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Anabella Mondi, una mujer fascinante y poco convencional

Anabella Troconis, ahora conocida como Anabella Mondi, comparte con nosotros su valiosa transformación en la cantautora que es hoy, su experiencia como actriz, su permanente papel filantrópico y sus vivencias como madre y esposa

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anabella mondi
Cortesía: Anabella Troconis

Creativa, proactiva, guerrera, apasionada en iguales proporciones por sus sueños que por las causas sociales, poco conformista y procuradora de una buena salud, de paz interior, espiritualidad y felicidad. El fin último. Esposa orgullosa y enamorada, madre incondicional, amorosa y sociable. A pesar del carácter solitario que marca su personalidad. Generosa con su música, con la necesidad de empoderar y ayudar a otros, para, a través de estos actos de esplendidez, también conseguir su propio bienestar. Así es Anabella Troconis, ahora más conocida como Anabella Mondi. Una talentosa cantautora y actriz venezolana.

La entrevista con Anabella Troconis se hizo a través de una videollamada, una práctica de socialización a la que nos hemos tenido que acostumbrar en los últimos meses. Ella estaba pasando unos días con sus hijas, Alana y Alegría, de 7 y 6 años respectivamente, en las afueras de San Juan, Puerto Rico, país que hizo su hogar.

Con Anabella, desde hace muchos años, he logrado entablar una relación estrecha, incluso antes de conocerla. El primer acercamiento fue a través de su mamá, María Luz Neri de Troconis, quien por casualidades de la vida, y porque su hijo también iba en ese viaje, fue una de las chaperonas de mi tour de quince años. El destino haría que termináramos por encontrarnos, directamente, a través de un amigo en común: el fotógrafo Aníbal Mestre, quien nos presentó. Desde que la conocí, quedé asombrada por su espíritu luchador, proactivo, lanzado y vibrante. Mientras ella se subía a la tarima de un teatro, se encargaba —junto a su madre— de una fundación y establecía la estructura para ver nacer una productora.

Admiraba su forma de ser y su búsqueda incansable por siempre conseguir lo que quería. Cuando me propusieron hacer esta entrevista, no lo dudé ni un segundo, quería saber un poco más de cómo iba la vida de esa mujer que tanto me ha impresionado.

Una pequeña introvertida pero infinitamente creativa

“Con cualquier cosa de cartón inventaba mundos, edificios, construía casas, avenidas, con las cajitas de jabones hacia escenografías, y agarraba los palitos de fósforos para convertirlos en los actores de un teatro hecho de cajetilla”, recuerda con ilusión. Pero, a pesar de esa magnífica creatividad, la cualidad de ser extrovertida no está entre sus primeros recuerdos.

“Curiosamente era una niña muy introvertida, que buscaba el arte como forma de escape. Si no era una obra de arte, era un show. Si no era un show, era cantar. Si no era cantar, era bailar. Todo el mundo me veía muy tranquila, muy en mí misma, pero cuando se trataba de arte me liberaba”.

Anabella Mondi
Anabella Troconis de niña

Esa pasión, el arte, se remonta a un sitio en particular. Uno muy especial, su preescolar en Mérida: “Lo que marcó mi infancia principalmente, fue que estuve en un preescolar en el que todo era a través de las artes. Se llamaba El Principito. Allí estuve desde muy chiquita y hasta que pasé a primer grado”.

Lo recuerda como un sitio mágico, en donde a las profesoras se les llamaba “tías”, -así se acostumbra en Los Andes- y en donde la educación era muy vanguardista. Anabella lo nota al comparar el sistema educativo preescolar privado de Venezuela con el de Puerto Rico, o incluso con el de Nueva York, resaltando que el de Venezuela es maravilloso.

Anabella troconis en El Principito

El Principito fue mi nido de cultivo. Allí descubrieron y fomentaron el talento que tenía. Fue así que aprendí a usar el arte como una forma básica de comunicación y de expresión por el resto de mi vida”.

Impulsada por esos recuerdos de niñez tan positivos, Anabella abrió años después, cuando se convirtió en madre, un preescolar en la isla del Caribe donde reside.

“En vista de que no conseguía opciones lo suficientemente buenas para mis hijas, abrí un prescolar en un espacio comunitario que estaba completamente abandonado”, cuenta. En este centro educativo se promueven las artes como vehículo para la educación.

