Opinión

Una cruzada anticorrupción para Venezuela

El pasado 17 de febrero se cumplieron 24 años del inicio de la “Operación Manos Limpias”, conocida en la opinión pública italiana como tangentopoli (tangente = soborno en italiano), guiada por el fiscal procurador de Milán (Italia) Antonio Di Pietro. Este fue uno de los grandes hitos de la historia contemporánea en la lucha contra la corrupción.

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Por Carlos Mota, abogado, profesor universitario @ElUCVista

Aquel proceso judicial llevó al enjuiciamiento de reconocidos líderes políticos y muchos empresarios, que habían tejido una enmarañada red de sobornos, y develó la generalización de la corrupción en la sociedad italiana.

En mayo de 2015, se dio a conocer, el entramado corrupto dentro de la alta jerarquía de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), caso que incluye sobornos, fraude y lavado de dinero, y que al día de hoy sigue teniendo grandes repercusiones.

En ese mismo año, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) involucró al presidente de la nación centroamericana Otto Pérez Molina y a su círculo más cercano de colaboradores en hechos de corrupción a través del servicio de aduanas, lo que conllevó a su destitución y enjuiciamiento.

Más frescos en el recuerdo son los casos de “Petrobras” en Brasil y “Papeles de Panamá”, y así otros tantos, que resultan emblemáticos de cómo se puede acometer seriamente la lucha contra la corrupción.

En Venezuela, la mayoría de sus ciudadanos esperan desde hace mucho tiempo la actuación decidida de los órganos y entes del Estado en la investigación, enjuiciamiento y condena de hechos de corrupción, más aún, ante las tan evidentes riquezas sobrevenidas de funcionarios públicos de mediano y alto rango.

La corrupción es, junto con la inseguridad, la inflación y el desabastecimiento, el gran flagelo que nos azota a los venezolanos, y que se evidencia en todas partes, pero que parece no tiene quien le ponga coto.

Hoy la gran deuda de la clase política venezolana es el combate a este mal y aunque, tanto desde Ministerio Público como de la Contraloría General de la República, se habla de varios casos, ninguno pasa de ser de poca monta, sin que se conozca aún de imputaciones o investigaciones a funcionarios públicos de alto nivel denunciados por diversas vías.

En la colectividad existe la convicción, casi generalizada, de que muchos se han enriquecido por actos de corrupción, y que la impunidad sigue abonando el terreno para que se sigan dando estas situaciones.

También, la sociedad venezolana parece inmune al escándalo, y aunque repudia de manera generalizada la practica corrupta, no espera que se logre hacer justicia con tantos casos conocidos.

Venezuela necesita desde hace muchos años el rescate moral, una gran cruzada de combate a la corrupción, que no entienda de privilegios, y acabe con los contubernios.

Urge una reorganización del Poder Judicial, con el establecimiento de una jurisdicción especial en materia anticorrupción efectiva y realmente independiente, un sistema penitenciario que permita la ejecución de sentencias emanadas de dicha jurisdicción, un trabajo coordinado entre la Contraloría General de la República, el Ministerio Público, la Asamblea Nacional y tantos otros órganos con competencia, sin dejar a un lado a las ONG´s, además de darle atención y seguimiento a las denuncias, sea que vengan desde la colectividad o desde los medios de comunicación.

Todo esto con apego y respeto a nuestra condición de Estado democrático y social de Derecho y Justicia.

Seguiremos esperando que la cruzada anticorrupción que por estos días recorre el mundo llegue a nuestro país, encabezada por funcionarios del talante de aquel fiscal Di Pietro, para que finalmente se cumpla cabalmente lo preceptuado en el artículo 141 constitucional.

Carlos J. Mota es abogado (UCV) y profesor  universitario.

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