Opinión

Black is the new white

Son tiempos en los que impera la autodefinición ideológica para saber de cuál lado estamos. Lamentablemente, la historia nos ha puesto nuevamente entre la espada y la pared. Y sí, es incómodo

AFP
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Los negros ya no son minoría oprimida. Hoy más que nunca abarcan todos los espacios de la estructuras de poder estatal y federal en Estados Unidos y fueron el último gobierno, de hecho. Figuras mitológicas del deporte  y padres indiscutibles de la industria cultural mundial (música, cine, arte, tv, moda)  logrando incluso que el mismísimo -fenotipo racial- sea actualmente modelo referencial de belleza y perfección. Algo impensable para Benjamin Franklin. Son los nuevos altos ejecutivos, gerentes y CEO´s y hasta parte de la realeza. Los jóvenes blancos ahora quieren ser jóvenes negros ¿o no?. Ya. Prueba superada. No hay campos de algodón desde más de 70 años, por si no se enteraron…

Líderes de opinión demócratas pertenecientes a pequeñas células de izquierda que conspiran en suelo norteamericano- coordinadas desde Venezuela y Cuba- junto a la mass media progresista liberal, azuzan las ideas de confrontación racial para echar mano de viejas y profundas heridas con las que ciertamente carga esa sociedad, pero que poco a poco, gracias también a la madurez civilista de ese país y sus instituciones, están siendo sanadas desde hace rato.

El objetivo aquí es muy claro: desestabilizar para lograr la expansión de un plan geopolítico para la región fomentando la idea de la lucha de clases- pobres contra ricos, negros contra blancos, perros contra gatos, etc…-.

Creo que a cualquier venezolano le resultaría bastante “familiar” este manual de procedimiento universal para la conquista del poder: “ser rico es malo”.

Son tiempos en donde impera la autodefinición ideológica para saber de cual lado estamos. Lamentablemente, la historia nos ha puesto nuevamente entre la espada y la pared. Y si. Es incómodo.

Y por supuesto llegan los escépticos de siempre, esos que no creen y que tarde o temprano se convertirán en creyones (¡de cualquier color!) cuando la realidad les estalle en la cara.

Sigan creyendo que no, sigan, mientras izan la bandera de Irán en el centro de Caracas y el castrochavismo se propaga en toda hispanoamérica. Es la misma película y el  mismo tablero de ajedrez, desafortunadamente.

Y para los historiadores, sociólogos y antropólogos autodidactas “ esos conocedores eruditos de la cultura norteamericana”, en su mayoría venezolanos que viven hace menos de una década en Miami y que comen empanadas de cazón todos los días, mis opiniones nada tienen que ver con aspectos personales sobre mi condición racial, social, familiar o geográfica sino exclusivamente por la amarga experiencia de vida donde nos pateó la historia a mi y mis connacionales. Pero por si acaso, mis padres fueron profesores universitarios de Yale y Wesleyan respectivamente y mi hermano es norteamericano nacido en New Haven, Connecticut.

Yo por mi parte, orgullosamente, nací en Baruta, pero no vivo en Venezuela desde hace más de un lustro Sin embargo, mi gentilicio se antepone a cualquier otro estatus de migración, nacionalización, enajenación o transfusión cultural de cualquier índole, venga de donde venga. A pesar de haber vivido en tres países, sigo reconociendo una sola bandera. Y tiene 7 estrellas.

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