Opinión

Osmel Sousa: “Me pusieron trabas para hacerme ir del Miss Venezuela"

El Zar de la Belleza habla de las razones que lo movieron a renunciar al certamen, luego de casi 40 años como hacedor de reinas internacionales. Acusa a Jonathan Blum como el principal responsable de su salida. “Me metieron una zancadilla”, dice

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En febrero de 2018, Osmel Sousa, artífice de todas las coronas internacionales de belleza del país, renunció a su cargo de presidente de la Organización Miss Venezuela, que desempeñó durante casi 40 años. La noticia causó no poco revuelo.

En su haber figuran siete coronas de Miss Universo, seis de Miss Mundo y otras siete de Miss Internacional. “Realicé muchos sueños, traje muchos triunfos y di alegría a una nación. Hoy decido retirarme por la puerta grande, por la misma puerta que entré hace casi 40 años”, escribió en su cuenta de Instagram en aquel momento.

Nacido en Cuba, de padres españoles, Sousa vive en Venezuela desde los 13 años y aquí ha realizado lo más destacado de su trayectoria profesional, la misma que le ha valido bastante popularidad, así como el apelativo de “El Zar de la belleza”, pues bajo su égida Venezuela adquirió la fama de país de hermosas mujeres que hoy ostenta.

Otro de sus éxitos, desde su punto de vista el más preciado, es que, por primera vez en la historia del Miss Universo, nuestro país obtuvo dos coronas consecutivas, cuando Dayana Mendoza le entregó el cetro a Stefanía Fernández en 2009. Este “back to back” no ha vuelto a producirse y aparece documentado en el Libro Guinness de los records.

A raíz de la dimisión de Osmel, comenzaron las especulaciones y las versiones oficiosas. Entre las cosas que se publicaron, se dijo que no se sintió respetado por un ejecutivo de la organización, que aplicó severosrecortes en los presupuestos, que limitarían severamente su accionar como hacedor de reinas. Este ejecutivo sería Jonathan Blum, presidente de Cisneros Media, emporio al cual se adscribe la Organización Miss Venezuela.

Por otro lado, la prensa farandulera más chismográfica, se hacía eco de la andanada de rumores -publicados, sin citar fuentes o bajo seudónimo-, atribuyendo al renunciante ser responsable de hacerse de la vista gorda ante una supuesta “red de prostitución” en la periferia del certamen, que involucraría anualmente a varias participantes. Hubo quienes atribuyeron estos rumores a rivales suyos en el propio seno del certamen, con la idea de desacreditarlo.

Se llegó inclusive a hablar de “investigaciones exhaustivas” -que en honor a la verdad nunca se produjeron-, que “con pruebas en mano” desenmascararían estas y otras supuestas irregularidades del período de Sousa. Lo cierto es que los virtuales involucrados nunca hablaron del tema explícitamente. Hasta ahora, cuando Osmel Sousa, cuatro años después, decidió romper el silencio.

“Creo que es hora de decirlo”, afirmó sin ambages en la entrevista que en exclusiva le hicimos para El Estímulo, donde no dejó puntada sin hilo y decidió nombrar, de una vez por todas, las cosas por su nombre.

“Me desplazó un missólogo”

—¿Realmente porqué te fuiste del Miss Venezuela?

—Bueno, creo que es hora de decirlo. Primero, me llamaron para una reunión para explicarme que no había presupuesto para yo viajar a Miss Universo, donde iba siempre a trabajar a favor de nuestra representante. Cuando fui a las Vegas, donde se realizó el último Miss Universo antes de irme, pagándome mi pasaje, me encontré que el jefe mío estaba ahí, el mismo que me había dicho que no había dinero para ir.

Jonathan Blum, según Osmel, maquinó su salida del certamen. Foto Cisneros Media

—¿Quién era tu jefe?

—Jonathan Blum, que lo que quería era meterme una zancadilla. Después yo me di cuenta de eso. Él deseaba desplazarme porque es missólogo, le gustan los concursos de belleza. Lo encontré sentado con su pareja en primera fila, en la sección VIP. Antes de eso me habían dicho también que no querían seguir trabajando con las franquicias de Miss Mundo ni con Miss Internacional, solo con la de Miss Universo. El susto mío era que después esos concursos cayeran en manos de otra gente e hicieran unos certámenes paralelos. Y yo no podía permitir eso: que se quedaran con unas franquicias que nos pertenecían desde siempre.