Cortesía: Anabella Troconis

“Es en la formación temprana del ser humano en donde se establecen las bases para su crecimiento”, asegura.

Una carrera muy activa y un matrimonio feliz

Anabella casi culminó las carreras de Derecho y de Estudios Internacionales en la Universidad Católica Andrés Bello y en la Universidad Central de Venezuela. Pero más que los libros, durante estos años la acompañó también la timidez.

“No podía ni siquiera salir con gente. Me costaba muchísimo relacionarme con todo el mundo. Me costaba mucho hacer presentaciones en la universidad, me daba pena, vergüenza. Tenía un miedo escénico espantoso y, entonces, Siudy Garrido —la bailadora de flamenco— que es mi amiga y hermana de toda la vida, me dijo que iba a hacer un curso de teatro en el GA 80. Tuvo la idea de invitarme a ver si perdía el miedo y la pena”.

Ahí conoció a Gladys Prince, a quien describe como una genia del teatro. De inmediato su nueva mentora le advirtió, casi como una premonición: “Las que vienen para superar la pena son siempre las que más se terminan enamorando perdidamente de la actuación”.

El curso sería para ella un parteaguas. La pieza que dio inicio al génesis de la nueva Anabella. La artística, la creativa, la de aquellas mañanas alegres y de frío andino en El Principito. “Entonces supe que quería dedicarme de lleno a la actuación y dejé la universidad”. No fue una decisión sencilla, nadie comprendía cómo una alumna brillante, a punto de terminar dos carreras en paralelo, dejara todo para subirse a una tarima.

La actriz en ciernes se fue a Londres, un poco huyendo. “Dejé ese ‘paquete’ aquí en Caracas y me fui lejos a seguir aprendiendo”.

Como todos aquellos que descubren su verdadera pasión, Anabella no estaba dispuesta a renunciar a ella. Y con los viajes comenzaron a llegar los papeles, el primero en Colombia. “Estaba de pasada en Bogotá por la boda de unos amigos, pero decidí hacer un casting”. Una especie de tradición que tenía: sitio por donde pasaba, sitio en donde hacía un casting.

Cortesía: Anabella Troconis

“Empecé en una obra de teatro, luego hice unas cosas para televisión en Caracol, luego en RCN, llegaron los comerciales y vi cómo mi carrera profesional comenzó a tomar forma. Recibí mi primer cheque, escribí mi primer guion, hice un performance escrito por mí y creé mi primera productora, que era una productora teatral”.

Errante, como quien no está atada a las latitudes, Anabella regresó a Caracas para pasar su cumpleaños. Fue así como un amigo, nada más y nada menos que Edgar Ramírez, le presentó a una manager que le consiguió un papel en la telenovela Ser Bonita No Basta: “Yo era la contrafigura de la actriz Flavia Gleske”.

Haciendo televisión descubrió que lo suyo era el teatro, por lo que comenzó a soñar en grande y le dio forma a un importante proyecto: su productora Tactus Pro. Y cuando pensaba que el teatro la tendría enamorada para siempre, consiguió en el cine otra pasión. “Tuve el privilegio de actuar en las películas Francisco de Miranda y Reverón, ambas de Diego Rísquez”. Habían sido estas historias, presentadas en salas de cine, las que le enseñaron que en la actuación se pueden tener varios amores a la vez.

Pero Anabella nunca fue una mujer ni una actriz convencional, ella quería ir más allá, así que, a través de su recién estrenada productora, Tactus Pro, empezó a desarrollar un programa artístico para Socieven, la Asociación de Sordociegos de Venezuela.

“Yo revolucioné Socieven” dice, entre risas, “porque comencé por la parte artística, pero quise abarcarlo todo”.  Para el momento, la fundación nada más estaba funcionando en Caracas, pero Anabella entendió que tenían toda la infraestructura y el equipo para llegar a nivel nacional. “Así que se cambió todo y pasamos a ser una fundación de entrenamiento y de capacitación”.

cortesía anabella troconis

Su motivación por ayudar con este impulso venía de su percepción: “Todos veían a los niños sordo-ciegos como ‘pobrecitos’. Yo en cambio veía en ellos tremendo potencial. Eran genios y estaban mucho más claros que nosotros”. Entendió que existía una similitud importante entre las personas con esta condición y los artistas, esa hipersensibilidad, ese sexto sentido.

socieven sordociegos

Pero el trabajo duro y demasiadas actividades comenzaron a enfermarla. Anabella estaba dejando todo para ayudar a los demás, pero entendió, en ese momento de vulnerabilidad, que el trabajo empezaba por ayudarse a ella misma.

