Internacionales

Un año de la barbarie que acabó con la vida de más de 500 personas en Somalia

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AP/referencia

Lo que comenzó siendo un soleado día de sábado en Mogadiscio se transformó en segundos en uno de los mayores baños de sangre del continente africano, después de que un doble atentado con camiones bomba matara a más de 500 personas en la capital somalí hace hoy un año«Fue el ataque terrorista más mortífero de África, y esos ataques terroristas equivalen a un crimen de guerra», recordó hoy en su cuenta de Twitter el representante de la ONU en Somalia, el sudafricano Nicholas Haysom.

Coincidiendo con el primer aniversario, un tribunal militar ejecutó esta madrugada la pena de muerte que pesaba sobre Hassan Adan Isak Ali, uno de los cabecillas de este suceso, que ha muerto fusilado.

Hoy, en un gesto reconciliador, muchos somalís se congregaron en una ceremonia en honor a las víctimas, donde guardaron un minuto de silencio en memoria de sus seres queridos, informaron medios locales.

Para muchos supervivientes, aunque el tiempo pase las heridas permanecen abiertas, incapaces de sanar en un contexto de inseguridad permanente, en el que los atentados aleatorios continúan siendo el pan de cada día.

«No es fácil superar una situación en la que tu madre y tu hija -quienes estabais juntas- mueren en una explosión bomba mientras tú sobrevives», reconoce la somalí Fadumo Haji Ali, en una entrevista difundida por la misión de la ONU en Somalia (UNSOM).

«El dolor de la pérdida te consume», afirma limpiándose las lágrimas, temerosa de que pueda sucederle lo mismo a la única hija que le queda con vida.

Los mortíferos ataques se produjeron, en cuestión de minutos, en frente de un hotel y de un concurrido mercado de la intersección «Kilómetro 5»; una de las zonas más concurridas de la capital y sede de oficinas gubernamentales, hoteles y restaurantes.

«Nunca he visto semejante horror en mi vida. Cuerpos y coches calcinados por todas partes. Edificios destruidos. Me sentí impotente», recuerda al diario keniano The Standard el entonces alcalde de Mogadiscio, Thabit Abdi Mohamed.

«Me di cuenta de que se trataba de un desastre que no podíamos gestionar solos, teniendo en cuenta nuestros débiles y, a veces, incluso inexistentes servicios de emergencia en aquel entonces».

Por ello, Mohamed se involucró en movilizar a centenares de ciudadanos mediante el uso de las redes sociales, hasta lograr que voluntarios trabajaran día y noche entre los escombros, así como que acudieran a donar sangre a los atestados hospitales de Mogadiscio.

Campañas online como «Gurmad Qaran» o «Save the Nation» recaudaron millones de dólares, y tanto países vecinos como la comunidad internacional escucharon el grito de Somalia, respondiendo incluso con apoyo aéreo para trasladar a los heridos más graves.

«Creo que salimos fortalecidos. Por primera vez, nos dimos cuenta de que cuando nos juntamos suceden grandes cosas», opina Mohamed, quien añade que «el ataque unió a la gente como nunca antes y, a través de esa unidad, enfrentamos el desastre y lo superamos».

Un año después, el grupo yihadista Al Shabab -que se adhirió formalmente en 2012 a la red internacional de Al Qaeda- sigue sin proclamarse responsable de esta matanza, quizá, intimidado por el fuerte rechazo a escala global que desató tal barbarie.

Y también un año después, este país africano, junto a los esfuerzos de la ONU y de potencias como EEUU -que realiza ataques regulares con drones a objetivos de Al Shabab- continúa sin querer resignarse a los horrores del terrorismo.

«La comunidad internacional no puede hacerlo todo. La responsabilidad recae sobre nosotros, somalís, de trabajar duro y arreglar nuestro país. Creo que puede hacerse», reflexiona Fadumo. 

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