba de un convenio entre la Fundación Edificar y el Ministerio de Educación del Estado ecuatoriano. Una propuesta aparentemente ideal.

A pesar de estar cursando el último año de Derecho en la UCAB (universidad en la que estaba becado), el caraqueño decidió no esperar y se apuntó para impartir clases de inglés en Ecuador, durante el período septiembre-marzo, del año lectivo 2017-2018.

“Era una única oportunidad, solo se podía para ese período, fue tómalo o déjalo. En mi casa, lo que ganaba mi mamá no era suficiente y, aunque estábamos ‘bien’, en realidad cada vez era peor”, contó Zambrano a El Estímulo.

Luis se asentó en la ciudad portuaria de Manta, en la región litoral del país, y su ilusión inicial fue rápidamente opacada por la desorganización de la fundación: el mismo día en que llegó, su familia anfitriona le participó que no podían tenerlo en la casa.

“Me llevaron a unos apartamentos en alquiler donde tuve que pagar 130 dólares de mis ahorros, que traje de Venezuela, lo cual me dejó prácticamente sin dinero”. Ese monto nunca le fue devuelto. “Ellos solo me dijeron ‘es un mal proceder, contactaremos a la host family’, pero nada de eso pasó”, añadió.

Y no fue el único: según explicó el estudiante de Derecho, una gran cantidad voluntarios carecían de hogar asignado y muchos de los que sí tenían llegaron de forma intempestiva a casas donde no se les esperaba, pues las familias no habían sido notificadas.

Esta fue la primera de una serie infortunada de irregularidades, entre los que se encontraron retrasos en los pagos y problemas con la emisión de visas (un alto porcentaje de educadores estaban laborando con visas de turistas).

 “No hay dinero”

En enero, la accidentada estadía llegó a un punto crítico: dos meses antes del vencimiento del contrato, empezaron a correr rumores de que la fundación estaba quebrada y era incapaz enfrentar los costos de los salarios. El propio Zambrano llamó para confirmar la amarga noticia: no había dinero. Los 300 docentes extranjeros pasaban a estar desempleados.

“Alegaron que el Ministerio tenía que hacer un desembolso para la continuación de la fundación en enero y no lo hizo. Dijeron que no había dinero y que no fuésemos más a trabajar”, relató indignado.

El ucabista explicó que, luego de la época decembrina, muchos de los instructores (en especial los venezolanos) habían enviado dinero a sus familias en sus respectivos países y dependían del pago de la quincena para pagar el mercado y su hospedaje.

“Entramos en crisis; no sabíamos que hacer”.

Un documento redactado por el total de voluntarios, al cual tuvo acceso El Estímulo, fungió como elemento de presión para que el pasado 10 de enero se acordara la prórroga del cierre del programa hasta el 31 de enero. El 23 estarían recibiendo el primer pago.

Pero llegó el 23 de enero llegó y pasó, con otra promesa incumplida: el dinero no fue transferido y la fundación afirmó que no podía dar fecha porque desconocía cuándo depositaría el Ministerio.

“Hay muchos que están en una situación mucho peor que la mía (…) están durmiendo en terminales públicos porque no tienen como pagar un alquiler”, denunció.

El caso se encuentra en la Defensoría del Pueblo ecuatoriana, pero Luis asegura que las medidas que se han tomado son “paños de agua tibia” para calmar los ánimos de los profesores. Por esta razón, el grupo de voluntarios se han embarcado en una campaña de denuncia a través de los medios de comunicación y las redes sociales.

Volver a Venezuela con los brazos vacíos

“A las personas que tenían su ticket comprado les ofrecieron adelantar el viaje”. No obstante, aquellos que prescindían de billetes de vuelta (que era la mayoría) debían esperar hasta que la fundación tuviera el dinero suficiente para pagar los boletos faltantes. “Prometieron hacer lo posible”, afirmó escéptico.

Con todo, para Zambrano regresar a Venezuela no es una opción. Resolvió quedarse en Ecuador, mantener la fecha de pasaje y esperar su pago, pese a la zozobra que atraviesa.

“El plan inicial era hacer dinero, volver, terminar  mi carrera y luego irme, pero al llegar acá vi que, en realidad, no tenía sentido volver y arriesgarme a no poder salir”, aseguró temeroso a un hipotético cierre fronterizo.

 “Desde acá he estado ayudando a mi familia e incluso ya casi tengo lo necesario para traerme a mi mamá. ¿Cómo volver a Venezuela con los brazos vacíos y una ilusión rota? Es impensable para mí”, subrayó.

Caso de corrupción

Viceministro Saenz

Los profesores extranjeros de la Fundación Edificar cobraban un salario inferior al sueldo mínimo (fijado en USD 386). Al estallar el escándalo, se dio a conocer que voluntarios ecuatorianos cobraban una cantidad mucho mayor (USD 600). Además, medios del país reseñaron que el contrato preveía un ingreso mensual de USD 1.000 y no los USD 350 que recibían.

El viceministro de Educación, Álvaro Sáenz, en una entrevista concedida al diario Expreso, afirmó que el convenio con la fundación para “importar” docentes de inglés era inconstitucional e ilegal puesto que suponía una tercerización de personas para el Ministerio de Educación. El funcionario también informó que en total fueron entregados USD 6.544.008 a una fundación «que tenía pocos meses de creada y no poseía ninguna experiencia previa». También se descubrió que el presidente de la fundación estaba casado con la coordinadora del área de Inglés del ministerio, responsable del programa.

Mientras se esclarece la presunta malversación, los maestros tienen que resolver el día a día. Luis no  pierde el optimismo y se ha afianzado en la defensa de sus derechos. “Pienso que este inconveniente es sencillamente un contratiempo. Un incentivo para no detenerme y perseguir mis sueños, ahora estoy buscando otro trabajo y haciendo presión por lo que me corresponde: el dinero del contrato”.

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