La actriz tomó una decisión intempestiva: “Voy a parar para hacer un cleaning”. Fue así que abandonó todos sus proyectos para dedicarse un tiempo para ella. “Renuncié a la telenovela que estaba grabando con Venevisión, renuncié a Socieven, cerré Tactus Pro en su mejor momento”. Ella también merecía tener un mejor momento pero esta vez a solas.

Una vez más su entorno la miraba como la “impulsiva” que lo dejaba todo. Esta vez no era su familia, sino su círculo cercano de actores, productores, directores y managers. El único proyecto que quiso mantener a su lado fue el de un libro.

Los años pasaron y Anabella se casó con Nicolás Kogan, un amigo argentino que conoció en Madrid en los años que vivió en Europa, amigo que -cuando se conocieron- a ella no le llamó la atención y a él, ella le pareció bonita pero demasiado alta.

A pesar de que ella no creía en los príncipes azules, ni en la caminata hacia el altar, ni en los vestidos blancos, el destino dio sus vueltas y, al cabo de un tiempo, se casaron y comenzaron a formar una familia entre las playas de Puerto Rico y las agitadas calles de Nueva York.

“Primero nos casamos por civil, en una ceremonia chiquita y luego, en el 2017, nos casamos religiosamente. Mi esposo todavía me dice que fue la única forma en la que logró casarme, en etapas, porque sabía que soy, como el mismo me dice, una potra indomable. Mi papá decía que hasta que no lo viera no lo iba a creer. El día del matrimonio en Puerto Rico decía que él no brindaba si no hasta el día siguiente, porque yo ya me había comprometido tres veces antes de Nico”.

Luego tuvo a sus dos hijas, y terminó de formar su linda y feliz familia. Gracias a sus recuerdos de infancia, en el año 2015 funda ese preescolar que tanto le recordaría a su amado El Principito. Así, pudo darse el lujo que muchas madres en la actualidad no pueden darse: trabajar y al mismo tiempo ver crecer a sus hijas, teniéndolas bien cerquita.

La música llegó para brindar paz y felicidad

Durante esos primeros años de matrimonio, en los que nacieron sus niñas, y de lo que podría definirse como un “receso público”, porque su mente nunca paró de generar ideas, ni proyectos, Anabella comenzó a experimentar con otra manifestación de las artes: la música. Este encuentro no era nuevo o fortuito, en su infancia había sido parte del Conservatorio de la Universidad de Los Andes.

Se encontró en el camino a Héctor Rodríguez, un profesor de canto experto en una técnica que buscaba la sanación del cuerpo a través de las notas musicales, más que una entonación perfecta. Habían coincidido en el momento perfecto, como las últimas piezas de un rompecabezas que encajan milimétricamente para develar un paisaje.

Lo que empezó como una tímida exploración, terminó con un álbum lleno de canciones de su autoría y en las que se escucha su agradable y especial voz.

“El hecho de tener un estudio en casa me permitió disfrutar del proceso, sin acelerarme, sin querer abarcarlo todo y sobre dodo, cerca de mi familia”.

Más que dinero, fama, reconocimiento, premios Grammy y hits, Anabella busca proyectos que le hagan bien. Para ella lo más importante del proceso de autoría es sanar y entender el mundo a través de sus canciones. La cantautora usa ese método de sanación para componer. “En el momento en que algo comience a estresarme y enfermarme, entonces sabré que es tiempo de decirle adiós. Yo estoy aquí porque el canto me hace bien, porque el canto como las otras expresiones artísticas que he explorado me quitan la timidez, me ayudan a comunicarme mejor, porque escribir me hace bien, me hace feliz”.

