Opinión

"Conté mis años y descubrí que mi alma tiene prisa..."

Con un emotivo poema de Mario de Andrade, el coach Ricardo Adrianza nos enseña a mirar lo importante: ·"Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una”

Publicidad
Pexels

“Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora.

Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente. Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades. No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a manipuladores y oportunistas. Me molestan los envidiosos que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.

Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa. Sin muchos dulces en el paquete.

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana que sepa reír de sus errores. Que no se envanezca con sus triunfos. Que no se considere electa antes de hora. Que no huya de sus responsabilidades. Que defienda la dignidad humana. Que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

años
Foto Julian Jagtenberg / Pexels

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas. Gente a quien los golpes duros de la vida le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma. Sí, tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan.

Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.

Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una”.

Hermoso, ¿no?

Hay tanta verdad en estas líneas que no tuve mas opción que transcribirlo completo. Es un poema de don Mario de Andrade, poeta y novelista, brasileño.

Aprender a vivir los años que quedan

Es un poema que me permite reivindicar las emociones de los más adultos y un llamado a la reflexión de quienes imponen sus ideas viscerales sobre aquellos que han comprendido que la vida se agota y hay un más allá que te ubica en lo realmente importante: abrazar profundamente cada momento que se nos presenta a diario y valorar – sin cuestionamientos – los logros alcanzados.

Hay quienes pensarán que este texto supone una rendición a la vida y al trabajo. Muy al contrario, es un pasaje para disfrutarla plenamente, saboreando cada bocado y la esencia de lo que es fundamental y que nos hace feliz.

Como tantas veces he mencionado, vivimos la vida de forma acelerada y nunca tenemos tiempo de mirarnos a nosotros mismos. Nunca tenemos tiempo para la necesaria reflexión. En cambio, preferimos mirar a otros para criticar y juzgar sin considerar los antecedentes o las circunstancias de vida que rodean a cada ser humano.

Foto Lukas Rodríguez / Pexels

Preferimos absorber y fomentar las tendencias absurdas que se esparcen por las redes sociales, de manera de encajar en una sociedad chiflada y llena de desaciertos. Nada más alejado de la esencia de la vida y lo que realmente hace que la vida valga la pena.

Detente a pensar

¿Has pensado realmente que te hace feliz? ¿Te parece útil ignorar lo que es importante en tu vida a cambio de ganar más dinero? ¿Es sano que tu vida, cómo te relacionas y lo que hablas deba centrarse exclusivamente en el trabajo? ¿Alguna vez te has preguntado firmemente que es lo que quieres hacer? ¿Qué no estás dispuesto a ceder? ¿Cómo quieres ser recordado?

Son preguntas que encausan tu existencia hacia tu verdadera esencia, vocación, propósito o como le quieras llamar. No critiques a otros que quizás, a diferencia tuya, han crecido y se ubican justamente donde el alma está contenta.

Bien dicen que cuando superamos los 50 se nos abre una autopista de emociones y momentos que siendo jóvenes no valoramos.

La fortuna de despertar acompañado, de ver crecer a tus nietos, de contar con un techo, de llevarte un bocado cada día, de abrazar a la familia y amigos, de escuchar al más necesitado, la tenemos pocos.

No te dejes llevar por la avaricia y entiende que el significado de la existencia es mucho más grande que un trabajo bien remunerado y el reconocimiento público.

Foto Ron Lach / Pexels

Embárcate en la cruzada de buscar tu esencia y no busques culpables. No es tan difícil si tienes claro tus prioridades. Al final del camino, todos, de alguna forma u otra, aterrizamos en las mismas conclusiones.

Yo, entretanto, en el silencio del hogar, conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir del que viví hasta ahora. Ya no soy el de antes y me entrego a la existencia para saborear, más profundamente, los años que me quedan.

Publicidad
Publicidad