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Pedro Castillo cumple 100 días como presidente de Perú sin nada que mostrar

"Los primeros 100 días han sido decepcionantes. Quedó claro que el presidente no da la talla y tiene problemas para comprender la dimensión del triunfo electoral", dice el analista político Augusto Álvarez Rodrich

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Pedro Castillo
Luis Jaime CISNEROS

Pedro Castillo cumple hoy, 5 de noviembre, 100 días en el poder lidiando con su propia inexperiencia política y con las piedras que siembran tanto sus adversarios de la derecha como sus aliados del ala radical de la frágil coalición de izquierda que lo apoya.

Castillo exhibe avances en la vacunación contra el covid-19, que ya venían de la gestión anterior, pero su supuesta falta de liderazgo para tomar decisiones frena la acción del gobierno.

«Los primeros 100 días han sido decepcionantes. Quedó claro para una mayoría, que el presidente no da la talla y tiene problemas para comprender la dimensión del triunfo electoral», dice a la AFP el analista político Augusto Álvarez Rodrich.

«Hay un tema de impericia muy grande en sus declaraciones. Y en su enfoque conceptual de cómo encarar políticas públicas», afirma Álvarez, columnista del diario La República.

El Congreso, su piedra en el zapato

Maestro rural de la norteña Cajamarca, Castillo canalizó un voto de protesta al ser un rostro nuevo, ajeno a los partidos dominantes de la política peruana, salpicados por la corrupción.

Pedro Castillo
Con sombrero y flores, Pedro Castillo en una visita a Bolivia. A su lado está Luis Arce, presidente anfitrión. Foto AIZAR RALDES / AFP

Desde que asumió el mando, quedó claro que su relación con el Congreso sería una piedra en el zapato para su frágil gobierno. Las amenazas veladas de destituirlo sobrevuelan el ambiente, bajo el recuerdo latente del choque entre el Legislativo y Ejecutivo que llevó a Perú a tener cinco presidentes desde 2018.

Aunque el partido oficialista Perú Libre (marxista) es primera minoría con 37 de 130 bancas, el fragmentado Congreso es dominado por la oposición de derecha.

Asamblea Constituyente

«Estamos ante un gobierno de coalición de izquierda, donde hay más actores desde partidos pequeños, movimientos regionales, sindicatos», destaca el politólogo Carlos Meléndez.

«Es un socialismo más del siglo XX que del siglo XXI. El norte común es la Asamblea Constituyente a pesar de las discrepancias internas por la velocidad», añade Meléndez.

Las pugnas en la coalición quedaron al desnudo el jueves 4 de noviembre. 16 legisladores del ala dura oficialista negaron el voto de confianza al gabinete ministerial de Castillo, que encabeza la moderada Mirtha Vásquez y  que no obstante fue ratificado por 68 votos a favor, 56 en contra y una abstención.

La promesa de una Constituyente a través de un plebiscito es un dolor de cabeza para la derecha, que acusa a Castillo de querer imitar a Venezuela. Justamente así comenzó Hugo Chávez a apoderarse de las instituciones y a imponer una reelección indefinida.

«El partido oficialista está haciendo campaña a favor de una Constituyente. Siguen copando organismos importantes, lo que nos llevará más cerca del chavismo», señala el analista Fernando Rospigliosi, exasesor de Keiko Fujimori.

Economía y pandemia

A los problemas políticos y de liderazgo se suman los de la economía, que se contrajo 11,12% en 2020 por la pandemia tras dos décadas de crecimiento sostenido.

El país cayó en una recesión de la cual emergió en junio pasado. Sin embargo, la llegada al poder del izquierdista paralizó la inversión. Erosionó la confianza de los empresarios, a la espera de señales claras. La moneda peruana, el sol, se devaluó más del 12% desde junio.

En un intento de tender puentes al mercado, Castillo ratificó al jefe del Banco Central, Julio Velarde, y puso al frente del ministerio de Economía y Finanzas al moderado Pedro Francke, lo que desató críticas del ala dura de su coalición.

Pero esas designaciones no han sido suficientes para dar confianza. La ausencia de inversión privada es «grande, peligrosa y no generará empleo», advierte Álvarez. En 2020, más de 2,1 millones quedaron desempleados.

Parte del problema son las declaraciones de Castillo sobre economía, que suelen ir a contrapelo de lo que dice su jefa de gabinete o el titular de Finanzas.

«No están resolviendo ninguno de los problemas del país, como empleo, seguridad, inflación. Tampoco se vislumbra ninguna salida. No hay rumbo. Y abundan las declaraciones que desalientan la inversión», afirma Rospigliosi.

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