En vista de esta situación, para los tres últimos Miss Mundo que se hicieron antes de irme, mandé misses que tuvieran “platica” para la franquicia, el viaje, la ropa y todo lo demás. Igual hice con las dos últimas que nos representaron en Miss Internacional. Ahora, después que me fui, sí hay dinero para mandar candidatas a Miss Mundo, Miss Internacional y Miss Universo.

Estrategia para el descrédito

—¿Era una manera de ponerte trabas para que te fueras?

—Eso era todo el cuento. Cuando renuncio y el señor Jonathan Blum se entera, él piensa que yo lo que quería era quedarme con la franquicia del Miss Universo. ¡Y qué casualidad!, cuando me voy, a la semana descubren que “había prostitución en el Miss Venezuela”. Putas hubo toda la vida, porque no era un convento de monjas, entre 24 mujeres yo sabía quién era quién. Yo quería mujeres bellas y mujeres bellas había en el concurso. Pero, como todo el mundo sabe, y eso me lo criticaban, yo me inclinaba era hacia las niñas de la “jai”. Y por otras que no lo eran y las impulsaba, no porque hacía arreglos raros, sino porque eran las mejores. Gente como Andreína Goetz y algunas muchachas que no eran de la clase alta, pero que además de bellas eran serias y honorables, como Veruszca Ramírez, que tenía una historia muy bonita; Mariángel Ruiz, Alicia Machado. A ninguna de ellas se les puede objetar nada de extraño, porque todas eran correctas.

Fue una estrategia que inventaron para desacreditarme y tumbarme al foso. Estuvieron una semana en eso. Inventaron lo de la prostitución para que Miss Universo no me diera la franquicia, pues ellos pensaban que yo estaba detrás de ella, porque tenían una deuda y pensaban que por eso perderían la franquicia. Y yo digo, si éramos tan amigos, tan allegados y yo llevaba 40 años trabajando allí, lo menos que han podido hacer era llamarme y comunicarme esos supuestos rumores, que yo se los hubiera aclarado. Pero esa no era la idea de ellos, sino esperar mi renuncia para desacreditarme con esos rumores infundados.

—¿Y ellos no investigaron la certeza o no de esos rumores?

—No. Eso quedó obviamente así porque ahí no había pruebas de nada. Allí se mezcló mucha cosa rara. Un día, una señora judía, con un nombre fantasma, publicó una carta en el New York Times y yo escribí otra reclamando. Era un remitido donde se hablaba de la supuesta prostitución. Yo les mandé inclusive una página que el NYT había publicado en su oportunidad, cuando elegimos a una muchacha llamada Denis Floreano como Miss Venezuela, un reportaje muy bonito. Les mandé esa copia con mi reclamo. Entonces del periódico me respondieron que, si yo leía la parte de arriba de la página, se decía que ellos no se hacían responsables de lo que allí aparecía, que era un remitido, no un reportaje ni la opinión del diario.

Y después fue Ibéyise Pacheco la que se hizo eco, para hacerle promoción a un libro que había escrito sobre el Miss Venezuela. Pero tampoco pasó nada. Todo esto lo que hizo, no fue dañarme a mí, sino al concurso, que hasta ese momento tenía una imagen nacional e internacional muy bonita.

“Mis sustitutas no obraron bien”

—¿Cómo llegan Nina Sicilia, Jacqueline Aguilera y Gabriela Isler, tres exmisses, a dirigir el Miss Venezuela después de tu salida de la organización?

—Pienso que Jonathan Blum, para no aparecer directamente manejando el Miss Venezuela, pues su cargo es presidente de Cisneros Media, pone a estas tres, que fueron en su momento Miss Internacional, Miss Mundo y Miss Universo, que son los tres concursos que tienen, a pesar de que habían dicho que no quería enviar más candidatas a dos de ellos. Ellas aprovecharon la oportunidad.

”Gabriela Isler, Jacqueline Aguilera y Nina Sicilia, bajo el ojo crítico del Zar de la Belleza. Foto cortesía RR.PP. Venevisión

—¿Tienes buena relación con ellas?

