Este nuevo lanzamiento de un misil balístico por parte de Pyongyang, después de dos meses sin disparos, ningunea los esfuerzos diplomáticos del mandatario republicano en su reciente gira por Asia que, según el, tenía como objetivo «unir al mundo contra la amenaza del régimen norcoreano».
El misil fue disparado el miércoles de madrugada hora norcoreana desde Sain-ni, cerca de Pyongyang, y cayó frente a Japón. El Pentágono precisó que el misil no supuso un peligro ni para Estados Unidos ni para sus aliados.
Las respuestas tanto de los vecinos de Corea del Norte como de Estados Unidos no se hicieron esperar.
Además de la advertencia de Trump desde la Casa Blanca, el secretario estadounidense de Defensa y jefe del Pentágono, el general James Mattis, afirmó que los militares surcoreanos habían disparado misiles de precisión «para estar seguros que Corea del Norte entienda» que sus misiles pueden ser derribados.
Según él, el proyectil, que cayó en el mar de Japón después de volar unos 1.000 kilómetros, alcanzó la mayor altura registrada en los ensayos norcoreanos y representa «una amenaza para todo el mundo», declaró Mattis, junto a Donald Trump.
Se trata de un «acto violento» que «no puede ser tolerado», denunció por su parte el primer ministro japonés, Shinzo Abe.
Trump y Abe mantuvieron una conversación de emergencia para evaluar su respuesta, indicó el asesor del presidente estadounidense Dan Scavino, que publicó una imagen en Twitter del mandatario hablando por teléfono.
En el plano diplomático, Japón, Estados Unidos y Corea del Sur pidieron una reunión de urgencia del ONU, que ya ha adoptado varias series de sanciones contra el régimen norcoreano, sin conseguir que se siente a la mesa Consejo de Seguridad de la de negociaciones.
Esta reunión se celebrará el miércoles a las 21H30 GMT.
– ‘Opciones diplomáticas’ –
En tanto, el secretario estadounidense de Estado, Rex Tillerson, dijo que «las opciones diplomáticas» para resolver la crisis con Corea del Norte siguen «sobre la mesa por el momento».
El jefe de la diplomacia estadounidense, además, formuló un llamado a la comunidad internacional a «tomar nuevas medidas» al margen de las sanciones ya aprobadas por el Consejo de Seguridad, «incluyendo el derecho a prohibir el tráfico marítimo de bienes desde y hacia Corea del Norte».
Los esfuerzos diplomáticos a varias bandas de Washington, especialmente a través de China, para intentar poner fin a las actividades balística y nuclear de Corea del Norte parecen tener poco peso en las decisiones del líder Kim Jong-Un.
El lanzamiento fue efectuado ocho días después de que Washington decidiera volver a incluir a Corea del Norte en la lista negra de los países patrocinadores del terrorismo, un gesto que Pyongyang calificó de provocación grave.
El 3 de septiembre, Corea del Norte efectuó su sexto ensayo nuclear, el más potente hasta la fecha. Según Pyongyang, se trataba de una bomba de hidrógeno capaz de ser montada en sus misiles de largo alcance.
El 15 de septiembre, menos de una semana después de que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara nuevas sanciones contra el régimen norcoreano, Pyongyang disparó un misil balístico que sobrevoló Japón, a unos 3.700 km al este de su punto de partida, según Seúl.
La ausencia de lanzamientos desde entonces había creado la expectativa de que el endurecimiento de las sanciones de la ONU daba sus frutos.
Y más teniendo en cuenta que Estados Unidos incitó al resto de la comunidad internacional a tomar medidas unilaterales.
Washington había pedido a China, principal apoyo económico de Pyongyang, que dejara de respaldar a su vecino. Trump se mostró confiado sobre este aspecto tras su reciente visita a Pekín, pese al escepticismo de muchos observadores.
Estados Unidos espera que, cuando Kim Jong-Un esté totalmente aislado, sometido a un importante bloqueo económico y bajo las constantes amenazas militares del mandatario estadounidense, el líder norcoreano acabará aceptando negociar su programa nuclear.]]>