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Naufragio del "Estrella Oriental" en China acaba con 365 desaparecidos

El Gobierno chino consideró este jueves que no hay posibilidades de encontrar más sobrevivientes.

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Foto: EFE

No hay esperanza de vida en el «Estrella Oriental», la embarcación que naufragó el lunes pasado en el río Yangtsé en China con 456 personas a bordo y de las que tan sólo 14 han sobrevivido.

Después de tres días de complicados y continuos trabajos de rescate en un río de condiciones complicadas para una tarea de ese calibre, el Gobierno chino consideró este jueves que no hay posibilidades de encontrar más sobrevivientes.

«Tras una intensa exploración (del buque), no hemos encontrado signos de vida (dentro del barco). Los expertos dicen que la posibilidad de que haya supervivientes es muy, muy limitada», afirmó ante los medios el responsable de la operación, Xu Chengguang, quien elevó la cifra de cuerpos encontrados a 77.

Una vez descartada esta posibilidad, las autoridades decidieron hoy devolver el navío a su posición normal, ya que en el naufragio -causado en principio por un tornado, aunque se siguen investigando las causas- el buque se volteó.

De la mano de inmensas grúas que sobresalen del caudaloso río, los buzos amarrarán el barco casi hundido -aún sobresale la quilla del agua- con cables de acero y dos embarcaciones de 500 toneladas cada una darán el empujón final para que el «Estrella Oriental» vuelva a su posición natural.

La operación comenzó esta noche local y no se sabe cuánto puede prolongarse, ya que sigue habiendo muchas dificultades, entre ellas, las corrientes del río y la falta de visibilidad en el agua.

Una vez «en pie», los equipos registrarán cabina por cabina en busca de víctimas, cuyo número se espera que ascienda a centenares, pues la mayoría de los pasajeros que viajaban en el navío -jubilados de turismo entre 50 y 80 años- estaba ya durmiendo cuando se produjo el naufragio, que ocurrió en poco más de un minuto.

En Jianli, la ciudad por donde pasa el tramo del Yangtsé escenario del siniestro, las autoridades ya se preparaban para lo peor desde esta mañana.

Cientos de ataúdes eran preparados en el tanatorio local, custodiado por un fuerte dispositivo militar y policial que evitaba que los numerosos curiosos o los pocos familiares que se acercaban pudieran acceder al mismo.

En el exterior, no obstante, se instaló una carpa en la que una mujer era consolada por varios funcionarios.

«Seis personas de mi familia iban en el barco. Han encontrado sólo el cuerpo de mi madre, de 63 años», relató a los periodistas que esperaban frente al tanatorio poco antes de romper a llorar.

«Las autoridades me dicen que espere en el hotel», se quejó la mujer, acompañada de su marido y que fue rápidamente escoltada por varios trabajadores del condado hacia una furgoneta «invitándole» a dejar de hablar con la prensa.

Las autoridades no pierden de vista a los familiares, a quienes no dejan acercarse al lugar donde se llevan a cabo las tareas de rescate si no es en un viaje oficial, como ocurre con los periodistas.

Según pudo constatar Efe, los accesos al río estuvieron fuertemente bloqueados todo el día por un numeroso grupo de militares y jefes de policía.

«Debéis tener un permiso», indicó a Efe un agente a la entrada de un camino que da al río, en tono cordial, pero firme, y sin detallar de qué documento se trataba y dónde se podía conseguir.

Algunos familiares, no obstante, consiguieron ser llevados por el Gobierno local al Yangtsé, en grupos pequeños y en una visita en la que sólo pudieron acercarse al lugar unos minutos.

«No estoy satisfecha con el trabajo que se ha llevado a cabo (…) Creo que los medios nos mienten», opinó una mujer de avanzada edad, cuyo marido de 70 años es uno de los desaparecidos del naufragio, a un reducido grupo de periodistas, entre ellos Efe, a la entrada del ayuntamiento, donde algunos de los afectados se desplazaron para pedir más información.

El grupo, procedente de Nankín, participó posteriormente en la primera reunión que se celebró entre familiares y autoridades y en la que pudieron manifestar su enfado con la gestión del Gobierno y pedir respuestas.

«¿Cómo se va a llevar a cabo el reconocimiento de los cuerpos?», «¿Van a trasladar los cadáveres a nuestras ciudades? La tradición china manda enterrarlos en su ciudad» o «¿Va a haber más encuentros? Hemos esperado mucho tiempo», eran algunas de las preguntas y comentarios de las familias, formadas sobre todo por hijos que ya veían difícil volver a ver con vida a sus padres. 

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