La historia detrás de los guantes de Bernie Sanders
En este momento son los guantes más famosos del mundo. Su bonita historia nos lleva a una maestra de segundo grado de 42 años y a unos suéteres reciclados en el frío estado de Vermont
En este momento son los guantes más famosos del mundo. Su bonita historia nos lleva a una maestra de segundo grado de 42 años y a unos suéteres reciclados en el frío estado de Vermont
Ni el enorme broche dorado de Lady Gaga, ni el elegante traje morado de Kamala Harris ni los muchos brazaletes de Jennifer López han dado tanto que hablar sobre los looks de la toma de posesión de Joe Biden como los sencillos guantes de Bernie Sanders.
Los smittens (mitad guantes-mitad suéter) se destacaban porque, en medio de tanto lujo, lucían artesanales y hogareños. Y es que precisamente eso es lo que son. Los elaboró a mano Jen Ellis, una maestra de Vermont, el mismo estado de donde es Sanders. Y se los regaló al senador en 2016 para que se abrigara durante una campaña. Jamás se imaginó que los llevaría «a un evento de tan alto nivel como la toma de posesión», contó CNN.
Los guantes de Bernie Sanders se robaron las miradas y las sonrisas en la toma de posesión y luego se adueñaron de las carcajadas por la cantidad de memes que se sucedieron unos tras otros. Y, claro, todo el mundo quiere unos. Cuando se supo que los había hecho Jen, le llovieron las peticiones.
«Lamentablemente no tengo más para la venta. Pero hay muchos buenos artesanos que los hacen», escribió la maestra en su cuenta de Twitter.
Le han solicitado cerca de 6.000 pares. «No hay manera que yo pueda hacer esa cantidad» dijo a Jewish Insider. También contó que, cada vez que entra a su correo electrónico, encuentra «varios cientos» de nuevas peticiones.
Nuevos iconos del estilo grumpie chic, los smittens que elaboró Jen están hechos con suéteres reciclados y por dentro están forrados de pellas de botellas también recicladas.
Al preguntarle a Bernie Sanders por qué los había llevado a la toma de posesión de Joe Biden simplemente respondió: «Bueno, a la gente de Vermont nos gusta abrigarnos».