Opinión

Pablo Medina, Dark y LSD

¿Qué nos dice Pablo Medina en su video? Torso desnudo que nadie quiere ver, chapuzón, sol, Miami. ¿Nadar por Venezuela? Unas brazadas de delirio: The Walrus

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Pablo Medina
Composición gráfica: Yiseld Yemiñany

Pablo Medina en el cielo con diamantes. Xanax y Johnnie Walker retozando bajo el sol.

Flores de celofán, cielos de mermelada en Boca Ratón. Patria Para Todos. Pink Floyd. Caída en espiral a través de un túnel de goma de mascar con los colores de la bandera de Venezuela… Papá pitufo en Surfside… las palmeras danzantes de Miami Beach…

Pablo Medina transmuta en político anfibio y todos nos preguntamos si se trata de un extraterrestre reptiliano gestado hace ochenta años en algún mitin del PCV.

¿Qué estoy viendo? Por favor, Dios, guíame esta vez en tu misericordia, ¿es así como se acaba el mundo?, oh padre que obras de formas misteriosas.

Resultó entonces que aquel ex-guerrillero venezolano es en realidad una deidad sub-acuática del planeta V-212. ¿Es Medina un coleóptero humanoide que habita en los pantanos de La Florida? ¿Se trata del primer cefalópodo alienígena inoculado en El Tocuyo?

Sobre la inexplicable realidad que acontece en Venezuela, los hechos desencadenados durante los últimos días tocan los parámetros de la física cuántica y su multidimensionalidad. El delirio surrealista se ha apoderado hace mucho tiempo del “nuevo hombre dolarizado post-bolivariano neo-bodegoniano”, pero el video de Pablo Medina, “nadando por Venezuela” es algo que realmente sobrepasa cualquier divagación argumentativa. Si usted no lo ha visto, hágalo ya y deje de leer.

Solo comparable a la serie Dark de Netflix. Pablo Medina es nuestro propio Ulrich Nielsen chapoteando en las aguas del tiempo para convertirse en una suerte de expresión plástica-parlamentaria. Él es el mismísimo «fluxus» de la política venezolana. Pablo Medina Restrospective 2021 at Moma.

Un querido amigo me decía que el inquietante video es muy claro en su mensaje: Medina le ofrece a Venezuela, simplemente,“una piscina”. Ni más ni menos. No se trata de un mar de felicidad específicamente, sino de una pileta de 164ft. No es la multiplicación de los peces, ni de los penes -como citaba aquella vez un ilustre- son tan solo una brazadas -en estilo libre- a nombre del Catatumbo y el Cajón del Arauca, ¿Qué vaina es?

En medio del histórico nihilismo electoral que ha consumido los mejores años de nuestra vida ciudadana, aparece el desopilante performance del (ex-dirigente de algo) Pablo Medina y realmente me ensimismo para reflexionar, en la soledad de mis pensamientos, en que yo solo saldría a votar en las próximas y absurdas elecciones parlamentarias si Pablo sigue nadando por Venezuela.

Llegado a este punto de desilusión y escepticismo institucional tan agudo, creo que lo único que puede tener sentido para mi y mis connacionales es nadar sin rumbo. Y perdernos para siempre Alfonsina… Al ciudadano de a pie no le queda otra que seguir «remándola», tristemente. Náufragos del siglo XXI.

En su último libro, llamado El trip de la muerte (1998), el padre de la psicodelia y profesor de Harvard, Timothy Leary habla de un estado mental que antecede a las últimas horas de la “agonía controlada” en donde se puede llegar a experimentar los highlights de nuestra existencia como consecuencia del efecto de masivas oleadas de dopamina al cerebro. Leary igualmente sostenía que el sistema nervioso central continuaba emitiendo impulsos eléctricos después de la muerte corporal y su última voluntad fue, de hecho, que conectaran su cerebro a una computadora.

Me pregunto si será el caso del diputado Medina ¿Valdrá la pena conservar esa inmaculada materia gris? Por lo pronto ya le tenemos un frasquito de compota con formol, por si acaso.

De cualquier manera, cuando usted se sienta desesperanzado y/o engañado como elector y como ciudadano al fin, recuerde que no se trata de arar en el mar: se llama «nadar por Venezuela».

Recuerde que mientras usted no tiene que comer, Pablo Medina es el Egg Man.

Y si se fue la luz. Pablo Medina es la Morsa.

No hay agua.

Pablo Medina es The Walrus.

Ji-Ji-Jí. Ja-Ja-Já. Ju-Ju-Jú.

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