Opinión

La educación del hijo de Juan Albañil

La educación nunca fue prioridad del gobierno chavista: no se subyuga tan fácil a un pueblo educado. Carolina Jaimes Branger se solidariza aquí con la educadora Elsa Castillo

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¡Aplausos de pie para usted y todo mi respeto, profesora Elsa Castillo! Usted resumió de manera magistral -no podía ser de otra forma, usted es docente-y en menos de dos minutos, la tragedia de la educación venezolana.

“Señor Nicolás Maduro, yo le pido perdón si alguna vez algún maestro le pegó, porque creo que, por la edad que usted tiene, eran los tiempos en que los maestros les daban con la regla a los estudiantes. Pero yo creo, en realidad, que debieron darle más duro, porque usted como que no aprendió. Usted no aprendió: le hubieran sacado ese resentimiento que tiene contra los profesionales del país.

Maduro, nosotros no tenemos la culpa si a ti no te dio la gana de estudiar, porque aquí en Venezuela, todo el que le daba la gana estudiaba, hasta en las escuelas nocturnas, en los parasistemas, y sacaba su título. Y las universidades siempre tuvieron horario nocturno también, para el que quería estudiar y trabajar. Y si algún triunfo ha tenido la educación gratuita en Venezuela es -precisamente- que hemos sacado muchísimos profesionales adelante. ¡Ahí sí hay inclusión! Hasta que llegaron ustedes y decidieron que la educación de los pobres tenía que ser una pobre educación. Entonces en este momento le están dejando solamente a los privados que tengan un buen proyecto educativo.

¡Ah, claro! ustedes se bajan de mula para los hijos y los nietos de los enchufados, de los miembros del gobierno y los ponen en los grandes colegios. Mientras tanto, el muchachito del barrio, el hijo de María la Bollera, el hijo de Juan Albañil, el hijo de Juan Pueblito, esos sí tienen que tener una educación de mala calidad… ¡No nos la calamos, Maduro! ¡No nos la calamos! ¡La educación de los pobres no tiene por qué ser una pobre educación!”.

¡Se las cantó completicas! La educación, sobre todo en países como el nuestro (que ya no califica como de tercero, sino de décimo mundo para abajo) debería brindar a los niños y jóvenes los conocimientos y las habilidades que necesitan para enfrentar los desafíos de la vida diaria, no solo hacerlos a repetir como loros, que precariamente es lo que hacen.

También debería enseñarlos a aprovechar las oportunidades económicas y de aprendizaje permanente. Y por encima de todo, debería ser un factor clave para reducir la pobreza, fomentar el crecimiento económico, lograr la igualdad de género y el desarrollo social. Pero en la Venezuela de Maduro, nada de eso es posible. La profesora Castillo tiene toda la razón: el magisterio perdió toda su majestad desde que Chávez estaba en el poder. Las misiones educativas, lejos de ser instituciones para apuntalar el desarrollo del país, estuvieron concebidas como armas de proselitismo político. Y las escuelas y liceos, sobre todo los públicos, se menospreciaron desde el día uno. La educación jamás fue una prioridad para Hugo Chávez, mucho menos para Nicolás Maduro ¡Si se jacta de no haber estudiado! Y eso se debe a que un pueblo educado analiza, critica, decide. A ninguno de los dos, ni a Chávez ni a Maduro, les interesaba que eso ocurriera, porque es mucho más fácil subyugar a un pueblo ignorante, que mandar a un pueblo educado.

Y es que la educación no solo aporta conocimientos: también apoya el crecimiento de la sociedad civil, la democracia y la estabilidad política, permite que las personas conozcan cuáles son sus deberes y los cumplan y que sepan cuáles son sus derechos y adquieran las habilidades y conocimientos necesarios para ejercerlos.

Apoyo irrestrictamente a la profesora Castillo en su cruzada: la educación de los pobres no puede ser una pobre educación. Pienso una vez más en ese genio y visionario que fue Luis Alberto Machado, quien repitió hasta el cansancio que “los pobres eran pobres porque nadie los había enseñado a dejar de ser pobres”.

Para reconstruir Venezuela no necesitamos ni enchufados, ni políticos corruptos. Necesitamos maestros como la profesora Castillo, bien remunerados, bien reconocidos, bien considerados. Los enchufados y los políticos corruptos pueden irse largo al carajo. La Venezuela que estamos pariendo no los necesita.

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