El inicio del gobierno en Chile, que presenta como una nueva propuesta de izquierda al presidente Gabriel Boric, tendrá un enorme desafío al abordar la crisis generalizada de derechos humanos que se vive en Venezuela. Será un desafío doble, tanto en política exterior como en política interior.
No es casual que un mes antes de que concluya el gobierno actual, de Sebastián Piñera, su canciller Andrés Allamand haya renunciado por estar ausente en medio de la crisis migratoria que se vive y que involucra, principalmente a venezolanos. Dentro de un mes, cuando el 11 de marzo asuma la presidencia Boric, la cancillería la asumirá Antonia Urrejola, una conocedora de lo que ha sido la deriva autoritaria por la que transitó el chavismo en este siglo XXI.
El presidente Piñera, quien durante un tiempo se caracterizó por una política de puertas abiertas para la migración venezolana, y quien además fue un activo promotor del debate regional sobre Venezuela, para denunciar los excesos del régimen de Nicolás Maduro, terminó cerrando las puertas de Chile y aplicando una controvertida política de deportaciones masivas, sin permitir que los migrantes pudiesen si quiera apelar la decisión y solicitar formalmente refugio.
Boric ha colocado como prioridad de su gestión la defensa de los derechos humanos. Los derechos humanos al ser universales no están asociados a una nacionalidad, por lo tanto, el nuevo gobierno chileno tendrá un claro desafío en su política interior hacia los migrantes venezolanos, teniendo -además- el pronóstico de que el éxodo desde Venezuela aumentará en este 2022.
En política exterior, en tanto, el presidente electo dio un mensaje inequívoco con la designación de Antonia Urrejola al frente de la Cancillería. Con ello, se trata de trazar una política exterior basada en derechos humanos y democracia, lo cual entrará en colisión con la existencia en la región de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Cuando en diciembre pasado Boric fue electo con un claro mandato popular a favor del cambio, dando Chile el más significativo giro una vez que se recuperó la democracia en ese país, adelantábamos que el nuevo presidente tenía la oportunidad de demostrar también un nuevo enfoque desde la izquierda en materia de política exterior, y en el caso de la migración venezolana, también en política interna. Venezuela sin duda desafía al nuevo gobierno.
¿Quién es Urrejola?
Hasta hace escasas semanas, Urrejola era la presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) e integrante de este cuerpo por varios años. Esta abogada ha sido ha sido independiente, pero se le vincula históricamente con el Partido Socialista. Cumplió el rol de jefa de despacho de José Miguel Insulza cuando éste estuvo al frente de la Organización de Estados Americanos (OEA), entre 2005 y 2015.
Diversas organizaciones y activistas de Venezuela recuerdan el esfuerzo de Urrejola por colocar el tema de los derechos humanos en la agenda política de la OEA, cuando aún estaba vivo Hugo Chávez y éste gozaba de amplia tribuna internacional.
Estando luego como comisionada de la CIDH, la abogada chilena fue relatora de Cuba y mantuvo una actitud crítica en el organismo hemisférico en torno a la falta de libertades en la isla caribeña.
En 2021, siendo presidenta de la CIDH, en la primera directiva de este organismo integrado completamente por mujeres, Urrejola subió el tono para cuestionar al régimen de Daniel Ortega. La crisis política y derechos humanos en Nicaragua fue una de las banderas centrales de la presidencia ejercida el año pasado por quien ahora pasará a ejercer como ministra.
“Una buena síntesis de todas las recomendaciones que ha dado la CIDH al Estado de Venezuela es que restablezca urgentemente el respeto de los derechos humanos en el país”, aseveró por su parte Urrejola al ser consultada por el diario chileno La Tercera sobre su posición sobre Venezuela, el año pasado.
Los planteamientos de Boric
En coincidencia con la designación de su gabinete, integrado por 14 mujeres y 10 hombres, en el cual intenta simbolizar el rostro “del nuevo Chile”, Boric concedió una extensa entrevista a la BBC en la cual se definió en estos términos: “Yo provengo de la tradición socialista libertaria americanista chilena. Ese es mi espacio ideológico de referencia. Soy un demócrata”.
Interrogado sobre si se identifica con la izquierda gobernante en Managua y Caracas, el presidente electo aseveró que “en el caso de Nicaragua no logro encontrarle nada ahí, y en el caso de Venezuela es una experiencia que más bien ha fracasado y la principal demostración de su fracaso son los seis millones de venezolanos en diáspora”.
Boric omitió referirse a Cuba en las primeras semanas como presidente electo. Es posiblemente uno de los puntos de mayor fricción interna ya que un aliado principal de su gobierno, el Partido Comunista Chileno, a su vez respalda abiertamente al régimen castrista que encabeza Miguel Díaz-Canel.
Boric tendrá dificultades para avanzar tanto por su alianza con los comunistas chilenos como por su relación con otros referentes en la región que simpatizan o tienen relaciones estrechas con el régimen de Maduro, como es el caso del ex presidente ecuatoriano Rafael Correa.
Tras la entrevista de Boric, Correa salió en defensa del régimen del chavismo: “Gabriel: ¿Se te olvida el criminal bloqueo a Venezuela?”, le inquirió el ex mandatario andino.
“¡A Venezuela le impiden vender su petróleo!”, exclamó seguidamente el exmandatario ecuatoriano. “¿Cuántos chilenos estarían en la ‘diáspora’ si se le impidiera vender el cobre a Chile? Es como encontrar a un ahogado encadenado y decir que murió por no saber nadar”, respondió de forma agria Correa a lo que señaló el presidente electo.
Lo internacional a segundo plano
En su primer discurso como presidente electo, en un mensaje escrito y cuidadosamente preparado, Boric no hizo ni una sola mención a qué hará Chile en materia de política exterior. Esto deja en claro que la dimensión internacional no será una prioridad para el joven presidente. En la extensa entrevista con BBC el tema internacional fue secundario.
No será una prioridad, sin duda, pero Boric será demandado por una realidad inequívoca. El Chile que gobernará enfatizando los derechos humanos y la democracia deberá coexistir, en la región, con dictaduras. Sea que se quede callado o que tenga una política activa, Boric será interpelado por lo que pase también en Cuba, Nicaragua y Venezuela. La crisis venezolana, además, con el flujo de migrantes terminará siendo un asunto de política interna para los chilenos. No hay cómo esquivar este desafío.