Opinión

El próximo paso de Sanvicente

Tras los partidos amistosos ante Jamaica y Perú, se ha abierto un compás de espera en el que Noel Sanvicente y su cuerpo técnico están obligados a reflexionar sobre quienes protagonizarán la primera parada competitiva de este ciclo. Saber elegir es la primera tarea de cara a la Copa América Chile 2015.

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Entre el momento en que el árbitro señaló el final del encuentro ante los peruanos y el inicio de la concentración en Margarita para afrontar el torneo continental hay poco más de un mes, tiempo suficiente para que Sanvicente defina la lista de futbolistas que se integrarán a esa preparación que ha diseñado el cuerpo técnico. No hay espacio para la sorpresa ni nuevos experimentos, como tampoco lo hay para lamentos; llegó la hora de las grandes decisiones. Ahora bien, ¿qué criterios utilizará el seleccionador nacional para conformar “su equipo”?

Sanvicente ha sido muy claro a la hora de exponer los requisitos fundamentales que debe cumplir cada futbolista que aspire a vestirse de vinotinto –o con ese impresentable e injustificable amarillo fluorescente. Pero no vivimos en un mundo ideal en el que nuestros deseos se hacen realidad por simple arte de magia, sino que para sobrevivir debemos adaptarnos al contexto y desarrollar respuestas que nos ayuden a cumplir con el objetivo inicial: competir. Por ello creo que, más allá de tres o cuatro nombres, la base del equipo que partirá a la concentración en Argentina es la que todos más o menos conocemos; en otras palabras, están los que son y son los que están.

Es aquí cuando cobran importancia las metodologías de trabajo de cada cuerpo técnico. Mientras algunos pierden el tiempo refiriéndose al estado físico de la selección como único ítem a considerar, disociando en partes el entrenamiento del fútbol, Sanvicente y los suyos saben que esa preparación debe hacerse de modo global y no por partes desmembradas.

¿De qué sirve un jugador con la capacidad de correr hasta doce kilómetros por partido si no comprende el modelo de juego del colectivo al que pertenece? ¿Puede un futbolista, por más capacidades técnicas que posea, sobreponerse a escenarios adversos sin el debido trabajo psicológico? ¿Cuántas veces puede una individualidad salvar el mal juego de un equipo? Estas cuestiones tienen respuestas en las reflexiones de la gran mayoría de los entrenadores, pero no consiguen que el gran público las tome en consideración porque desde los medios de comunicación se les ha transmitido un mensaje equivocado: el triunfo es para el que corre más, sin importar cómo y cuándo se debe ejecutar esa conducta voluntaria, y postergando que eso, correr mejor, es una decisión que implica un profundo conocimiento del juego, de los compañeros y de las necesidades de cada uno de los escenarios que plantea un partido.

La Vinotinto necesita futbolistas inteligentes, esos que cumplen con las asignaciones antes mencionadas, aunque en algunos casos éstos no sean del gusto de un público al que se le ha querido confundir con una dicotomía sin sentido: ganar o jugar bien, como si para conseguir la victoria existiesen atajos que nos acerquen más a la meta que la correcta interpretación y ejecución de este deporte.

La gran mayoría de estos futbolistas que suponemos integrarán la lista final de la Vinotinto ya han demostrado, en ocasiones anteriores, que pueden competir y jugar bien al fútbol. En estos días, Noel Sanvicente debe estar cuestionándose cuales de ellos se mantienen vigentes y qué otros futbolistas pueden adaptarse a este grupo, potenciarlo y hacer que el público vuelva a entusiasmarse con su selección.

Saber elegir, he ahí la cuestión.

«Hay un aspecto en el cual el conductor tiene que poner mucho cuidado. Muchas veces nosotros planteamos objetivos, proponemos ir en un sentido e ignoramos de dónde venimos. Es muy importante que quien recibe nuestro mensaje vea coherencia en nuestro comportamiento pasado. Si hay algo que el futbolista no perdona es el engaño del que dice `vamos hacia allá´, pero su pasado fue en sentido contrario. Si decido proponerle a alguien una epopeya, un intento, una búsqueda, sin tener antecedentes personales que justifiquen que esa posición es genuina o valiosa, es sinónimo de fracaso; si bien a veces el fallo no es inmediato, siempre se produce, aun a largo plazo«. Marcelo Bielsa

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