Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de 50 países, entre ellos Estados Unidos, reivindicó el martes el apoyo de un grupo de «soldados valientes» desde una base militar de Caracas, pero Maduro sofocó las posteriores protestas callejeras en cuestión de horas.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, reafirmó el miércoles que una «acción militar es posible» en Venezuela. Pero Washington ya ha actuado con contundencia en los últimos tres meses imponiendo, entre otras medidas, duras sanciones a la compañía petrolera estatal del país sudamericano, fuente de ingresos primordial para el gobierno de Maduro.
Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano, dice que el intento de sublevación militar impulsado por Guaidó recuerda su fracaso para introducir ayuda humanitaria extranjera en Venezuela en febrero.
«Claramente, las fuerzas de la oposición subestimaron la resistencia de Maduro en el poder y su habilidad de enfrentar presión significativa en las calles», afirma Shifter.
Según él, las amenazas directas de la administración estadounidense de Donald Trump «no ayudan y muchas veces son contraproducentes» para ayudar a Venezuela, que está sumida en una grave crisis económica que ha hecho emigrar a más de 3 millones de personas desde 2015, según la ONU.
«La mayor parte de esa política parece haber sido elaborada más por deseos que por una estrategia clara», opina.
Presionar con comunicados
La administración de Trump ha aumentado su ofensiva psicológica contra Maduro, al que presenta como un líder débil y dependiente de sus aliados Rusia, Cuba y China.
El martes, mientras el alzamiento militar se estancaba, Pompeo sorprendió a todos al afirmar que Maduro estaba listo para abandonar su país rumbo a La Habana por la mañana, pero que Rusia lo disuadió de irse. Una información desmentida por Moscú y por el presidente venezolano.
En una decisión bastante desconcertante, el gobierno estadounidense dio los nombres de tres oficiales venezolanos, entre ellos el ministro de Defensa, que, según Washington, se habían comprometido a respaldar a Guaidó, jefe de la Asamblea Nacional.
Ted Galen Carpenter, miembro del Instituto Cato, un centro de análisis que defiende ideas libertarias, recuerda que los militares son un actor clave para mantener a Maduro en el poder y afirma que Washington se sorprendió por las pocas defecciones logradas tras el llamamiento de Guaidó.
«Estados Unidos era demasiado optimista y la administración y sus defensores siguen dando excusas sobre los motivos por los que Maduro se ha mantenido en el poder, exagerando incluso mucho el papel de Rusia y de China», opina Carpenter.
El analista cree que en los próximos días se verá si Guaidó puede realmente lograr un importante levantamiento popular y se comprobará que Washington tiene pocas más opciones que endurecer aún más las sanciones contra Venezuela.
«Lo que me preocupa es que Estados Unidos aumente la tentación de salvar las apariencias (…) interviniendo directamente con sus fuerzas militares, algo que, para mí, empeoraría aún más la situación», explica.
Llamamientos a los militares
El senador Rick Scott, de Florida, un estado que cuenta con una importante comunidad de origen venezolano, instó a Trump a movilizar militares para llevar ayuda humanitaria al país sudamericano por la fuerza.
El congresista republicano Jim Banks, muy activo en cuestiones militares, aseguró que Estados Unidos debería plantearse un despliegue naval y terrestre con el objetivo de «no provocar violentamente, pero sí advertir con firmeza».
Trump ha usado el tema Venezuela como parte de una batalla ideológica contra el socialismo y ha intentado vincular la maltrecha economía del país con el Partido Demócrata estadounidense, que sin embargo ha apoyado en su mayoría las presiones de la administración contra Maduro.
Pero muchos expertos dudan que, incluso entre los miembros más duros del gobierno estadounidense, se piense seriamente en emprender una guerra con un país que pocos estadounidenses consideran como una amenaza.
«Nos pueden recordar muchas veces que la opción militar está sobre la mesa, pero, teniendo en cuenta que no se ha utilizado hasta el momento y que no está claro que resuelva ninguno de los problemas fundamentales, pienso que el gobierno de Maduro lo puede considerar simplemente como un bluff de Estados Unidos», dice Ivan Briscoe, director del área de América Latina en el centro de análisis International Crisis Group.
El gobierno estadounidense ha rechazado hablar con Maduro, pero, según Briscoe, el diálogo en Venezuela es el mejor camino.
«Está bastante claro que el gobierno no puede sobrevivir un largo, interminable periodo de sanciones, ni tampoco esos estallidos de inestabilidad una vez por mes. Y la oposición entiende claramente que el apoyo estadounidense no puede derrocar al gobierno», explica.
«Eso sugiere que estamos ante un punto muerto en el que ninguno puede derrotar al otro y en el que la única solución es sentarse juntos», opina.