Pandemia en Barcelona: "La cotidianidad es un esfuerzo nulo"
Arlett Salazar Rojas, geógrafa venezolana radicada en Barcelona, escribe sobre su cuarentena y la "cotidianidad" en días de pandemia
Arlett Salazar Rojas, geógrafa venezolana radicada en Barcelona, escribe sobre su cuarentena y la "cotidianidad" en días de pandemia
Escribo esto desde Llinars del Vallès, provincia de Barcelona, España. En esta localidad el paisaje urbano un sábado cualquiera, sin pandemia, se caracteriza por actividades infantiles en la biblioteca, otras para todas las edades en el centro excursionista, en el pabellón deportivo y en el campo de fútbol. Ni hablar de la cantidad de adultos mayores que suelen estar en las plazas y pistas de petancas.
Hoy es distinto porque no es un sábado cualquiera.
Ayer el presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña, Quim Torra, anunció el confinamiento de Cataluña como consecuencia de la pandemia por coronavirus (COVID-19). Horas antes apareció en la televisión el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, anunciando que a partir del sábado 14 de marzo de 2020 se activa el decreto de “estado de alarma” en todo el país durante al menos 15 días, haciendo además un llamado de conciencia para acatar la cuarentena: lavarse las manos y mantenerse en casa (palabras textuales).
El “estado de alarma” es debido a la ruptura de la normalidad y el colapso del sistema sanitario. Para tener una idea de la gravedad, España tiene casi 50 millones de personas y la población vulnerable ante la pandemia (mayores de 65 años) representa al menos 16% de su población: imaginen a 8 millones de personas enfermas al mismo tiempo por el virus y que requieren, en muchos casos, cuidados intensivos.
Ese escenario es el que tratan de evitar para no colapsar aun más los hospitales. Y como no existe una vacuna el esfuerzo está enfocado en mermar o evitar la proliferación del virus a través de la cuarentena, que se traduce en un “aislamiento preventivo por razones sanitarias”.
Recuerdo haber llegado a Barcelona un par de meses antes del atentado terrorista en Las Ramblas (17 de agosto de 2017). Comparo las calles de la ciudad después de esa situación con la realidad actual en medio de la pandemia y me genera una impresión indescriptible: tras el anuncio del aumento exponencial de contagios, es la primera vez que veo las calles tan vacías y negocios cerrados.
El 12 de febrero se dieron a conocer los primeros dos casos de coronavirus en España. Sin embargo, las medidas no fueron tomadas con prontitud y apenas ayer adoptaron y anunciaron estrategias drásticas, cuando ya hay confirmados más de 4.000 casos y 122 fallecidos.
Hasta hoy me mantuve en cuarentena sin salir de casa: desde el día miércoles 4 de marzo, por un resfriado común (para bien o para mal), estuve de baja laboral. He sido consciente desde el primer momento de que soy responsable de evitar el contagio, más aún cuando comparto piso con una señora de 86 años.
Mantener la rutina no es recomendable. Y aunque uno quisiera tampoco hay actividades públicas que te alienten a estar en la calle. Hoy sábado están abiertos únicamente los negocios que venden insumos de primera necesidad.
No hay cotidianidad en toda esta situación. Mantener la cotidianidad ante este escenario es un esfuerzo nulo.
A pesar de la propuesta cultural y de recreación que es bastante amplia en Barcelona, 90% de los negocios que conozco y con los que mantengo mis rutinas de trabajo y ocio anunciaron el cese de actividades hasta nuevo aviso (mucho antes de las declaraciones de los presidentes de Gobierno y Comunidad). Y esto se traduce realmente en responsabilidad y solidaridad.
Estar en casa ante la pandemia implica aplicar las medidas que sugieren constantemente, además de lavarse las manos: son días de limpieza diaria, sobre todo de los espacios y superficies comunes.
Apartando esa medida, y en mi caso que no puedo trabajar desde casa, implica distracciones comunes: música, libros y Netflix.
Para los fanáticos del fútbol fue casi una tragedia ver a sus equipos jugar a puerta cerrada, y más duro aun fue la suspensión de partidos.
Por otra parte, lo complicado es avisar a la familia en Caracas que todo va marchando bien: imaginen decirle a la madre de uno “estoy resfriada” en plena época de coronavirus. Y, por último, reflexionar que toda esta situación dejará a más de uno desempleado porque no hay mediana o pequeña empresa que soporte esto (cuando ya desde hace tiempo se vislumbraba una crisis en España).
También debo agregar que es vital hacer un esfuerzo sobrehumano por no dejarse llevar por la paranoia colectiva y tratar de ver/leer información pertinente para cuidar la salud mental. Recomendación: silenciar a personas en WhatsApp y Twitter que sin ser expertos en nada asumen como cierto que beber agua cada 15 minutos o dejar vacíos los anaqueles de supermercados te ayudará a superar el virus, por ejemplo.
Es obligado aprender a filtrar muy bien la información que se decide consumir y compartir, ya que el bombardeo constante de noticias incluye hasta la entrevista a una pareja de novios que se casaría este fin de semana y se vio forzada a suspender la fiesta (la boda será a puerta cerrada. Quizá para más detalles tendremos que esperar por Tele5), o una entrevista a la vecina de un paciente de coronavirus ingresado en el hospital equis.
Lo más importante es tomar conciencia de la magnitud del virus, sin compararla con otras enfermedades para las que existen registros y posiblemente cura. Simplemente no subestimes y empatiza, ya que esto es totalmente nuevo y son contados los laboratorios en el mundo que están trabajando por tener una vacuna en el segundo semestre del 2021.
Las medidas son simples: limpiar la casa con cloro, superficies con alcohol, lavar las manos durante 20 segundos con jabón (preferiblemente líquido) o limpiarlas con gel antibacterial. No pasar las manos por la cara. Las mascarillas quirúrgicas son solo para los pacientes (no dejes a pacientes con cáncer, asmáticos u otras afecciones sin ese tipo de material). Mantén una distancia de al menos un metro al interactuar con personas y evita a toda costa saludos con abrazos, besos o apretón de mano.
Al momento de terminar de escribir leo la declaración oficial sobre el primer par de casos de coronavirus en Venezuela. Solo les puedo sugerir que no esperen a que el gobierno adopte medidas drásticas porque las medidas más simples las podemos adoptar por nuestra propia cuenta: sentido común y salir estrictamente lo necesario, higiene, responsabilidad, solidaridad y empatía.