Carlo Acutis, el chico de 15 años que murió en 2006, y que ya es beato
Murió en 2006 a los 15 años de una leucemia fulminante. Desde muy pequeño reveló una gran devoción y dedicó su vida a la fe y a la evangelización. Predijo su muerte unos meses antes. Su cuerpo fue exhumado y conserva todos sus órganos. Fue beatificado el 10 de octubre de este año
Si Carlo Acutis siguiera vivo, tendría 29 años. Murió a los 15, en 2006, de una leucemia fulminante que lo acabó en 72 horas después del diagnóstico. Pero ya había dejado una estela de evangelización y fe tan notoria que en 2018 fue declarado venerable y el pasado 10 de octubre fue beatificado, casi coincidiendo con el aniversario de su muerte, que fue un 12 de octubre.
Sobre Carlo Acutis Salzano, su nombre completo, llaman la atención varias cosas. Una de las más relevantes es que el 23 de enero de 2019 exhumaron su cuerpo, que está dentro de una iglesia en Asís, y lo encontraron con «incorruptibilidad cadavérica» según dijo Nicola Gori, vicepostulador de la causa. Esto quiere decir, bien integrado, partes incorruptas y sus órganos internos completos. intacto.
Ahora su corazón será exhibido en la Basílica de San Francisco de Asís.
«Yo estaba allí. Mi marido no quiso mirar. Era, todavía, nuestro muchacho, alto, con sus 1.82 metros. Solo se le notaba la piel un poco más oscura. Pero tenía todo su pelo negro y rizado. Y el mismo peso. Tal como él lo había predicho».
«Sono destinato a morire» se le escucha decir a Carlo en un video y las recientes palabras de su madre refrendan que el joven predijo su prematuro deceso. Según cuenta, incluso dijo cuándo se iría: «Cuando pese 70 kilos».
Milagro en Brasil
El milagro que se le atribuye es la sanación de un niño brasileño en 2013, con una enfermedad incurable.
Según cuentan, ocurrió en el séptimo aniversario de su muerte, el 12 de octubre de 2013, en Campo Grande, Brasil. Un niño de 6 años, llamado Mateo, nació con páncreas bifurcado lo que le impedía ingerir alimentos sólidos.
El párroco del lugar invitó a los feligreses a orar mientras colocaba un pedazo de una camisa de Carlos sobre Mateo. Al día siguiente el niño comenzó a comer. Le hicieron un examen y tenía el páncreas normal, sin cirugía.
Devoción desde pequeño
La madre se desliga de cualquier influencia religiosa de la familia hacia Carlo. Asegura que, hasta el nacimiento de Carlo, su primer hijo, solo recordaba haber ido tres veces a la iglesia: en su primera comunión, para el sacramento de la confirmación y en la boda religiosa.
«Tenía una predisposición natural hacia la fe», asegura Antonia. Dice que a los 3 años le pidió ir a una iglesia para rezar y en los parques recogía flores para la Virgen María. Y ella tuvo que inscribirse en un curso de teología para poder responder las preguntas que hacía el pequeño.
La devoción natural de Carlo, que expresó desde pequeño, hace recordar la biografía de otros santos. Sin ninguna influencia de su familia, que no era practicante, el niño pedía asistir a misa y visitar templos católicos. Expresó especial predilección hacia la Virgen María. Pidió hacer la primera comunión a los 7 años y, para lograr el permiso, fue evaluado por sacerdotes que aseguraron encontrar un alto grado de madurez espiritual.
Carlo actuaba de dos maneras: evangelizaba a través de la web (en Italia lo llaman «el santo del computador» y ayudaba a personas que vivían en la calle. Todos los días iba a misa y comulgaba y en las noches repartía alimentos y sacos de dormir a gente necesitada.
También ayudaba a los comedores para pobres, al movimiento Madre Teresa de Calcuta en Baggio y a los capuchinos de la avenida Piave, en Milán, donde era voluntario.
Play Station, internet y fe
Como cualquier adolescente italiano, Carlo también jugaba fútbol y Play Station con su hermano y salía con sus amigos.
Además, le encantaba la computación. Su madre dice que, a los 9 años, hizo cursos técnicos y se preparó con libros que compró en un instituto universitario. Y fue su principal instrumento de evangelización.
Para aprobar la beatificación, los investigadores de El Vaticano revisaron minuciosamente todos los rastros del uso de la computadora de Carlo. Y solo encontraron actividad religiosa.
Carlo nació en Londres, porque su padre trabajaba en esa ciudad, pero a los pocos meses se mudaron a Italia. Creció en Milán, en un hogar de familia acomodada, originaria de Lombardía. Su primaria la hizo en un colegio católico de las hermanas marcelinas y el bachillerato en uno jesuíta.
El día de su funeral, la iglesia estaba repleta. Muchos de los asistentes eran esas personas sin hogar, a las que ayudaba cada día. Su madre dice que le contaban cosas que desconocía, sobre lo que hacía por ellos.
En estos momentos, su cuerpo se encuentra expuesto en Asís, donde pidió ser sepultado. Es un beato distinto. vestido con franela, chaqueta deportiva, zapatos Nike y una melena indómita y brillante. Una de sus frases más conocidas es «todos nacemos como originales, pero muchos morimos como fotocopias».
En Isnotú, un pueblo del estado Trujillo, en los Andes venezolanos, el fervor de los fieles se desbordó desde la mañana del 30 de abril, cuando comenzó el repique de las campanas de todas las iglesias. La serena celebración andina se prolongó durante el fin de semana por la beatificación de José Gregorio Hernández. Por Andrea Valladares, para El Estímulo.
La Gran Caravana Fe y Esperanza cubrió 14 kilómetros de Barquisimeto, luego de una misa en la parroquia El Salvador. La primera parada obligada fue el Hogar de Niños Impedidos Don Orione, una casa que alberga a jóvenes con discapacidad y que ofrecieron un baile de tamunangue.
Al beato José Gregorio Hernández se le venera desde hace varias generaciones, en pueblos y ciudades de toda Venezuela. Se le pide, sobre todo, que cure enfermedades difíciles. Como médico fue ejemplarmente humanitario y también un connotado científico, fundador de la Academia Nacional. El legado de bondad precede su nombre. El cardenal Baltazar Porras invitó a una vigilia en acción de gracias y anunció que probablemente en octubre sean exhumados sus restos para continuar hacia la santificación