—Nina era buena amiga mía y ahora parece que es enemiga, pues se la pasa hablando pistoladas, diciendo que ella entró a “limpiar la imagen del concurso”. Molly (Gabriela Isler) es una mujer muy extraña. A pesar de que yo hice muchas cosas para que ganara el Miss Venezuela y en Miss Universo la ayudé bastante, después se volteó, tú sabes que eso pasa mucho. Y Jacqueline está aprovechando su lugar para la imagen de su línea de ropa y trajes de baño. En realidad, de las tres, la que más corazón tiene es Jacqueline, ella siempre me llama y me saluda. En cambio las otras dos, nada. Han estado inclusive en los mismos sitios donde yo estoy y se van para otro lado. Creo que saben que no obraron bien.

—¿Qué es lo que ha fallado para que no haya vuelto a salir otra reina internacional del Miss Venezuela, como en la época en que tú las preparabas?

—No sé, hay que tener ojo, saber bien qué es lo que se va a escoger. Yo nunca he dicho esto, y te lo estoy diciendo por primera vez: de las cosas feas que ellos me acusaron, Dios los castigó, porque ahora sí están pasando. Y ellas (las tres gerentes del certamen) saben además quiénes son, pero están calladitas y no dicen nada sobre la existencia de “managers” que les dicen a sus representadas lo que tienen que hacer. Las que no tienen dinero y van bien vestidas, cuando les hacen las entrevistas dicen lo que ellas quieren oír y ellas se hacen como las que no saben nada. ¿Qué escogencia es esa? La escogencia hay que hacerla con el ojo, no con otras cosas.

—¿Y lo del empoderamiento femenino?

—¡Ay! Olvídate de esa historia.

“Todo esto lo inventé yo”

—¿Qué reivindicas de tu paso por el Miss Venezuela?

—Que al final yo dejé una escuela, porque antes no existía, la selección se hacía en las agencias de publicidad y ahí no había escuela, no había preparación alguna, no existía nada. Todo esto lo inventé fui yo. Ellos lo que han debido hacer es seguir haciendo lo que yo hice y se acabó.

—¿Cómo fue tu experiencia preparando a la candidata de Argentina al Miss Universo?

—Cuando yo renuncié al Miss Venezuela, me llamaron del Miss Universo y me comentaron que porqué no seguía preparando misses de otros países. Les dije que tenía que ser de uno de habla castellana, porque yo no hablo inglés. Hacía como 30 años que yo no iba a Argentina y me fui cuatro meses para allá: a alquilar apartamento, a buscar misses. Pero no es como aquí. Allá no se ve el concurso, no hacen certámenes de belleza, todo se elabora de una manera muy rústica: no hay televisión, ni publicidad, no hay nada.

“Yo dejé una escuela, todo esto lo inventé yo”. Foto cortesía Yuraima Delgado Prensa

—¿Y las candidatas?

—Allá las muchachas no son como aquí, competitivas, se creen europeas. A duras penas logré hacer un concurso con la colaboración de un personaje de la televisión que se llama Flavio Mendoza, dueño del Teatro Broadway, en la avenida Corrientes. Conseguimos quince candidatas y de esas quince la que ganó fue a Miss Universo. A la niña lo que le interesaba era quedarse en Estados Unidos y en Miss Universo no hizo nada de lo que aprendió, lo que quería era quedarse allá trabajando como modelo. De hecho, dejó el traje típico hasta botado, fue un rollo porque hoy, después de tres años, fue que se lo mandé al que se lo prestó en Argentina.

Al año siguiente ya no fui más, sino que me llamaron para seleccionar a una del concurso anterior. Elegí a la que quedó de tercera, que era gordita y ahora está delgada, una muchacha que hablaba muy bonito. Entonces vino, la mandé a buscar para prepararla aquí y llegó con la mamá, que era productora y quería enseñarme a mí. Le di un traje estilo Carolina Herrera para que lo llevara a Miami al concurso. Era rojo y le quedaba precioso, ya que era rubia. Quedó entre las semifinalistas, porque en verdad era una de las mejores. Para el año siguiente, el pasado, traje a la que había quedado de primera finalista en ese primer concurso, que ya se había graduado de psicóloga. Llegó aquí y todo lo quería analizar con una profundidad que yo no entendía (ríe). No sé qué habrá pasado con ella, porque era muy gordita y no quedó de nada. Hasta ahí llegó mi experiencia argentina.

