Migración

Saraí Vegas ya consigue en la isla de Madeira el suero larense que tanto extrañaba

La proliferación de venezolanos en este tiempo también ha significado una presencia gastronómica con restaurantes especializados en comida criolla y emprendimientos que trabajan por delivery. Cachapas, tequeños, empanadas, arepas rellenas, todo eso es fácil de comer en Madeira

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Madeira es un archipiélago portugués ubicado frente a las costas de África. Conectado históricamente con Venezuela por el tema migratorio en doble dirección: miles de madeirenses vinieron a este país sudamericano a partir de la segunda mitad del siglo XXI, y en la actualidad miles de venezolanos se encuentran en este conjunto de islas cuya capital es Funchal.

“Esto está lleno de venezolanos”, me dice en tono jovial Saraí Vegas cuando la entrevisté para la serie de Radio Migrante a fines de mayo pasado. Madeira tiene unos 250 mil habitantes y a fines de 2021 se estimaba que unos 10 mil venezolanos estaban residiendo allí. Ella es una de esos venezolanos migrantes en el archipiélago.

Nacida en Caracas, pero recalcando que en realidad se siente larense, “yo soy guara”, Saraí terminó en Madeira justamente por esa conexión de doble vía que ha existido. Su esposo es hijo de madeirenses. Teniendo la nacionalidad portuguesa él y los dos hijos, cuando decidieron irse de Venezuela hace tres años lo más natural fue irse a la tierra de los abuelos paternos.

“Por temas de documentación y trámites nos resultaba más fácil emigrar para acá”, me dice al otro lado de la llamada por WhatsApp. Madeira era, para todos, una suerte de tierra incógnita. Su esposo la había visitado siendo muy niño, así que guardaba recuerdos muy lejanos. Ella y sus hijos, 8 y 4 años nunca habían estado. Hace un año la familia le dio la bienvenida al primer madeirense con el nacimiento de otro niño varón.

“Personalmente tengo una buena vivencia acá. Para mi he sido muy bien recibida, pensaba que por ser venezolana iba a tener un trato diferente. La gente es muy cariñosa, me han ayudado”, cuenta Saraí y de inmediato completa lo que parece ser una filosofía de vida “pero todo eso también tiene que ver con uno mismo, cuando uno llega con buena actitud eso se transmite a la otra persona”.

Madeira está llena de venezolanos, esa es una gran verdad. La llegada de una ola de venezolanos con hijos pequeños o parejas que han procreado estando allá ha significado cambios de diverso tipo. Hasta algunas escuelas que habían cerrado por falta de alumnos en el pasado, volvieron a reabrir. Esto no me lo contó mi entrevistada, lo recuerdo de alguna crónica periodística de años atrás.

“Hay muchísimos venezolanos. Por todos los lados escuchas a la gente hablando español, pero no el español de España, sino el español con nuestro acento y tono, el venezolano”, me cuenta.

La proliferación de venezolanos en este tiempo también ha significado una presencia gastronómica con restaurantes especializados en comida criolla y emprendimientos que trabajan por delivery. Cachapas, tequeños, empanadas, arepas rellenas, todo eso es fácil de comer en Madeira. Los comensales son principalmente venezolanos con la nostalgia por los sabores, pero cada vez más los madeirenses también se apuntan. 

“Las empanadas -precisa Saraí- han tenido mucho éxito no sólo entre los venezolanos que vivimos aquí, también para el madeirense portugués, ellos adoran las empanadas nuestras”.

Como dijimos antes, nuestra entrevistada nació en Caracas, pero su paladar y sus referencias culinarias están muy ligadas al estado Lara: “Una de las cosas que añoraba tanto, pero tanto que hasta lloraba, era el suero larense y la nata (crema de leche) eso era fundamental”.

Aquel martirio, por llamarlo de algún modo, tuvo punto final un año después de haber emigrado.

“Llegó una amiga de Barquisimeto a vivir aquí y se dispuso a hacer el suero al estilo larense, y ahora estoy muy feliz porque aquí en Madeira me puedo comer mis arepas con caraota y suero y estoy feliz de la vida”, resume ese cambio positivo que ha tenido con un asunto que en verdad le afectaba.

¿Y el portugués?, cómo hiciste con el idioma, le pregunto. La masiva presencia de venezolanos ha jugado a su favor: como hay tantos venezolanos, muchos hijos de portugueses que no dominan el idioma, por lo general la gente modula mejor y habla despacio para que nosotros podamos entenderle.

Y a ella cómo le va con el idioma portugués: “Me costó bastante, pero ya me defiendo, lo habló corrido”, nos dice con orgullo.

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