Crónicas de Alberto Veloz

A 27 años de su partida, Alfredo Sadel sigue cantando

El Teatro Municipal y una plaza en Las Mercedes en Caracas, una Escuela de Música en Maracaibo, una calle en La Habana llevan hoy su nombre amén de un busto en San Petersburgo y la eterna idolatría en Colombia, valiosos testimonios del reconocimiento a su destacada labor artística, cultural y humanística y para que las generaciones futuras no olviden al máximo exponente del canto en Venezuela. Por eso es considerado como el cantante popular y lírico más importante en nuestra historia musical.

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Fotografías: Cortesía Fundación Alfredo Sadel

Al cumplirse 27 años de la partida del más grande y exitoso cantante venezolano, Alfredo Sadel, la Comisión de Cultura y Recreación de la Asamblea Nacional ha reconocido el 22 de febrero como Día del Cantante Nacional, fecha del nacimiento del tenor que conquistó a todo un pueblo, “solo se está a la espera de la sesión especial del Hemiciclo que oficialice el merecido homenaje”, según informó el propulsor de esta iniciativa, Jesús Valenzuela.

El tenor favorito de Venezuela nació en Caracas el 22 de febrero de 1930, por lo que un grupo de artistas, liderados por el cantante bolivarense Jesús Valenzuela, han solicitado a la Asamblea Nacional, con la autorización de la familia de Sadel, que se decrete oficialmente ese día como un reconocimiento  dedicado a todos los que con su voz alegran y animan la vida de sus congéneres y con esa profesión se ganan el sustento diario.

Sadel y el éxito rotundo

La larga y fecunda carrera artística de Sadel comenzó en programas radiales de aficionados.  Se inició como cantante en la Catedral de Caracas al interpretar el Ave María, lo que causó grata impresión entre los asistentes,  pero el año 1946 marcó su inicio profesional en Radio Caracas Radio.  Quizá el mismo Alfredo Sánchez Luna en ese momento no se imaginó lo que sería su vida artística durante más de cuatro décadas. El éxito lo acompañó desde siempre dada sus innegables dotes de cantante con gran carisma, simpático y dicharachero pero de carácter fuerte e irritable y con un físico de portento que despertaba pasiones entre las cientos de admiradoras. Indudablemente el público, tanto mujeres como hombres, lo idolatraban, por algo se ganó en buena lid el título del Tenor Favorito de Venezuela.

Tesón y superación marcaron su ritmo de vida, tanto privada como profesionalmente.  Estudió solfeo, piano, armonía y composición. Fue alumno de la Escuela Superior de Música de Caracas. De allí saltó a los mejores conservatorios de Nueva York, México, Salzburgo, Barcelona y Milán.

Su cronología indica que no perdió  tiempo, constantes presentaciones en la radio y televisión, innumerables conciertos, óperas y zarzuelas en los grandes escenarios del mundo lo confirman. Sadel no sólo fue el galán de la época que causaba tumultos, también ejerció la ciudadanía de manera consciente.   Como defensor de la pluralidad de pensamiento y comprometido con la democracia ayudó incansablemente a sus compatriotas en el exilio perseguidos por la dictadura. Por la causa de una Venezuela libre,  no le importaba correr riesgos, a pesar de su ya reconocida fama internacional.

Alfredo Sadel foto 4

Inmenso legado musical

La carrera profesional de Alfredo Sadel está avalada por una extensa discografía que alcanza las 2.000 grabaciones.  Su faceta de compositor ostenta más de 80 títulos casi todos exitosos.  La Fundación Alfredo Sadel ha recopilado y conservado este legado en alta tecnología digital en una serie llamada Documentos Alfredo Sadel, para su preservación y fomento del acervo cultural del país.

De su inspiración quedaron piezas como Aquel Cantor, Caminos de mi tierra, Cuenta de mi alma, El guarapo, Una noche contigo, Dominó, Yo no te engañé, Son dos palabras, Quiero a Maracaibo, Otra rosa, El hombre de hierro, Golondrinas del tiempo y Canta Arpa, esta última es un homenaje que nace de lo más profundo del alma del autor como defensor y amante del continente americano desde su corazón intensamente venezolano:

Canta arpa un acorde llanero, 

acompaña mi voz a decirle al mundo entero,

que soy venezolano de los que sembró Bolívar

que tengo el alma ancha, de México a la Argentina.

Canta arpa, con voz venezolana

con el mismo lenguaje con el mismo dolor,

con la misma esperanza latinoamericana.

Canta arpa de mi raza bravía 

que reina en el Caribe y en el Popocatépetl,

que en su Sur sabe vestir su nieve

y en su centro Amazonas guarda el tesoro verde

del alma indoamericana.

