Opinión

Dejar de mandar para aprender a gobernar

En las parlamentarias del 6-D gobierno y oposición intentarán arrasar para lograr la mayoría calificada de 2/3 para aprobar leyes orgánicas o 3/5 para leyes habilitantes.

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Aunque después de 16 años en el gobierno, para el PSUV-GPP el solo hecho de lograr la mayoría absoluta de la mitad más uno de los diputados sería una gran victoria. Y en caso de necesitar la mayoría calificada, la diversidad de fuerzas contradictorias que componen la MUD, le abren a la bancada oficialista un importante compás de negociaciones y potenciales alianzas, inaugurando así una nueva etapa en la que será necesario dejar de mandar para aprender a gobernar.

– La ceguera del triunfalismo –

En las pasadas elecciones, el triunfalismo oficialista impidió una lectura correcta de las advertencias de aquel resultado electoral. En la mayoría de los circuitos, los candidatos del PSUV se impusieron por un pequeño margen y se celebró su victoria sin valorar las implicaciones futuras del rechazo de un creciente número de electores.

Esta cerrada diferencia en los circuitos de mayor densidad explica por qué la oposición, si bien totalizó un mayor número de votos a nivel nacional, terminó sacando menos diputados que el PSUV. Muchos de sus candidatos, aunque sacaron una alta votación, fueron derrotados por una pequeña diferencia. Pero en las elecciones de 2015, el desgaste acumulado después de 16 años de gobierno, agravado por los crecientes problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación, potencia la opción de los candidatos de la oposición.

El descenso del apoyo popular a los candidatos del gobierno en las parlamentarias del 2010 dejó muchas preguntas que de cara a las parlamentarias del 2015 es necesario replantear:

• ¿Acaso los ministros transmutados en candidatos a diputados tienen un verdadero arraigo popular o serán vistos por los liderazgos locales como paracaidistas a los cuales no van a respaldar?
• ¿Estamos en presencia de un electorado que comparte la narrativa de la guerra económica o todavía hay mucho clientelismo político que superar?
• ¿Se repetirá la historia de movilizar a los funcionarios públicos para llenar las concentraciones de los candidatos del oficialismo que tanto malestar y abstención provocaron en las pasadas elecciones?

Los candidatos del oficialismo saben que tienen que cargar con el peso de una gestión gubernamental que luce paralizada, incapaz de atinar las medidas necesarias para superar la crisis. El gobierno no ha sido todo lo eficiente que el pueblo exige y no ha podido encarar con éxito los flagelos de la escasez, acaparamiento, especulación, inflación, desempleo e inseguridad que atormentan y azotan a la población.

Es innegable el creciente descontento que hay en las bases chavistas. Muchos de los que antes votaban por los candidatos del gobierno esta vez se abstendrán para no sentir que cometieron un acto de traición. ¿Cómo interpretará el Gobierno un resultado desfavorable en las próximas elecciones de la Asamblea Nacional? ¿Lo considerará como una manifestación de deslealtad y traición o como una advertencia de lo que puede ocurrir en las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes si no termina de superar la inercia y romper la inacción para mejorar lo que hay que mejorar?

– La correlación de fuerzas en la nueva AN –

Tal como ocurrió con el capitalismo rentístico, el neo-rentismo socialista funcionó mientras el Gobierno pudo disponer de una creciente y cuantiosa renta. Pero al colapsar los precios del petróleo, el castillo de naipes de vino abajo. Al depender exageradamente del comportamiento errático de los precios del petróleo y no de la construcción de un nuevo modelo productivo, la mejora en los indicadores sociales quedó sujeta con alfileres. Una vez más quedó demostrado que una revolución social sin una verdadera revolución económica, es una revolución insostenible e inviable.

El Gobierno perdió la oportunidad que le ofreció el auge rentístico más grande de toda la historia para asegurar el carácter irreversible de los progresos en el campo social. Confundió estatizar con socializar y buena parte de la renta se le fue en pagar indemnizaciones de empresas que terminaron secuestradas y quebradas por el burocratismo y la corrupción, en lugar de invertirla en la creación de nuevas empresas bajo el control de los trabajadores directos para asegurar que la mayor parte de las ganancias se destinara a financiar la inversión social y así superar su enorme dependencia del comportamiento errático de la renta petrolera.

Evitar que se reedite el modelo económico basado en la propiedad estatal total y absoluta sobre los medios de producción pasa por crear un nuevo marco legal que promueva e impulse nuevas formas de propiedad social. Esto implica delimitar los sectores económicos que el Estado se reserva por razones estratégicas, tales como petróleo, gas, industrias básicas, electricidad, telecomunicaciones, ferrocarriles, metros, etc.; e identificar los sectores en los que se estimulará y protegerá la economía social, particularmente los relacionados con las canastas alimentaria y básica, cuya producción debe quedar bajo el control de los trabajadores directos, los consumidores y la comunidad organizada. Asimismo, se requiere un marco legal claro y estable sobre los sectores en los que se promoverá la inversión privada nacional y extranjera, siempre y cuando se comprometa con la construcción de un nuevo modelo productivo que erradique las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social.

Con este fin, la nueva Asamblea Nacional tendrá que legislar para aprovechar de mejor manera la amplia gama de incentivos arancelarios, fiscales, financieros, cambiarios, compras gubernamentales, suministro de materias primas, capacitación de la fuerza de trabajo, asistencia técnica, etc. que el actual gobierno no ha sabido aprovechar en función de promover una nueva economía social que elimine la explotación del ser humano, la depredación del ambiente y la degradación de los valores éticos y morales. Y como el oficialismo ya no podrá imponer la aplanadora, estará emplazado a desarrollar nuevas habilidades para generar consensos y construir grandes acuerdos que eviten una crisis de gobernabilidad.

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