—¿Y no quisiste hacerlo luego en otro país, con una idiosincrasia más cercana, un país tropical, como Puerto Rico?

—Se corrió la voz de que iban a llamarme de allí, pero nunca lo hicieron.

“En Miss Venezuela nunca me pagaron”

—¿Y qué pasó en Nuestra Belleza Latina, el concurso que conducías en Miami para la cadena Univisión?

—Cuando surgió todo este escándalo del Miss Venezuela, ya me habían dicho que querían cambiar el estilo de belleza latina, porque el productor que lo hacía era antiguo, que había que buscar muchachas con talento, que tuvieran profundidad, que el físico no fuera lo más importante. Como yo a las gorditas las ponía a adelgazar y a las feas les decía que eran feas, entonces yo no entraba dentro de ese esquema que proponían. Este año me llamaron para la final y no fui, pues ya me habían solicitado de Telemundo, la cadena rival, para que fuera al programa de la transmisión en vivo del Miss Universo. Ahí estuvimos con Alicia Machado y Stefanía Fernández

—Sigues vinculado de alguna manera entonces al Miss Universo…

—Sí.

—Se publicó recientemente que en Miss Venezuela no te han pagado tus prestaciones y que los vas a demandar…

—Eso fue un invento que publicaron por ahí. Pero no es ni mala idea, porque allí nunca me pagaron nada.

—¿En 40 años como presidente de Miss Venezuela nunca te pagaron?

—Nada.

—¿Y no demandaste?

—No lo hice porque esa familia (los Cisneros) era muy amiga mía. Preferí irme y dejar las cosas así. No está planteada ninguna demanda ni nada de eso. Además, toda la gente que estaba dentro de Venevisión en ese momento eran amigos míos. Todos menos este personaje, por supuesto (aludiendo a Jonathan Blum). Pero bueno, eso ya pasó. Lo que vale es mi labor allí en 40 años. Además de las ganadoras internacionales que Venezuela tuvo estando en mi período, que no las tuvo ningún otro país, posesionamos a Venezuela en el mundo entero como el país de las mujeres más bellas.

Debieron ser Miss Universo y no fueron

—¿Cuáles han sido las candidatas al Miss Venezuela, ganadoras o no, que más te llenaron de satisfacción?

—Yo siempre digo que tuvimos siete ganadoras en Miss Universo, pero hemos debido tener diez. Carmen María Montiel era una tremenda competidora, que incluso el presidente del certamen en ese momento, Harold Glasser, quería que fuera la escogida. Otra que yo estaba seguro que ganaba era Carolina Izsak; tanto era así, que una periodista norteamericana pidió entrevistarla tres días antes de la final del certamen, que fue en Tailandia, porque debía viajar a los Estados Unidos y ella ya sabía que era la ganadora, pues encabezó siempre la lista de favoritas y aún así no la eligieron.

La otra fue Minorca Mercado, quien compitió en Filipinas y era tan favorita que comenzaron a ir contra ella para que no ganara. En Filipinas había una adivinadora, estilo Adriana Azzi, y cuando los periodistas la llamaban para que diera sus vaticinios, dijo que daría una rueda de prensa tres días antes del concurso. Allí dijo que la ganadora era una suramericana, cuyo país empieza con V y al día siguiente Minorca apareció en todas las primeras páginas de los diarios mencionándola como la próxima Miss Universo. Y como consecuencia de eso, los expertos en tejemanejes la bajaron al segundo lugar.

Otra con buen chance fue Marena Bencomo. En el jurado había dos amigas mías: Carolina Herrera y Cristina Saralegui. Las dos me comentaron después: “Cómo esa niña contestó tan mal a la pregunta del jurado, si era la que iba ganando hasta ese momento”. Si hubiera contestado algo más o menos razonable, gana. Hubiese sido el primer “back to back”, porque Alicia Machado era la Miss Universo saliente.

Carolina Izsak merecía ganar el Miss Universo, según Osmel Souza.

—¿Entonces sí es cierto que el desempeño ante la pregunta sí influye a la hora de seleccionar a la ganadora de Miss Universo?

