Opinión

El nuevo orden mundial a la venezolana

El nuevo orden mundial toma otros niveles en Venezuela, donde un malandro se convierte en líder de la oposición y el líder de la oposición se mete a malandro al firmar con mercenarios y asesinos a sueldo. Así lo ve Oscar Doval

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El concepto de nuevo orden mundial fue por primera vez acuñado en un escrito del presidente americano Woodrow Wilson, tras la primera guerra mundial, promoviendo la creación de la Liga de las Naciones, antecesora de la ONU. El término se ha usado para referirse a un tiempo histórico con eventos “traumáticos” de orden global que producen significativos cambios de carácter social, económico, político y geopolítico.

En su comprensión más coloquial, también el nuevo orden mundial se usa en teorías conspirativas, así como hace referencia a relatos de carácter apocalíptico.

Aunque tenía la intención de no hacer referencia a asuntos políticos nacionales, al leer la acepción coloquial de la frase, me cuesta mucho sucumbir a la tentación de escribir del “nuevo orden mundial venezolano”.

Escuchemos las declaraciones de Wilexis en NTN24, ex convicto por homicidio y traficante de drogas, armas y claps, en el barrio José Félix Rivas de Petare, erigiéndose como nuevo líder emergente de un sector de la oposición, tras afirmar que se va a “volar” a todo miembro del FAES, SEBIN, DGCIM, PNB, FANB –ya me confunden tantas siglas- y a toda persona vestida de rojo porque el gobierno de Maduro no funciona.

Por otra parte, el presidente Maduro vincula a Wilexis con la DEA y también con la Operación Gedeón, contrato suscrito y firmado entre la “empresa Silvercorp” y nuestro otro presidente, el señor Guaidó, además de sus reconocidos asesores, Sergio Vergara y JJ Rendón. Dicha empresa, dirigida por militar retirado y aventurero, americano-canadiense, Jordan Goudreau, debe tener como objeto social: mercenarismo, cacería de cabezas, magnicidios, secuestro de poderes públicos y violación del hilo constitucional, entre otros, fue recomendada por el ex-general, ex-chavista, Clíver Alcalá Cordones.

El contrato en cuestión, que amparaba legalmente la Operación Gedeón, tenía por objetivo principal, “tumbar” el actual gobierno, y colocar en el poder al gobierno interino de Guaidó, a cambio de la módica suma de 220 millones de dólares.

En virtud del cumplimiento de las cláusulas contractuales, dos lanchones llegaron a Macuto y a Chuao, con unos pocos hombres y un modesto arsenal, después de varios intentos fallidos previos. Pasaron faltas de combustible, averías en las embarcaciones, devoluciones de Curazao a Florida, por el tema de la COVID-19 y otras tantas peripecias para terminar capturados por las autoridades venezolanas antes de atracar en nuestras costas.

Eso sí es nuevo orden mundial a la venezolana: un malandro, Wilexis, líder de la oposición, y el máximo líder de la oposición Juan Guaidó, metido a malandro al firmar contratos con mercenarios y asesinos a sueldo. Debo aclarar, ante cualquier duda, que no me identifico con el gobierno de Maduro, pero mucho menos con un sector de la oposición que propicia barrabasadas y actos criminales como los referidos.

Ahora más en serio, sobre el nuevo orden mundial 

Regresando al nuevo orden mundial, realmente quería hablarles de las consecuencias socio-económicas y políticas del coronavirus a futuro.

Investigando sobre el tema, me tropecé con un impactante escrito que me ha hecho reflexionar mucho en estos días, publicado a finales de abril por el Grupo Holandés de Trabajo para la Biocapacidad y Huella Global de la Tierra (www.voetafdruk.eu) y firmado por 170 académicos de las principales universidades de Países Bajos.

El papel de trabajo insta a los líderes políticos, grupos económicos y ciudadanos del mundo a pensar en la sustentabilidad real del planeta. Durante los últimos 30 años, movidos por un sistema rabiosamente neoliberal, que promueve la acumulación de riquezas por parte de grandes grupos económicos con apoyo político, nos hemos olvidado, más allá de la retórica, de la viabilidad de los ecosistemas naturales y el bienestar y salud de los seres humanos.

