Venezuela

16 militares del 30A abandonaron Venezuela

Siete meses después de los hechos del 30 de abril, los funcionarios militares abandonaron la embajada de Panamá para salir del país en una operación "clandestina" que contó con el apoyo de docenas de soldados de rangos bajos y sus comandantes.

Militares que apoyaron a Guaidó la piraron
Archivo AFP |AP
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Durante siete meses, con los nervios de punta, durmieron de día en una estrecha habitación sobre el piso frío, pasando las noches rezando, levantando pesas hechas con jarrones de agua y viendo por la ventana de la misión diplomática, temerosos del espionaje oficial.

Pero el lunes, 16 militares venezolanos que se habían rebelado contra el gobierno de Nicolás Maduro y que llevaban meses refugiados en la embajada de Panamá en Caracas estaban fuera del país, tras siete meses asilados en la embajada de Panamá en Caracas.

Los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) formaron parte del movimiento militar del 30 de abril, en apoyo al líder opositor Juan Guaidó.

Desde ese entonces estaban resguardados en la embajada de Panamá, evadiendo a otros cuerpos de seguridad del régimen de Nicolás Maduro.

Salida clandestina

Por razones de seguridad, los tenientes coroneles Illich Sánchez y Rafael Soto se negaron a revelar exactamente cómo o cuándo salieron de Venezuela.

Solo revelaron que viajaron en grupos pequeños como parte de una «operación militar» clandestina. Explicaron que contaron con el apoyo de docenas de soldados de rangos bajos y sus comandantes.

“Salimos de Venezuela, pero nuestra lucha para restaurar la democracia sigue”, dijo Sánchez en entrevista desde un lugar secreto

AP habló con los líderes del grupo de militares que ofrecieron la primera versión detallada de cómo tramaron el alzamiento militar de abril.

En esa fecha, los opositores Leopoldo López y Juan Guaidó aparecieron afuera de la base aérea La Carlota junto a un grupo de efectivos militares.

La narrativa de cómo Sánchez y Soto lograron engañar a sus superiores para tramar una revuelta contra Maduro es el reflejo del descontento y temor de las fuerzas armadas. A diferencia de la creencia de un grupo monolítico que está completamente de acuerdo con el régimen.

Maduro, gobernante venezolano se aferra al poder pese a las sanciones económicas estadounidenses, impuestas tras las elecciones que Maduro dice que “ganó”, pero que son ampliamente consideradas fraudulentas.

Operativo riesgoso

Los dos oficiales Sánchez y Soto parecían ser los apropiados para un operativo tan riesgoso. Habían ascendido entre las filas hasta llegar a posiciones de liderazgo, ganándose la confianza de los comandantes y teniendo un control directo sobre soldados.

Sánchez, de 41 años de edad, fue comandante de 500 guardias nacionales responsables de proteger el palacio presidencial de Miraflores y la sede del Tribunal Supremo. Soto, de 43 años de edad, estuvo asignado a la policía política Sebin, y comandó un equipo de 150 agentes con órdenes de espiar contra opositores.

Los dos militares, amigos desde hace años, cuentan que con los años se sentían más y más frustrados por el colapso de la economía venezolana y empezaron a tramar en secreto un intento de derrocar a Maduro. Eventualmente establecieron contacto con la oposición, incluso con el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó, quien es considerado el presidente legítimo de Venezuela por muchos venezolanos, además de Estados Unidos y otros 60 países.

El 30 de abril, asombraron a Venezuela al aparecer con tanques y efectivos armados en el este de Caracas al lado de Guaidó y Leopoldo López, a quien liberaron de un arresto domiciliario.

“Cuando fui hablar con mi tropa a las 2 a.m. y les dije que íbamos a liberar a Venezuela algunos quebraron en llanto. No lo podían creer pero estaban comprometidos desde el primer momento», recuerda Sánchez, quien como parte de su responsabilidad como guardia en la Asamblea Nacional con frecuencia tenía que comunicarse con legisladores de la oposición.

Agrega Soto: «Estaba la mesa servida para que el país tuviera una transición pacífica».

Sin embargo, se sienten defraudados por allegados de Maduro, entre ellos el presidente del Tribunal Supremo Maikel Moreno y el ministro de defensa Vladimir Padrino, quien según dicen incumplieron su promesa de abandonar a Maduro. Tanto Moreno como Padrino han reiterado su lealtad a Maduro.

Buscando protección

En la confusión que siguió a la fallida rebelión, los militares se sacaron sus uniformes y tocaron las puertas de varias embajadas.

López, en medio del caos, llamó al presidente panameño Juan Carlos Varela, quien garantizó su entrada a la embajada.

Varela recordó cómo dos meses antes de la invasión estadounidense a Panamá en 1989, el entonces dictador general Manuel Noriega aplastó una rebelión similar y ordenó la ejecución de más de 10 rebeldes.

“No podíamos dejarlos solos… El Sebin estaba a tres metros de la puerta. Iban a matarlos a todos”, dijo Varela.

La embajada, en un alto edificio de oficinas ocupado por empresas estatales y contratistas del gobierno, se convirtió en su hogar los siguientes siete meses. Ambos militares venezolanos agradecieron al personal de la embajada y al pueblo panameño.

Estando en la embajada, los 16 militares se esforzaron por mantener la disciplina militar. A fin de no molestar al personal diplomático, decidieron dormir de día, en delgados colchones en una pequeña habitación. Y de noche cocinaban en una hornilla, hacían ejercicios con pesas improvisadas a partir de botellones de agua y leían textos religiosos.

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