Venezuela

Marchar y marchar y no ver nada cambiar

Volver con la sensación de llegar a casa con las manos vacías. La frustración y la resignación tomó a muchos al terminar la Toma de Venezuela en la autopista Francisco Fajardo, la principal de la capital. Pero el civismo primó y la mirada de muchos se posan ahora el 3 de noviembre, cuando la oposición convocó este miércoles a una marcha a Miraflores, la sede del Gobierno. El todo o nada se volvió a jugar a Venezuela.

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FOTOGRAFÍA: DAGNE COBO BUSCHBECK

«¡Miraflores!, ¡Miraflores!, ¡vamos todos a Miraflores, carajo!», gritaban al unísono miles que colmaron los alrededores del distribuidor Altamira. La violencia amenazaba con tomar la última jornada de protestas masivas en Venezuela, pero el llamado a la calma se impuso y en 20 minutos -con los discursos de Henry Ramos y Henrique Capriles- se mantuvo las ganas de parte de las decenas de miles que tomaron la autopista que cruza la capital.

Las ansias de ir a «territorio comanche», donde el chavismo realizó una concentración en el centro de Caracas, fueron contenidas.  Las reacciones no se hicieron esperar. Tragar grueso, con la boca seca por culpa del intenso sol y  la sensación de no haber logrado el objetivo trazado sorprendió a muchos, que esperaban dar fin a 17 años de chavismo en Venezuela.

Toma de Venezuela_03_26102016_DCB

A un costado de la vía, los manifestantes escucharon atentamente los discursos de Ramos Allup y Capriles, quienes explicaron por qué hoy no fue el día. Montados en la rampa de un camión con unas cornetas que daban un sonido pésimo, ambos dieron plazo al Gobierno a revertir las medidas judiciales que frenaron en seco el referendo revocatorio contra Nicolás Maduro, y lanzaron una nueva fecha a quienes están desesperados por salir del Gobierno: el 3 de noviembre será el nuevo día «D» que impone la oposición al Gobierno.

Entre dientes, muchos aceptaron la nueva fecha. Los mayores explicaron a los jóvenes lo peligroso de ir a ciegas hasta el palacete presidencial. El recuerdo de la última (y frustrada) marcha hacia Miraflores todavía está presente en la mente de muchos: un confuso tiroteo en pleno centro mató a once personas -entre chavistas y opositores- y desembocó en el fugaz golpe de Estado contra Hugo Chávez. El líder de la revolución bolivariana volvió al poder en 47 horas. Al sol de hoy, nadie sabe a ciencia cierta quién abrió fuego. Cada bando tiene su versión.

Carolina era una morena que mostró su frustración. Estaba dispuesta a ir a Miraflores, pero el llamado de los jefes de la Unidad la mantuvo a un costado de la autopista. «Hay que esperar, hay que esperar. Nos dicen que el tiempo de Dios es perfecto, pero el mío se está consumiendo entre colas y hambre», explicó.

Javier y María Carolina respetaron la decisión calladamente. Las caras de la pareja no escondían la frustración, en especial, de la joven treinteañera: «si nos decían ir a Miraflores, íbamos. Pero hoy no se dio ¿Qué se siente? Rabia, impotencia. Pero yo confío en mis dirigentes. Ya esperamos 17 años y creo que esto ya llegó a su fin».

Henrique Capriles_01_26102016_DCB

«Sé que la gente está molesta. Pero hay que tener en cuenta que debemos hacer las cosas con la cabeza fría», apuntó Javier.

Ángel García se molestó con la simple pregunta de no haber llegado a Miraflores. «Las esperanzas están intactas, ¿qué es es eso de frustración? La pregunta está mal hecha mi amigo», dijo el hombre, fundiéndose en un abrazo con su pareja.

El llamado a la calma de los dirigentes de la oposición encendió los ánimos de algunos que querìan dar punto final en esta manifestación, llamada la Toma de Venezuela. Algunos jóvenes que llenaron más de un kilómetro se acercaron a Capriles para manifestar su malestar. El gobernador de Miranda salió al paso entre escoltas y otros asistentes.

Minutos antes, el gobernador dijo que estamos viviendo «las horas de los demócratas» en Venezuela y que no había que salirse de la línea en estos tiempos tan convulsos.

Un llamado que no convenció mucho a Julio, que veía desde el Distribuidor Altamira los discursos de los jefes de la MUD: «Tuve a dos familiares que murieron por falta de medicinas ¿tengo que seguir esperando? ¿Alguien le da ‘stop’ a mis necesidades? Ya creo que no».

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Pero María Carolina dice que la calma le dará frutos al esfuerzo opositor. Comenzando el camino de vuelta a casa, lanzó una frase para convencer a quienes la acompañaban molestos: «Una vez salimos con las tablas en la cabeza. Yo siento que eso no nos volverá a pasar».

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