Se han alterado los ambientes naturales para hacerlos máquinas de producción masiva,  propiciando una indiscriminada globalización en búsqueda de manufactura menos costosa y ventas más cuantiosas.

Lo anterior no solo puede producir pandemias como la COVID-19, donde por irrespeto al ecosistema, una zoonosis o enfermedad propia de los animales, muta y se hace un virus humano letal, sino también puede generar graves problemas de contaminación que aniquilen a nuestra población.

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La Organización Mundial de la Salud estima que 4,2 millones de personas mueren anualmente como consecuencia de la contaminación ambiental. Además 1,5 millones de personas mueren al año por tuberculosis, 500 mil por paludismo y 1 millón de niños por diarrea de cualquier origen. Estas últimas son enfermedades propias de las estratos más pobres de la población.

Con el coronavirus, que no discrimina entre niveles sociales, los líderes del mundo dan importancia y hablan de la relevancia de los sistemas sanitarios preventivos y curativos, incluso tildan de héroes y aplauden en público a los médicos y empleados sanitarios que trabajan para contener la pandemia, cuando en tiempos normales, del PIB mundial, escasamente el 10% se dedica a salud, y una cifra despreciable, no registrada, a inversión en ecológica y sostenibilidad.

Las propias empresas deberían asumir conciencia de que la carrera neoliberal para producir riqueza sin límites. Es un acto suicida, más ante los mercados globales donde la afectación de una región o sector, altera al mundo entero. Tenemos evidencias cercanas de lo afirmado, ya que con el colapso económico del 2008 y ahora con la crisis sanitaria de la COVID-19, una de origen financiero y otra de origen sanitario, inexorablemente caímos en una recesión económica grave, con afectación de las empresas y con un recrudecimiento de la pobreza mundial. Que la búsqueda y acumulación desenfrenada de riqueza, nos lleve a la pobreza, es una de las paradojas que debemos confrontar y resolver como humanidad.

¿Qué proponen los holandeses? 

  1. Reemplazo de un modelo de desarrollo económico que no se centre en el crecimiento de un PIB genérico, sino un PIB que propicie el fortalecimiento de sectores cruciales y favorables para la humanidad como la salud, la educación, la vivienda verde, y la energía y los alimentos sustentables. Asimismo, desincentivar las inversiones en sectores que promuevan el consumo irrestricto de elementos no sostenibles o ecológicamente cuestionables, como petróleo, gas, minería y sus derivados; así como publicidad irresponsable.
  2. Forzar políticas económicas globales de justa distribución de la riqueza a través de impuestos sobre la renta mucho más agresivos y con sólidos programas de bienestar social, que garanticen a la totalidad de la población mundial, la cobertura de sus necesidades básicas: alimentación, vivienda, salud y educación.
  3. Regreso a una agricultura sostenible, circular, local, basada en la conservación y no transformación de la biodiversidad; en virtud de la cual el agricultor puede producir sus propias semillas y no requiera de las grandes multinacionales que venden semillas estériles, genéticamente modificadas, para garantizar mayores rendimientos por hectárea. Asimismo, brindar a los trabajadores del agro iguales o mejores condiciones que a los trabajadores urbanos.
  4. Reducir el consumo de insumos no esenciales y de turismo de lujo, con una disminución radical de la producción superficial, suntuaria y el gasto como forma de derrochar recursos. Debemos reorientarnos al consumo de artículos de primera necesidad, el turismo más local y sencillo, y ante todo la sostenibilidad, como norma obligatoria detrás del aparato productivo, y de cada simple producto o servicio generado.
  5. Condonar o reestructurar las deudas, especialmente de empleados, profesionales autónomos, pymes y empresas sostenibles en apuros económicos. Esto a través de las reservas propias de las naciones en los países desarrollados, así como del FMI, Banco Mundial y Multilaterales Regionales en el caso de economías emergentes y países en desarrollo.

Lo que proponen los holandeses, con lo que comulgo en su totalidad, no solamente sería un nuevo orden mundial, creo que rozaría la categoría de un “milagro mundial”. Quizás haga falta THC, de uso corriente en Holanda, en todo el agua potable del mundo, a ver si podemos acercarnos a lo que nos sugieren.

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