Nadie gobernó durante tanto tiempo la estatal petrolera desde su fundación en 1976. Rafael Darío Ramírez Carreño llevó las riendas del corazón de la economía venezolana desde noviembre de 2004 hasta septiembre de 2014. Una década que tal vez puede resumirse en aquella frase que acuñó en octubre de 2006, días antes de que se consumara la primera reelección del presidente Hugo Chávez: “la nueva Pdvsa es roja rojita, de arriba a abajo ”.
No era el único cargo que ostentaba el funcionario. Al mismo tiempo que dirigía Pdvsa, comandaba el Ministerio de Petróleo y Minería. Es decir, que – en la práctica – Ramírez se rendía cuentas a él mismo, mientras ejercía un dominio absoluto sobre el sector clave de la economía nacional.
La llegada del presidente Nicolás Maduro a Miraflores marcó la salida de Ramírez de la industria petrolera. La decisión de Maduro de remover a este ingeniero mecánico de los puestos que ocupaba para designarlo como embajador ante Naciones Unidas, representó el fin de una era y, a su vez, el comienzo de la discusión acerca de los manejos de Pdvsa en los últimos diez años.
Dinero opaco
Una sucesión de eventos desafortunados salpicaron a la empresa coincidiendo con la partida de su timonel. De acuerdo con lo dicho en septiembre de 2014 por el nuevo presidente de Pdvsa, Eulogio del Pino, en ese momento unos 100 mil barriles de petróleo, gasolina y gasoil venezolanos salían diariamente de contrabando por distintas vías hacia otros países. Ese sería parte del legado de Ramírez.
En enero de 2015, otra bomba estalló en la cara del antiguo zar petrolero. Un tribunal de Estados Unidos condenó a 13 años de prisión a Francisco Illarramendi por una estafa millonaria que involucró al fondo de pensiones de Petróleos de Venezuela.
“Hemos presentado elementos de juicio que involucran al entonces presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, en esta estafa pues Illarramendi fue empleado y asesor de la estatal petrolera”, declaró el diputado Julio Montoya (PJ-Zulia) , tras recordar que presentó esta denuncia ante la Fiscalía General de la República y aún no ha recibido respuesta.
El segundo golpe llegó días más tarde. En febrero de 2015, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) capturó a dos exsubordinados de Ramírez : José Luis Parada, gerente general de Pdvsa Occidente, y Gladys Parada, directora del Ministerio del Petróleo, ambos señalados por presuntos delitos de corrupción. José Luis Parada , compañero de promoción de Ramírez en la Universidad de Los Andes, ya había sido investigado en 2009 por extorsión; sin embargo, en aquella oportunidad resultó absuelto.
Un mes después, el expediente de los Parada ya era historia y el nuevo caso que disparaba las alarmas se registraba en la minúscula Andorra, luego de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos relacionara a Pdvsa con una red de “lavado de dinero internacional” en la que estaría involucrada la Banca Privada d’Andorra (BPA) . Entre los señalados en la averiguación contra el BPA aparece Nervis Villalobos , quien se encargó del Viceministerio de Energía Eléctrica cuando Ramírez llegó a la cartera de Energía y Minas (hoy Petróleo y Minería).
Rechazo adentro
Acostumbrado al bombardeo habitual lanzado por expertos y dirigentes de oposición, quizás Ramírez fue sorprendido por el “fuego amigo” que comenzó a impactar su gestión. En su célebre carta de despedida del Gobierno, el exministro de Planificación, Jorge Giordani, cuestionó la administración de la empresa petrolera y su supuesta “independencia del poder central”.
“Lamentablemente las cosas fueron tomando un nuevo rumbo con la desaparición física del comandante Chávez y el comportamiento de las instituciones que se encontraban bajo su control como Pdvsa y el BCV (Banco Central de Venezuela), comenzaron a aparecer signos de independencia que se agravaban con la caída de los aportes al fisco fruto del actuar independiente del Gobierno central de PDVSA guiada por sus intereses y problemas particulares (sic)”, escribió Giordani.
Héctor Navarro, otro exministro que en distintas ocasiones compartió con Ramírez en el gabinete ejecutivo de Chávez, también disparó sin contemplaciones. “Pdvsa hoy no es revolucionaria ni nunca lo ha sido. Se ocuparon algunos espacios, pero una Pdvsa corrupta, como la que estamos viendo ahora, con funcionarios que han caído presos, funcionarios altísimos que participaron en todos estos años, no creo que pueda llamársele revolucionaria”, declaró en una entrevista concedida en febrero de 2015 .
