ELECCIONES REGIONALES 2021

El 21N o cómo se hizo mal todo lo que podía hacerse mal

No sólo tenemos la falta de unidad política entre los factores pro-democracia, sino que más grave aún estamos ante la ausencia de una imagen que simbolice, al menos, el intento de alcanzar una estrategia democrática unitaria ante el régimen

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En diversos momentos, comenzando este 2021, sostuvimos que la alternativa democrática en Venezuela debía prepararse para lo que entonces se presentaba como su peor escenario. Ir a unas elecciones en las que no estuviera en juego la permanencia de Nicolás Maduro en el poder. 

El paso de los meses no sólo nos ha colocado ante lo que antes parecía algo inaceptable, sino que el camino se sumaron errores y metidas de pata de diverso tenor. Este año ha dejado en evidencia la necesidad una plataforma genuinamente unitaria, plural con una conducción clara y objetivos consensuados en torno a qué y cómo hacer política pro-democracia cuando se vive bajo un régimen autoritario.

Yo personalmente estoy a favor de ir a votar, pero en general observo desde apatía o rechazo a franca desinformación. La mayoría de venezolanos con los que interactúo, al contrario de años atrás, no dedican mucha energía o atención al devenir político. Están, generalmente, enfocados en ver cómo sobreviven (no pocos) o cómo logran mantener a flote sus iniciativas (algunos). Para unos y otros ha quedado en claro de que el chavismo es una realidad política, más allá de nuestro deseo o decisión personal, y que no hay señales de cambios en el corto plazo.

Descontentos pero sin organización

A inicios de este 2021 sosteníamos que las elecciones de alcaldes y gobernadores resultaban primordiales para comenzar a reconstruir el tejido político de base en Venezuela. En el país una gran mayoría, en torno al 80 por ciento, rechaza al régimen de Maduro, pero tal descontento no está ni organizado ni conducido políticamente.

Los actores de oposición dejaron pasar el tiempo y recién como en julio fue que comenzaron a discutir abiertamente de las elecciones. Unos diciendo que sí iban, otros rechazando acudir a las urnas. Algunos siguen atrapados en la ficción del “gobierno interino”, que ni es gobierno ni ha resultado interino.

No hubo una decisión unánime sobre ir o no a elecciones. Ya comenzamos mal. Los que decidieron ir no definieron una estrategia común, ni siquiera un jefe de campaña simbólico en aras de unificar los esfuerzos parciales. Tampoco se llegaron a acuerdos para definir las candidaturas.

Por el mes de junio sosteníamos la necesidad de que se organizaran a la brevedad elecciones primarias de la oposición. Era una manera de reanimar a la gente, de darle el poder de elección a la ciudadanía y en general de activar los equipos de trabajo. Alcanzar candidaturas unitarias por el voto popular hubiese sido un primer gran paso. Tal cosa no ocurrió por una decisión política.

Raimundo y todo el mundo

Se dejó pasar el tiempo para luego sostener que ya no había tiempo. Tampoco dinero para contratar encuestas, salvo excepciones. Se inscribió, finalmente, Raimundo y todo el mundo. Hasta los partidos que sostienen que no debe irse a elecciones en dictadura, han sido permisivos con sus dirigentes o militantes que sí se inscribieron para el 21N. No hubo ni una línea clara, ni se implementó una estrategia común.

A todo esto, se le añaden los rifirrafes en lugares como Miranda. Los mensajes que se cruzan vía Twitter, con recriminaciones, Leopoldo López y Henrique Capriles. Y, por si fuera poco, la autoproclamación de Juan Guaidó como “presidente interino” hasta el fin de los tiempos, sin una explicación –que aún nos debe- sobre el manejo de los recursos públicos que ha hecho su administración a partir de 2019.

No sólo tenemos la falta de unidad política entre los factores pro-democracia, sino que más grave aún estamos ante la ausencia de una imagen que simbolice, al menos, el intento de alcanzar una estrategia democrática unitaria ante el régimen.

El año cerrará con el efecto misil que dejarán estas elecciones del 21 de noviembre. Venezuela nos deja en evidencia, y esa será la fotografía del 22 de noviembre, que una minoría con objetivos claros y organizada puede dominar a una mayoría. El chavismo será el triunfador de las elecciones, aun siendo una minoría.

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