Nace Anabella Mondi

Pero ¿de dónde nace el nombre Anabella Mondi? A pesar de amar sus apellidos de pila y adorar y admirar con toda su alma a sus padres, desde hacía ya mucho tiempo, esta mujer polifacética buscaba un nombre que la representara mejor en el mundo artístico. Hablando con su tía, experta en cuestiones de branding, salió la idea de seguir con su nombre Anabella y agregarle el “mondi”, haciendo referencia al mundo, a esa capacidad de ser ciudadana de varios sitios que le han permitido echar sus raíces y a la versatilidad de sus talentos.

Sus letras hablan mucho sobre la mujer, intentando ser un impulso para que quien escuche comience a creer en sí misma, para que persiga sus sueños, cumpla sus metas y no vea barreras demasiado altas.

“Les canto utilizando mi método de sanación y desde una posición comprensiva, por mi experiencia, por mis proyectos, por todos los miedos que he tenido que vencer y por los prejuicios que he ido rompiendo con los años”, expresa.

Anabella Mondi está trabajando en dos álbumes, uno de covers, ya ha sacado canciones muy reconocidas como Gracias a La Vida y otro con canciones de su autoría que pueden ser escuchados en todas las plataformas musicales (Spotify, Apple Music, SoundCloud) y en su canal de YouTube (Anabella Mondi).

Este mes, Anabella Mondi lanzará su primer álbum de 13 sencillos, que se llamará Veneno del bueno y, cada mes, los que disfrutan de su música tendrán un single nuevo. Entre las tonadas, hay una canción compuesta para su natal Venezuela, que esperamos con ansias.

También la cantautora nos da la primicia de que este viernes 7 de agosto, a las 10 de la mañana, Anabella Mondi lanzará en su canal de YouTube, el video del cover Cucurrucucú Paloma de Tomás Méndez.

«Traigo ese clásico mexicano a la modernidad con un estilo electrónico y bailable, porque esa es la idea de los covers, traer canciones clásicas del mundo a las nuevas generaciones”, dice.

cucurrucucu paloma
Portada de la versión que hace Anabella Mondi de ese clásico mexicano

Su mensaje para la mujer

Para Anabella Troconis, o Anabella Mondi, otro de sus fines primordiales es ayudar a otros, por eso es que aprovecha su voz para hacerle llegar a las mujeres, sobre todo a aquellas que aun no encuentran su propia voz, un importante mensaje:

“Lo primero que le recomendaría a una persona que se sienta deprimida, frustrada, es que primero se enfoque en sanar emocional y físicamente. Y para sanar tenemos que hacer el esfuerzo de sacar de nuestras vidas todo aquello que nos hace daño, sean personas, estilos de vida, trabajos o hasta alimentos. Una vez que logren hacer esa ‘limpieza’ podrán volverse a construir, como siempre quisieron ser, ladrillo a ladrillo”. Concluye que la motivación detrás de sus proyectos nunca ha estado puesta sobre un Óscar, un Grammy o cientos de ceros en un cheque, sino en la fluidez de que una cosa llevará a la otra, como un proceso orgánico y natural.

“Ser independiente es el valor más hermoso que una mujer puede tener. No importa si estás casada o rodeada de tu familia. Pero la felicidad será plena cuando entiendas que no puedes perder tu identidad, a pesar de tener compañía”.

Como siempre, llena de proyectos

Años después, Anabella se siente en el sitio perfecto para reabrir Tactus Pro, uno de sus primeros proyectos. Pero como fiel creyente de la fluidez y la transformación, ahora la productora se inclina hacia la música y se ha convertido en un sello disquero.

Tactus pro
Anabella Mondi relanza Tactus Pro

Tactus Pro Music es el ave fénix que renace y vuelve a volar, ahora al ritmo de varias melodías. También podrás encontrarla todos los martes a las 7:00 pm en un live a través de su cuenta de Instagram, escuchar el playlist que comparte todos los viernes por Spotify o suscribirte a su newsletter de todos los domingos. También pueden meterse en su página web anabellamondi.com.

No se despide sin antes mencionar lo mucho que ama y extraña a Venezuela, el cielo azul de Caracas, los Llanos, el húmedo frío de Los Andes y un buen compás de música llanera.

“No sé cómo saldremos de estos tiempos tan duros, pero sé que somos únicos y que lo lograremos”, dice la talentosa Anabella Mondi.

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