Navarro lamentó “el tiempo que dejaron” a Ramírez en la industria y remató: “Entre las cajas negras de Pdvsa está la comercialización interna. Buques de gasolina que declaraban el transporte de 200 mil barriles de gasolina cuando en realidad salían con 300 mil. No coinciden las cuentas entre el consumo y la comercialización de combustible. Estoy hablando de gasolina y de gasoil”.
El exalcalde metropolitano, Juan Barreto, se sumó al coro de voces rojas que censura la gerencia de Petróleos de Venezuela con la fuerza de un tenor. “Se ha abierto un boquete en la empresa petrolera (…) lo que hay en Pdvsa en este momento es un saqueo ”, aseveró el miembro del Gran Polo Patriótico, que demandó una “auditoría a fondo” de la industria, donde participen instituciones del Estado y trabajadores.
Números rojos
Antes de iniciar su análisis, Igor Hernández, coordinador e investigador del Centro Internacional de Energía y Ambiente del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), subraya este detalle: desde la creación de Pdvsa, en 1976, nadie ha acumulado más años al frente de la industria que Ramírez. En esos diez años, además, el promedio de la cesta petrolera venezolana – en términos nominales – se ubicó en 78,26 dólares por barril.
“Más allá de lo que significó la cuantiosa entrada de recursos durante la última década, Ramírez representa una etapa en la que la autonomía operacional y financiera de Pdvsa, que se había preservado durante los años anteriores, se ve ahora reducida ante las nuevas líneas estratégicas diseñadas desde el Poder Ejecutivo”, acota Hernández.
Basándose en los reportes oficiales divulgados entre 2005 y 2013, el profesor del IESA cifra en 110 mil millones de dólares las contribuciones de Pdvsa a las misiones sociales y al Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden). Ese monto sería en promedio 1,6 veces superior al desembolsado para exploración y producción, resalta.
Hernández recuerda que el Plan Siembra Petrolera, que abarcaría el periodo 2005-2030, prometía elevar la producción a 5,8 millones de barriles diarios en 2012, al tiempo que planteaba impulsar las áreas de refinación y generación de gas natural gracias a una inyección de recursos que alcanzaría los 70 mil millones de dólares.
Transcurrido el primer decenio de aquel proyecto, el balance es muy distinto al esperado. La producción petrolera ha caído 16,9% con respecto a 2005, hasta ubicarse en 2,7 millones de barriles diarios, mientras que distintas obras, como la refinería de Cabruta que debió culminarse en 2011, han sufrido retrasos y alteraciones en sus metas originales de inversión y desempeño.
El académico del IESA sostiene que los proyectos de la Faja del Orinoco, donde intervienen empresas rusas, chinas e hindúes, entre otras, tampoco terminan de carburar. “La producción temprana estimada representa menos del 20% de avance que se tenía previsto para 2014. En proyectos que se supone deberían producir 2 millones de barriles/día para el año 2019, apenas si en este momento producen cerca de 45.000 barriles/día”, enfatiza.
Los números hablan: En 2006, la deuda de Pdvsa se situaba en menos de 3 mil millones de dólares. Ocho años después, llegó a 46 mil millones. El endeudamiento de Pdvsa con el BCV saltó de Bs 5.072 millones en enero de 2010 a Bs 664.363 millones en noviembre de 2014. Y su nómina, que tradicionalmente oscilaba entre 30 mil y 40 mil trabajadores, hoy superaría los 140 mil.
La industria petrolera, bajo la égida de Ramírez, tuvo que cargar con el peso de los acuerdos energéticos suscritos por la República y el subsidio al consumo interno de combustible, que se calcula en al menos 75 mil millones de dólares solo por concepto de gasolina entre 2005 y 2013.
“Es posible pensar que la gestión de Rafael Ramírez significó un cambio fundamental de estrategia que se tradujo en un deterioro en los principales indicadores de desempeño y donde la captura de rentas por parte del Estado se acrecentó, dejando una gran incertidumbre sobre cuál es la respuesta que pueda tener Pdvsa a los retos que plantea ahora el mercado petrolero”, concluye Hernández.
El petróleo es oro negro, pero también es el excremento del diablo.