La mandataria de Taiwán, Tsai Ing-wen, logró una aplastante victoria en las elecciones presidenciales, en las que sacó casi veinte puntos de ventaja al candidato prochino Han Kuo-yu, del Kuomitang (KMT). Tras lograr el triunfo no tardó en afirmar que espera que Pekín pueda interpretar la señal que envían los resultados.
La candidatura a su reelección para un segundo mandato recibió 8.170.231 votos (57,1% un punto más que logró hace cuatro años), su rival obtuvo 5.522.119 votos 38,6% de apoyo.
En las elecciones legislativas que se celebraban simultáneamente, la diferencia entre las fuerzas que apoyan a ambos aspirantes fue mucho más estrecha.
El Partido Progresista Democrático (PPD) de Tsai ganó por un estrecho margen de menos de un punto, al conseguir 33,9% frente a 33,3% de la formación de Han, aunque todavía se desconoce el reparto de escaños.
En las últimas elecciones al Parlamento de 2016, el PPD había logrado por primera vez la mayoría absoluta, con 68 escaños frente a los 35 diputados del Kuomintang.
La participación de 75,2%, fue muy superior a 66,27% registrado en 2016, lo que explica también la victoria de Tsai, debido a la afluencia a las urnas de más de un millón de jóvenes, menos partidarios de la relación con China, que ejercían su derecho al voto por primera vez este año.
Tsai compareció ante los medios, poco después de haberse escrutado la mayoría de los votos, en el cuartel general del PPD en Taipéi y aseguró que los resultados electorales demuestran que los taiwaneses no aceptan las amenazas de China.
Entiendan la señal
«Espero que los resultados envíen la señal correcta a China y que esta sepa interpretarlos», afirmó la reelegida presidente, que ha visto ratificada en las urnas su actitud de firmeza ante Pekín.
Tsai, quien defendió el status quo de la isla durante sus primeros cuatro años de mandato y mantiene una posición dura con la China continental, obtuvo un triunfo impensable hace menos de un año, cuando las encuestas situaban a Han con veinte puntos de ventaja sobre ella.
Desde entonces, las protestas y la situación de violencia en Hong Kong, unidas a unas declaraciones del presidente chino, Xi Jingping, en las que no excluyó el uso de la fuerza para hacer regresar a Taiwán a la esfera china, contribuyeron a aupar a Tsai hasta hacerle dar la vuelta a los sondeos y al resultado de las urnas.
Los taiwaneses se veían hoy ante la disyuntiva de elegir entre ella y Han, que defendía un mayor acercamiento a Pekín, aunque tampoco aceptaba el principio de una sola China por el que aboga el régimen comunista.
Tsai aprovechó su comparecencia tras la victoria para instar a las autoridades de Pekín a abandonar las amenazas e intimidaciones en relación con el estrecho de Formosa, que separa la isla de la China continental, y recalcó que las elecciones dejaron claro que Taiwán nunca admitirá esas prácticas.
«Los resultados demuestran que, cuando nuestra soberanía y democracia están amenazadas, los taiwaneses responden», afirmó.
Defensa nacional
Flanqueada por su próximo vicepresidente y por la mayoría de los dirigentes del PPD, Tsai aseguró que su gobierno mantuvo en los últimos cuatro años una actitud no provocativa respecto al estrecho, pero dijo que, aun así, China les pretende llevar a aceptar condiciones inaceptables en una creciente presión.
Debido a ello, añadió, tuvieron que establecer capacidades nacionales de Defensa para mantener la seguridad en el corredor marítimo que les separa de China, surcado con frecuencia por buques militares de Estados Unidos.
Resaltó que tanto China como Taiwán tienen la responsabilidad de mantener pacíficas sus relaciones, así como la estabilidad en el estrecho, y subrayó que la democracia y el diálogo son las claves para una relación estable y duradera.
Al consultarsele si debe agradecer al presidente chino su contundente triunfo en las elecciones debido a las palabras de Xi sobre el eventual uso de la fuerza contra Taiwán, Tsai respondió que los resultados muestran que los taiwaneses rechazan el modelo de un país, dos sistemas que aplica Pekín en Hong Kong y que propone para la isla.
Rechazó que los comicios taiwaneses pudiesen interpretarse como una contienda entre los candidatos favorables a China y a Estados Unidos, pero sí consideró que se trataba de una elección sobre la libertad.
Respecto al aislamiento internacional de Taiwán, que perdió 7 aliados en los últimos 3 años, subrayó que el país es un miembro indispensable de la comunidad internacional para, entre otras cosas, ayudar a mantener la paz y la estabilidad regional.
«Espero que la comunidad internacional sea testigo de los valores democráticos de Taiwán y respete nuestra identidad, al tiempo que nos ofrezca la oportunidad de participar en los asuntos internacionales», dijo antes de retirarse para saludar a los cientos de seguidores congregados en la sede del partido.
Pekín no acepta una Taiwán independiente
El gobierno de China reiteró su oposición a que Taiwán se declare un Estado soberano pese a la aplastante victoria electoral de la actual presidente, la independentista Tsai Ing-wen.
«Nos oponemos decididamente a cualquier forma de ‘independencia de Taiwán'», indicó Ma Xiaoguang, portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado (el Ejecutivo chino), en un breve comunicado difundido por la prensa estatal.
La postura china no varió pese a la histórica victoria de Tsai, y Ma recordó que seguirán buscando la reunificación pacífica de la isla con la China continental mediante el principio “un país, dos sistemas”, el mismo utilizado en Hong Kong y Macao, antiguas colonias que regresaron a soberanía china pero que mantienen un alto grado de autonomía en diversas áreas de gobierno.
El vocero recordó la adhesión de China al ‘principio de una sola China’, un acuerdo alcanzado en 1992 que establece que solo existe un país llamado China y que tanto Pekín como Taipéi reclaman la soberanía de la totalidad del territorio, que incluye tanto la isla de Taiwán como la China continental.
Tras el final de la guerra y el establecimiento de la China comunista en 1949, el líder de la derrotada República de China, Chiang Kai-shek, y sus tropas se exiliaron en la isla de Taiwán, donde continuaron con su régimen, que en 1990 comenzó a celebrar elecciones democráticas. No obstante, Pekín sigue considerando a la isla una provincia rebelde.
Ma aseguró que China está dispuesta a trabajar junto a los “compatriotas” de Taiwán para promover el desarrollo pacífico de las relaciones a ambas partes del Estrecho de Formosa, aunque acto seguido reincidió en la idea de la reunificación pacífica con la “madre patria” con arreglo del consenso de 1992 por lo que negó la posibilidad de una Taiwán independiente.