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Raúl Castro, de la herencia al traspaso del poder

El presidente cubano Raúl Castro, de 86 años, a la sombra de su hermano Fidel por décadas antes de tomar las riendas del país hace 11 años, lleva a Cuba por el camino de moderados cambios que incluyen un relevo generacional en abril de 2018.

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FOTO: ARCHIVO AFP | ADALBERTO ROQUE

Raúl, histórico ministro de Defensa y segundo hombre del Partido Comunista (PCC, único), pasó a primer plano en julio de 2006 cuando un repentino problema de salud forzó a su hermano mayor a ceder el poder a quien siempre presentó como su sucesor.
En 2008, asumió formalmente la presidencia del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, después que Fidel renunciara a su protagonismo.
Reservado y paciente, ante un Fidel locuaz y exuberante, Raúl emergió gradualmente como el hombre fuerte del poder tras despedir a los más cercanos compañeros de ruta que Fidel le había legado en 2006, reemplazándolos por fieles militares y caras nuevas.
Los hermanos Castro escribieron una historia única de cooperación en el poder, a la cabeza de una pequeña isla que ha estado enfrentada por más de medio siglo a la superpotencia de Estados Unidos, apenas 150 km al norte de sus costas.
Para muchos historiadores, fue esta alianza inquebrantable entre Fidel y Raúl la que le permitió a Cuba sobrevivir, no solo los ataques del «enemigo imperialista», como denominan a Estados Unidos, sino también a la caída del «hermano mayor soviético» a finales de la década de 1980.
Junto a Fidel, un estratega visionario con un carisma desbordante, siempre se vio al incansable organizador Raúl tejiendo pacientemente la red de lealtades al régimen.
Alternando el uniforme militar, la guayabera o el traje cruzado, a Raúl no le gustan los medios, pero es conocido por su vivacidad y su sentido del humor, sutil pero punzante.
Fue por su talento de organizador meticuloso que Fidel le confió rápidamente a Raúl las riendas de las «Fuerzas Armadas Revolucionarias». Esta misma cualidad llevó al ejército cubano a exitosas campañas militares en Angola y Etiopía, en los 1970 y 1980.
Con esa paciencia y minuciosidad, Raúl convirtió al ejército en pilar de la economía cubana, primera razón para la supervivencia del régimen en los años 1990.

– Reformas y deshielo –

Una vez en el poder, Raúl Castro abrió Cuba a una economía de mercado al permitir a los cubanos en 2011 vender sus automóviles y casas, a la vez que los alentó a dejar el sector público para trabajar por cuenta propia.
Pero esta «actualización», que se proponía romper con un modelo económico obsoleto, dejó a actores y observadores insatisfechos. Desde 2016, la isla está luchando por reactivar su economía en un contexto marcado por el prolongado embargo de Estados Unidos y las dificultades de su aliada Venezuela.
En 2013, Raúl también levantó severas restricciones de medio siglo para viajar al exterior, una demanda clave de una disidencia que devino más moderada sobre todo porque el nuevo presidente vació progresivamente las cárceles de opositores, privilegiando una represión menos enfocada en fuertes condenas.
Pero, sobre todo, Raúl fue el arquitecto del histórico acercamiento anunciado a finales de 2014 con Estados Unidos, tras adoptar una diplomacia más pragmática. Siempre inflexible en lo fundamental, fue capaz de dar a Washington las garantías necesarias para iniciar un deshielo hoy cuestionado por la administración de Donald Trump.
En los últimos meses, Raúl Castro puso freno a las reformas y sentó las bases para pasar el bastón -en abril de 2018- a una nueva generación, nacida después del triunfo de la Revolución.
Raúl siempre ha expresado un agudo sentido de familia, lo contrario de su hermano. Su esposa Vilma Espín, compañera de armas de la Sierra Maestra, presidió por largos años la Federación de Mujeres Cubanas.
La pareja tuvo cuatro hijos, incluido Alejandro Castro Espín, un coronel de 52 años experto en relaciones internacionales. Él representó a Cuba de 2013 a 2014 en las negociaciones secretas que llevaron al histórico acercamiento con Washington.
Varios analistas destacan que Alejandro Castro podría jugar un papel más destacado detrás del delfín designado por el presidente, el actual vicepresidente Miguel Díaz-Canel, de 57 años.]]>

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