—En ese momento sí.Otro caso fue el de Irene Esser, quien compitió en Las Vegas. Siempre inmediatamente después de la elección hacen una rueda de prensa con la ganadora en la suite presidencial con los periodistas internacionales. Irene, que había quedado de segunda, le dice a la chaperona que quiere cambiarse el vestido para ir a la fiesta de la final del concurso, a lo que ésta le dice que no puede ir a su cuarto a cambiarse, porque sus maletas habían sido trasladas a la suite presidencial en la tarde, porque ella era la ganadora. Todavía no entiendo qué pasó. Es que siempre en Miss Universo eran 70 candidatas contra Miss Venezuela. Ya cuando ven que es inevitable que ganen, empiezan los tejemanejes y los rumores.

Pase de factura tardío

—¿Y la venganza de María Conchita contra ti cuando fue jurado del Miss Universo?

—Sucedió en México, cuando compitió Milka Chulina. El jurado votaba a control remoto con unos aparaticos. Y ella y un señor que estaba a su lado, un actor, ninguno de los dos usaron el aparatico en la votación final; si no, hubiera ganado Milka. Después, el año que compitió Veruzhka Ramírez en Honolulú, me dicen que María Conchita estaba otra vez en el jurado y me dije: “Yo voy a romper este hielo. Y pregunté dónde estaba y le pedí perdón, casi llorando (ríe), cuando la encontré en la piscina del hotel. Lloramos y nos reconciliamos. Finalmente me dijo: “Esto tenemos que repetirlo en la noche” ante los camarógrafos de un programa que ella tenía en Los Ángeles. “Esto me parece buenísimo”, me dijo. Ella estaba en lo suyo (ríe a carcajadas), pero por lo menos votó bien por Veruzhka.

María Conchita se vengó de Osmel Sousa en México, al no votar por la candidata venezolana Foto archivo Aquilino J. Mata

—¿Qué te reclamaba María Conchita?

—A María Conchita la conozco yo desde chiquitica, porque su familia es cubana y su mamá fue profesora mía de educación física en Cuba. Su familia y yo éramos muy amigos y cuando me dijeron que María Conchita competiría en el Miss Venezuela, en la época en que el concurso pertenecía a la publicidad Opa, donde yo trabajaba, yo estaba preparando a Maritza Pineda, que fue finalmente la que ganó, pues era más alta y vistosa y salió con un traje rosado de plumas con el que arrasó en el desfile final. María Conchita quedó como primera finalista y fue a Miss Mundo. Entonces su familia se peleó conmigo a muerte: Conchita mamá, el papá y María Conchita, hasta que llegó la reconciliación en Hawai que ya te comenté.

Emocionante “Back to Back”

—¿Crees que el Miss Venezuela volverá a ser el concurso con la misma resonancia internacional de antes?

—Es que ha cambiado mucho todo. Ya no existen esas mujeres emblemáticas que había antes, aunque la que van a mandar este año al Miss Universo a mí no me parece mala. Yo creo que hay que prepararla mejor, trabajar con ella mucho, vamos a ver qué hace.

—¿Cómo has seguido de salud?

—Yo me siento bien…

—¿Lo peor y lo mejor que te pasó a ti estando en el Miss Venezuela?
-Lo mejor fue el “Back to Back”. Antes de eso, cada vez que me entrevistaban decía que uno de mis sueños era que una Miss Universo venezolana coronara a otra de nuestro país. Yo juraba que eso no iba a pasar nunca, hasta que Dayana Mendoza coronó a Stefanía Fernández, algo que me llenó de una emoción inmensa. Y lo peor fue cuando se murió María Kallay, la eficiente coordinadora general del certamen, una persona muy importante para nosotros en la organización. Y luego cuando se murió Joaquín Riviera.

“Joaquín Riviera y yo éramos una combinación perfecta”, revela Osmel Foto cortesía RR.PP. Venevisión

—¿Tuviste siempre buena sintonía con Joaquín?

—Sí, a mí me gustaba mucho lo que él producía y a él le encantaba lo que yo hacía. Éramos una combinación perfecta. Toda la vida fue así.

—¿Han sido agradecidas las Miss Venezuela contigo?

—Algunas sí, otras no. Pero a mí no me importa, porque de todas guardo un bonito recuerdo…

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