Opinión

¿Cuál será el mal menor para los colombianos?

En las últimas seis décadas de historia electoral, es la primera vez que una presidencia se definirá entre dos figuras que no provienen de los partidos tradicionales: liberales y conservadores. Estas referencias que marcaron la vida política colombiana viven su ocaso. Colombia entra en territorio desconocido

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La tesis del mal menor ha abundado en los últimos tiempos. De forma descarnada Mario Vargas Llosa la puso sobre el tapete en las últimas elecciones de Perú, cuando a la segunda vuelta pasaron Keiko Fujimori y Pedro Castillo.

Entre la ex congresista, con causas diversas ante la justicia por corrupción y abuso de poder, y el dirigente del magisterio con un discurso de izquierda y sin un partido político propio, Vargas Llosa planteaba el año pasado que Fujimori representaba el mal menor para Perú. Los peruanos, aunque en votación muy estrecha, terminaron inclinándose por lo que -siguiendo con la lógica del laureado escritor- sería entonces el mal mayor. Castillo es el atribulado presidente de un no menos atribulado país.

La idea del mal menor, desde nuestro punto de vista, está presente hoy en Colombia. La definición de una segunda vuelta entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández simboliza un profundo deseo de cambio que anida en la sociedad colombiana. El hartazgo hacia los políticos tradicionales se ha hecho presente en la más tradicional de las clases políticas sudamericanas. Cada uno representa riesgos para el país vecino.

Con un sistema político tradicional, en el cual liberales y conservadores se repartieron el poder presidencial en las últimas seis décadas, Colombia terminará por adentrarse en un terreno desconocido cuando el 19 de junio, en la segunda vuelta electoral, escoja como nuevo presidente entre dos figuras que no están alineadas con las fuerzas habituales: Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.

¿Cuál es el panorama?

Petro está en su tercera carrera electoral en pos de la presidencia, que le ha resultado esquiva. Ex alcalde de Bogotá con una gestión polémica, y ex guerrillero del M19 de 62 años, un triunfo de Petro colocaría a Colombia en una situación inédita, sería el primer presidente colombiano abiertamente izquierdista.

Sin embargo, en la primera vuelta celebrada este 29 de mayo, la gran sorpresa la constituyó que el ex alcalde de Bucaramanga (igualmente polémico en su gestión municipal), Rodolfo Hernández de 77 años, ha remontado en escasas semanas una diferencia que favorecía de forma amplia a Federico Gutiérrez, el ex alcalde de Medellín y quien encabezaba la coalición conservadora.

Petro quedó en primer lugar con 40,3%, Hernández de segundo con 28,1% y Gutiérrez tercero con 23,9%. Gutiérrez tenía una sólida ventaja duplicando a Hernández hasta hace escasas semanas, mientras que éste afincándose en las redes sociales y con un discurso anti sistema logró escalar de forma vertiginosa en las preferencias.

El consultor político Jaime Durán Barba había advertido que Hernández al conectarse con jóvenes, principalmente, que estaban ajenos al debate político por las vías convencionales, podría ser la gran sorpresa. Y lo ha sido.

Gutiérrez es el gran derrotado, así como el centrista Sergio Fajardo que ni siquiera alcanzó el 5% de los votos luego de que en 2018 estuviese peleando la segunda posición con Petro por escaso margen de votos.

Hernández, quien es un acaudalado empresario metido en la política con mensajes muy drásticos sobre cómo acabar con la corrupción o con severos cuestionamientos a la clase política tradicional, es literalmente un outsider. El mundo conservador colombiano, ante el temor de que triunfe la izquierda, podría terminar nucleándose en torno a su candidatura, pero Hernández se ha negado a establecer pactos o alianzas.

Todos contra Petro

La rápida decisión de Gutiérrez, quien el mismo 29 tras aceptar su derrota anunció que pedirá a sus seguidores que voten por Hernández, y se espera que Fajardo haga un pronunciamiento similar, comienza a dibujar lo que podrían ser un frente “todos contra Petro” en la segunda vuelta.

El candidato izquierdista, asimismo, parece haber alcanzado su techo, con esta votación en torno al 40% de votos. De hecho, en los últimos meses no creció y más bien estuvo estancado.

Hernández tiene a su favor que es el candidato que viene en crecimiento vertiginoso, en las últimas cuatro semanas, y si esa tendencia se repite dentro de tres semanas podría dar una nueva sorpresa y hacerse con la presidencia, algo que parecía lejano o casi imposible hace dos meses cuando el ex alcalde no sumaba ni siquiera el 10% de intenciones de voto.

No pocos desde Venezuela, sin conocer a Hernández o haciendo caso omiso de lo que ha sido su discurso y su acción pública, prefieren a este empresario con posiciones radicales que a un Petro que hizo pública en diversas ocasiones su simpatía por Hugo Chávez.

¿Qué pasará con las relaciones Colombia-Venezuela?

Cada uno, esgrimiendo distintas razones, promete que en caso de alcanzar la presidencia reestablecerá las relaciones diplomáticas y consulares con el gobierno de Nicolás Maduro. No hay claridad, en ninguno de ellos, sobre cómo enfrentarán la presencia de casi dos millones de venezolanos migrantes dentro de territorio colombiano.

Los resultados electorales, por otro lado, simbolizan el final de las dos décadas en las cuales el dos veces presidente Álvaro Uribe fue el factor de poder en la política colombiana. Disidente del partido liberal, Uribe en sentido estricto encarnó una corriente conservadora afincada en el discurso de hacer frente por todos los medios a los grupos guerrilleros. El presidente saliente, Iván Duque, por ejemplo, fue un delfín político en la corriente uribista.

En las últimas seis décadas de historia electoral, es la primera vez que una presidencia se definirá entre dos figuras que no provienen de los partidos tradicionales: liberales y conservadores. Estas referencias que marcaron la vida política colombiana viven su ocaso. Colombia entra en territorio desconocido.

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