«El ataque fue generalizado, prácticamente fue una invasión a la ciudad con armamento pesado porque se escuchaban ráfagas… No conozco cosas de guerra pero en varios momentos disparaban seguido» dijo a la AFP el sacerdote Augusto Gutiérrez, del barrio Monimbó de Masaya.
Los atacantes «eran antimotines y grupos de civil que entraron en camionetas (a la ciudad)…con armas de fuego, lo que hizo retroceder a los muchachos (que estaban en las barricadas) y se defienden con piedras, hondas y morteros», contó el religioso.
Tras los incidentes, la vicepresidenta Rosario Murillo llamó a retomar el diálogo porque «todos queremos la paz, queremos el diálogo, queremos trabajar juntos y escucharnos, discutir todos los temas porque para todo hay solución».
Los obispos de la Conferencia Episcopal anunciaron el jueves pasado que no reanudarán el diálogo que desde mayo se llevaba a cabo entre el gobierno y los opositores, mientras el pueblo «continúe siendo reprimido y asesinado» en las protestas.
Otras cinco personas murieron en enfrentamientos el sábado en la ciudad, lo que eleva a 10 el número de muertos en Masaya el fin de semana, incluyendo un policía, informó el presidente de la Asociación Nicaragüense de Protección a Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva.
Leiva expresó preocupación por denuncias de «un objeto no identificado sobrevolando» la ciudad, que podría ser un dron o una avioneta. Después «los ciudadanos empezaron a sentir un olor fétido presumiendo en ese momento que era producto de los gases lacrimógenos».
Los paramédicos dijeron que atendieron a personas «con vómitos, ardor en la piel, ojos y diarrea», comentó por separado Gutiérrez.
El subdirector de la policía, Ramón Avellán, en declaraciones a medios oficiales, dijo que «estos elementos (manifestantes) están apertrechados con armas de fuego» y que la institución «se vio obligada» a salir de sus cuarteles para restablecer el orden.
Masaya, 30 kilómetros al sureste de Managua, con unos 100.000 habitantes, es una ciudad de artesanos y pequeños agricultores y ha sufrido saqueos e incendios, lo que ha obligado a la población a bloquear sus entradas para evitar estos ataques.
«Existe una profunda crisis de violación de derechos humanos (…) por parte de un estado que no demuestra la voluntad política de mejorar» el respeto a derechos fundamentales, apuntó Leiva.
– A sangre fría –
Al menos dos de los fallecidos en la jornada violenta del sábado fueron ejecutados por agentes del orden, según testimonios que pobladores le han dado al sacerdote Gutiérrez y al activista Leiva.
A uno de los muertos identificado con el alias de ‘El Mono’, «una mujer policía lo mató allí frente a la iglesia San Miguel. El muchacho estaba sin armas, sin nada. Estaba de rodilla y le gritó (a la mujer policía): si me vas a matar, mátame», y ella disparó, contó el sacerdote en base a la versión de testigos.
El otro era un menor de 15 años, «él suplicó por su vida, que no tenía nada (armas) y no respetaron», agregó el religioso.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el informe de su visita a Nicaragua entre el 17 al 21 de mayo advirtió de posibles ejecuciones extrajudiciales con francotiradores en algunas zonas del país.
La crisis política de Nicaragua entró al temario de la Asamblea Anual de la OEA con un proyecto de declaración de «apoyo al pueblo de Nicaragua».
Al comenzar la octava semana de protestas, se reportan unos 48 bloqueos de carreteras en todo el país, a los que el gobierno ha intentado desalojar sin éxito, porque en la mañana quitan los obstáculos y por la tarde y noche los manifestantes lo vuelven a poner.
Los opositores al gobierno, mediante redes sociales, piden a la población que tengan reservas de alimentos, agua, productos de primeros auxilios y adoptar medidas de seguridad en sus vecindarios. También instan a no pagar impuestos ni servicios de agua y energía.
En la capital, al caer la noche, prevalece un virtual estado de sitio impuesto por grupos de motorizados que recorren las calles y atemorizan a la población, ha denunciado el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Las protestas antigubernamentales comenzaron el 18 de abril, encabezadas por estudiantes contra una fallida reforma a la seguridad social, y se generalizaron a otros sectores como reacción a las muertes de manifestantes.