Actuó en varias películas al lado de los grandes del cine mexicano:  Miguel Aceves Mejía, Sara García, Evangelina Elizondo, Javier Solís, Elvira Quintana, María Victoria y Julio Aldama.  Protagonizó  Flor del campo, primera película musical con argumento y elenco totalmente nacionales.  Su último film fue una coproducción méxico-venezolana con música de Juan Vicente Torrealba y Chelique Sarabia, llamada “Martín Santos, el llanero”.  La Metro Goldwyn Meyer lo contrató en 1958 para sustituir al tenor  Mario Lanza en Hollywood.  En Nueva York debutó en la televisión norteamericana en el famoso programa de Ed Sullivan, en el “Firestone Show”  y el “Colgate Comedy Hour”.  Se presentó en las salas Latin Quarter y la legendaria sala de espectáculos Chateau Madrid acompañado de la orquesta del maestro Aldemaro Romero.  Día a día, durante 13 semanas se agotaban las entradas estableciendo un récord de taquilla.  De esta gira nació el disco Mi canción, con una variada y hermosa selección de temas hispanoamericanos, que como era de esperarse, resultó  un éxito de ventas. En el Carnegie Hall trabajó en el estreno de la zarzuela cubana Cecilia Valdés del compositor Manolo Roig.

Alfredo Sadel y Guillermo Tucker

Del canto popular al género clásico

Sus excepcionales condiciones vocales, dominio de escena y presencia física hicieron posible que se paseara por los más variados géneros musicales desde el joropo y las rancheras pasando por tangos, baladas, pasodobles, pasajes, valses, boleros, hasta el bel canto al interpretar las más difíciles arias de grandes óperas, operetas y zarzuelas.

Lo magistral de sus interpretaciones, tanto de la música popular como la clásica, su depurada voz y una dicción impecable hicieron que el reconocido crítico musical Kurt Pahlen lo considerara entre los 10 mejores cantantes de la historia,  reseñado en su libro Grandes cantantes de nuestro tiempo.

El Teatro Nacional de Caracas escuchó los aplausos del público cuando interpretó su primera zarzuela. Los Gavilanes.   A partir de ese momento los mejores escenarios del mundo le abrirían las cortinas de sus proscenios para que Alfredo Sánchez Luna, convertido en Alfredo Sadel fueran testigos de sus éxitos.

Amigos empresarios y conocedores del ahora llamado “marketing” le recomendaron que el apellido Sánchez  no convenía ya que en el ambiente artístico actuaba  la entrañable intérprete y folklorista  Magdalena Sánchez y el bolerista dominicano-venezolano  Alci Sánchez, por lo que el mercado se saturaría con otro personaje del mismo apelativo.  Alfredo inmediatamente pensó en su artista favorito, Carlos Gardel y empezó a jugar con las palabras e ingeniosamente unió la sílaba inicial de su apellido con la última de Gardel y así nació Sadel.

Las intensas, casi siempre trágicas y rocambolescas historias de Rigoleto, El amigo Fritz, El barbero de Sevilla, Carmen, Lucía Di Lammermoor, Don Carlos, Lucía, Tosca, La Bohéme, El buque fantasma, Cavalleria Rusticana; Don Pascuale, El Gato Montés entre muchas otras, conocieron la voz de  Alfredo Sadel en teatros, auditorios y escenarios de fama mundial como los conocidos Colón de Buenos Aires; Segura de Lima, Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México; Colón de Bogotá; Teatro de la Ópera de Belgrado; Teatro Municipal de Marsella;  Ópera de Salzburgo;  Municipal, Aula Magna y Teresa Carreño de Caracas por mencionar algunos de los cientos de escenarios en el mundo entero que trepidaron con su fama e histrionismo.  Cuba y Colombia lo ovacionaron hasta el delirio.

La ópera española El gato montés, donde actuó Sadel,  tuvo un récord de 27 funciones agotadas en el Teatro Segura de Lima, con la compañía de zarzuelas y operetas de Plácido Domingo padre y su esposa la también cantante Pepita Embil, con quienes entabló una amistad que trascendió el ámbito profesional y continuó con el hijo de ambos, el universalmente conocido tenor Plácido Domingo.

Sadel tuvo el privilegio de ser el primero al estrenar y protagonizar muchas actividades artísticas. Fue el primer cantante venezolano en presentarse en Siberia y en otros 14 países de la extinta URSS. El primer disco de producción íntegramente nacional fue grabado por él, en honor a su amigo el torero Luis Sánchez  “El Diamante Negro”,  pasodoble que se convirtió en un éxito de ventas.  La productora discográfica RCA lo escogió para lanzar su primer LP con el tema Mi canción.  Dado sus éxitos se convirtió en el primer artista nacional líder en ventas de discos.

Sadel compartió su carrera como cantante con la actividad sindical.  En 1947 promovió la fundación de la Asociación Venezolana de Artistas de la Escena. En su empeño y acercamiento al pueblo que tanto lo admiraba, creó las temporadas de ópera popular en el Aula Magna de la UCV, con gran éxito en las temporadas que se realizó.

En 1989, Alfredo Sadel se despidió de su público en un concierto memorable en el Teatro Teresa Carreño con Los Panchos y María Marta Serra Lima.  Por eso sigue estando presente en el recuerdo de todos aquellos que lo aplaudieron en aquel emotivo recital.  Sadel no los decepcionó y se paseó por su repertorio en un acto casi heroico, pero conservando su dominio de escena y regalando carisma.

Luego salió a la venta la Antología Sadel en el tiempo, una colección selectiva de lo más importante de su obra discográfica. Falleció el 28 de junio de ese mismo año en la Caracas que lo vio nacer.  Su hijo Alfredo Sánchez Rodríguez creó la Fundación Alfredo Sadel  para preservar su herencia artística y como testimonio para futuras generaciones de la vida y legado de Aquel Cantor.

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