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Ya son 10 años del rescate de los 33 mineros chilenos

El mundo pudo observar, en vivo, el rescate de cada uno de los mineros, que salieron por un túnel vertical de 66 centímetros. Hoy, algunos de sus protagonistas recuerdan esa hazaña, que duró 69 días, en pleno desierto de Atacama

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Miguel Sánchez / AFP |AFP

Ya pasaron 10 años del memorable rescate de los 33 mineros chilenos que quedaron atrapados 600 metros bajo tierra, durante 69 días, en el desierto de Atacama. La peor experiencia de sus vidas se transformó en fama mundial. Su historia llegó a Hollywood, como una manera de recrear en la pantalla gigante esos días de angustia que se siguieron en vivo en todo el mundo y a los que pocos auguraban un final feliz.

Pero lo tuvo. Los 33 mineros salieron vivos del fondo de la tierra.

El primer rescatista que entró a la mina, Manuel González, aún se estremece cuando recuerda el día final.

«Había mucha tensión en el ambiente. Teníamos la adrenalina a full», le cuenta González a AFP.

Las minas son caprichosas. No se sabía si esa vieja mina de San José, que guardaba en sus entrañas a los 33 mineros, colapsaría ante la exigencia de un rescate que debía darse a través de un largo túnel vertical de 66 centímetros.

Angustioso rescate

González es un experimentado rescatista voluntario. En ese entonces tenía 46 años y trabajaba en la cercana mina de cobre El Teniente. Por su físico, sus conocimientos y su actitud fue el elegido para ser el primero en bajar al yacimiento el día del rescate: el 13 de octubre de 2010.

«Cuando llegué abajo, sentí algo parecido al nacimiento de mis hijos, cuyos partos los viví. Sentí alegría y ansiedad al mismo tiempo. Soy bien sentimental y tuve que ponerme firme para no quebrarme», relata a la AFP desde su casa en Rancagua, a unos 80 km al sur de Santiago.

El descenso se hizo en la llamada «cápsula Fénix», de cuatro metros de alto y unos 450 kilos de peso. Demoró 17 minutos en bajar los 622 metros que separaban a los mineros de la superficie.

«La mayoría de los mineros lloró y se emocionó mucho cuando me vieron. Hubo vítores de agradecimiento. Los más religiosos se arrodillaron. Eso fue muy emocionante para mí», recuerda.

En su casa, Manuel guarda recuerdos de la mina como piedras, y el casco y los guantes que utilizó en el operativo.

En ese primer cara a cara con los mineros les dijo: «Hay muchas personas pendientes de ustedes y cuando salgan seguramente se van a encontrar con miles de flashes«.

Foto de archivo de Héctor Retamal / AFP

¡Otro derrumbe!

Pero un nuevo derrumbe poco después de iniciar el rescate le agregó dramatismo a la operación seguida en vivo por más de 1.000 millones de espectadores en el mundo.

Una roca de una tonelada se desprendió cerca de la zona donde los mineros se subían a la cápsula. «Tuvimos que ir y cerrar ese sector. Ellos debían pasar por otro lado cuando les tocaba salir», explica González.

Junto a él, otros cinco rescatistas bajaron a la mina para examinar el estado físico y mental de los mineros. También para explicarles cómo se realizaría el operativo.

En un completo documental, National Geographic contó esa hazaña memorable para la minería del mundo entero:

Emoción en Esperanza

Fuera del yacimiento, más de 3.500 personas, entre ellas 2.000 periodistas del mundo entero, aguardaban el desenlace de esta historia única de supervivencia. Estaban en el «Campamento Esperanza», montado inicialmente por las familias de los mineros que esperaban noticias pero que, con el correr de los días, se convirtió en una pequeña ciudadela, con calabozo, colegio y restaurante.

María Segovia, hermana de Darío Segovia, uno de los 33 mineros, fue una de las primeras en llegar allí para exigir a las autoridades que los rescataran con vida. Por eso fue apodada «la alcaldesa» del Campamento Esperanza.

33 mineros
Foto Glenn Arcos / AFP

Una década después, María dice que son muchos los recuerdos vivos. «Los 33 dejaron marcados los días de mi vida», afirma a la AFP mientras hojea un libro recordatorio del accidente. Ahora vive en Antofagasta, al norte, donde vende empanadas fritas en un puesto callejero.

«Siempre tengo el libro cerca, acá recordando.  Me emociono mucho cuando lo veo», agrega María.

Foto Glenn ARCOS / AFP

Tensión hasta el final

Horas antes de que comenzara el rescate, una enorme bandera fue colocada como telón para tapar el lugar por donde emergerían los mineros y así resguardar su privacidad. Pero fue el propio presidente Sebastián Piñera quien ordenó quitarla para que fueran vistos por el mundo.

El primero en ser rescatado fue Florencio Avalos. Luego Mario Sepúlveda, el más extrovertido del grupo.

Mario «hablaba y exclamaba; cuando llegué abajo, eufóricamente me abrazó», recuerda González.

Luis Urzúa, el jefe de turno de los mineros, fue el último en subir. Tardó sólo ocho minutos.

Manuel González y sus cinco compañeros rescatistas aguardaron unas horas más al interior de la mina, antes de dejarla tal y como la encontraron, completando una exitosa e impecable operación de rescate.

Una vez fuera y tras ser consultado por el presidente Piñera, Manuel le pidió al mandatario «que ojalá no hubiera nunca más una mina San José» en Chile.

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