Opinión

Terremoto Sanvicente en Chile

Horas previas al sorteo de la Copa América Chile 2015, varios entrenadores de selecciones del continente fueron invitados a compartir experiencias y contar sus apreciaciones acerca del contexto en el que desarrollan su labor. Como siempre, Noel Sanvicente habló claro.

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Convengamos que la selección viene de cuatro presentaciones negativas. Cuatro derrotas, una de ellas por alineación indebida, no es el saldo que la mayoría esperaba en el inicio del ciclo Sanvicente. Esos cuatro partidos han dejado muchas lecciones para el entrenador y su grupo de trabajo, pero no son ensayos suficientes para que el grupo de jugadores se sienta cómodo con esta nueva identidad. Ahora bien, si el viaje ya sufría algo de turbulencia, las palabras de Noel en el foro de seleccionadores le pueden añadir una que otra incomodidad.

Los dirigentes venezolanos no sienten la más mínima vergüenza ante las denuncias que usted y yo hacemos y que los muestran como poco capacitados para liderar un proceso de cambio. Claro está, mientras esos señalamientos encuentren hogar en El Estímulo o en algún programa de radio, ellos no se dan mala vida. Suponen, de manera equivocada, que seguimos viviendo en 1978 – año elegido al azar – y que el resto del mundo futbolístico desconoce esa ausencia de virtudes a la que hago referencia. Por ello se escandalizan cuando el seleccionador nacional expresa, en un foro internacional, que “la selección nacional es una burbuja si se compara con la realidad de nuestro fútbol”. Ignoran estos señores que gracias al internet y la globalización, nuestras penas y nuestras virtudes están al alcance de quien muestre un pequeño interés en conocerlas.

Lo que denuncia Sanvicente es que la gran mayoría de los directivos criollos no han aprovechado los recursos o el tiempo para construir estructuras que ayuden al desarrollo del fútbol venezolano. Fíjese usted que no existen centros de entrenamiento ni estadios que sean propiedad de esos equipos; el trabajo formativo es pobre o casi nulo, y la dependencia de gobernaciones y alcaldías ha traído como consecuencia situaciones inverosímiles, como que un comandante de policía intente influir en la alineación titular de algún equipo. Ni hablar de los cursos de actualización para entrenadores: mientras el mundo le exige dos años de estudios a quien quiera ser director técnico, por estos lados nos conformamos con un puñado de horas.

El seleccionador nacional no ha descubierto el agua tibia con sus denuncias; lo que sus palabras han traído como consecuencia es la respuesta de siempre: matan al mensajero antes que escuchar el mensaje. Ninguno de los que hoy se sienten aludidos por las quejas de Sanvicente puede defenderse de esos señalamientos, por ello se apuran en desprestigiar a quien debe luchar, desde su puesto de entrenador de la selección nacional, para tapar todas esas goteras creadas por la ineficacia de estos señores que dirigen nuestro fútbol.

Cuando he dicho que a Chita lo contrataron para que fuera Chita es justamente porque de él no hay que esperar menos que el intento por modificar lo que antes muchos descuidaron y que ahora, cuando se quieren presentar como una opción al poder federativo, parecen recordar.

Le voy a confesar algo: yo no creo que el ciclo de Noel dure los cuatro años que nos separan del mundial de Rusia 2018. No dudo de sus capacidades, pero si de la honestidad de quienes se toman fotos con él, de los alcahuetes y de algunos que obran en la oscuridad para torpedear el ciclo actual. Algún día, mi estimado lector, le seguiré contando más de esta trama que, como siempre le recuerdo, apenas está comenzando.

Ya una vez le avisé: abróchese los cinturones; esta es la primera subida de la montaña rusa…

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