Opinión

Don Andrés, el parlamentario

De don Andrés Bello se sabe poco de su faceta de senador en Chile, entre 1837 y 1865, cuando murió. Ramón Guillermo Aveledo recuerda las lecciones que dejó y que siguen vigentes en 2021

Publicidad
don andrés
Cortesía

Andrés Bello es, para la mayoría de nosotros, un literato y gramático, aparte del epónimo de una universidad, un liceo y dos avenidas en Caracas. En los años escolares nos repetían su mérito principalísimo como maestro de Bolívar, junto a Simón Rodríguez. Sin embargo, se sabe poco de él. Fue filósofo, jurista, podemos decir que arquitecto de la hacienda pública y la diplomacia de Chile, rector fundador de la universidad republicana chilena. También fue político en esa distancia austral que lo acogió y lo hizo suyo. En Chile fue senador desde 1837 hasta 1865, cuando murió.

Tal vez por casos tan notables como el de este caraqueño, es que otro poeta y parlamentario, Andrés Eloy Blanco, escribiera aquellos versos en su Clase que nuestra Venezuela “más poblada en la gloria que en la tierra./La que algo tiene y no se sabe dónde,/si en la leche, en la sangre o la placenta/que el hijo vil se le eterniza adentro/y el hijo grande se le muere afuera”.

Lea también, del mismo autor: Vencer la desconfianza

Se los cuento porque del 9 al 23 de junio se prevé el desarrollo del Torneo Universitario de Debate Parlamentario “Copa Andrés Bello”, promovido por el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro y la Sociedad de Debate de la UCAB, para fomentar entre los estudiantes de nuestras universidades, la discusión respetuosa e informada de todos los temas a cualquier nivel y promover en ellos la vocación por el servicio público, en particular por esa tan indispensable como denostada tarea noble de representar a la ciudadanía en los cuerpos deliberantes nacional, regional y municipal. No siempre bien ejercida, es verdad, lo cual no altera su honorabilidad intrínseca. Como por ejemplo el empresario tramposo no descalifica la función social de la industria, el comercio y los servicios; el médico irresponsable no impide que admiremos el valor humano de la medicina; o el militar corrupto o abusador no sirve para negar la dignidad de quienes se dedican a la defensa de la patria. Con invitación abierta a los equipos de debate de todas las casas de estudios superiores en la extensa geografía de nuestra multifacética crisis nacional.

En cuanto a contenidos, animamos a los participantes a debatir sobre cuestiones relativas a las instituciones, la economía y el trabajo, los problemas de la mujer, la juventud y los grupos indígenas, así como el modo en que las relaciones internacionales pueden afectar a Venezuela. Temas todos que por su relieve en la vida real, reclaman una atención que no están recibiendo en la agenda pública.

Como cabe suponer, don Andrés Bello no fue un parlamentario silente o perezoso. El tomo XVII de sus obras completas Labor en el Senado de Chile, es un libraco de novecientas ochenta y nueve páginas, pletóricas de enseñanzas útiles.

Para muestra un botón. Son los inicios de la andadura independiente y hay que adaptar la legislación a los requerimientos de una República. En el proyecto de ley presentado por él, el 10 de agosto de 1840, para crear la Comisión de Legislación del Congreso Nacional, en su artículo 12 prescribe:

“El objeto de los trabajos de la Comisión es la codificación de las leyes civiles, reduciéndolas a un cuerpo  ordenado y completo, descartando lo superfluo y lo que pugne con las instituciones republicanas del Estado, dirimiendo los puntos controvertidos entre los intérpretes del derecho, y no admitiendo fuera de éstas, otras innovaciones que las necesarias para la simplicidad y la armonía del cuerpo legal”.

Léase lo anterior en clave de 2021 y entiéndase que esos “mandamientos” conservan su vigencia intacta.

Publicidad
Publicidad