Opinión

Un líder amable es más influyente

Las estadísticas son fulminantes: cuando eres amable en el trabajo se duplica la posibilidad de ser percibido como líder y aumenta 13% el desempeño del equipo

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En mi artículo anterior me referí a la difícil transición que experimentan trabajadores productivos y eficientes cuando son promovidos a puestos gerenciales.

Mi conclusión con respecto a ese tránsito es que no todos los buenos trabajadores son buenos gerentes. Para serlo, necesitan más que las habilidades técnicas para desempeñar sus nuevas responsabilidades en el trabajo.

Entre esas cualidades para ser un buen gerente destacaba el desarrollo de habilidades de inteligencia emocional y la capacidad de vincularse con sus equipos de tal manera de influir más y mejor. Sin estos ingredientes, difícilmente pueda darse esa sinergia tan importante entre el líder y seguidor.

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Foto Anna Shvets / Pexels

Para seguir explorando en este sentido, leí acerca de una interesante charla dictada por Christine Porath – profesora titular de la universidad Georgetown y autora de Mastering Community y Mastering Civility – que trataba sobre la influencia de ser amable en la gestión de equipos. Luego de leer sobre ello, coincidí con ese dictamen en tanto que, cuando lo somos, generamos un mejor ambiente que propicia una mejor vinculación con nuestro personal.

Las estadísticas en este sentido son fulminantes: cuando eres amable en el trabajo se duplica la posibilidad de ser percibido como líder y aumenta un 13% el desempeño de seguidores, con la clara influencia que tiene esto en la reducción de la rotación del personal tan presente en nuestro país.

Entonces, me parece de monumental ayuda incorporar esta postura en tu devenir laboral, más aún si recién comienzas esa ruta para consolidar tu imagen de liderazgo o bien has sido recientemente ascendido a puestos gerenciales.

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Foto Andrea Piacquadio / Pexels

Mucho he escrito sobre tendencias de liderazgo actual y acerca de la infinidad de investigaciones que resaltan las denominadas habilidades blandas en la gestión de equipos, a los fines de obtener empleados motivados y, por ende, productivos.

Las estadísticas de salud mental son aberrantes y los sitios de trabajo no son ajenos a esta. Por lo tanto, inocular esa cualidad de amabilidad en nuestros lideres y equipos directivos es de particular interés para la construcción de empresas emocionalmente sustentables. No hay otro camino.

Muchos querrán mutilar esta máxima que ha llegado para quedarse y que el estudio del sistema nervioso central, aportado por la neurociencia, ratifica. Pero la realidad se impone, de allí que los responsables del talento deben dar un paso al frente e incorporar esta política en la agenda diaria de las compañías, a la par de convencer a sus equipos directivos acostumbrados a la búsqueda de resultados.

El ejemplo de un líder

Para corroborar el efecto de la amabilidad, quiero compartirles un corto relato cuyo protagonista es Henry Ford, fundador de Ford Motor Company.

El señor Ford decidió cenar con 2 candidatos a un puesto de trabajo. Ambos tenían CV formidables, con notas sobresalientes. Una vez culminada la cena, comunicó a uno de los candidatos que había sido seleccionado para el cargo.

El candidato no seleccionado, un tanto confundido, preguntó el porqué de su decisión, alegando que durante la cena –en general– sólo se trataron asuntos sin relevancia para el puesto técnico que se buscaba.

Henry Ford. Foto cortesía

Ford respondió que por dos razones: «La primera, es que cuando llegaron los filetes él –refiriéndose al seleccionado– probó primero un bocado y luego echó un poco de sal, en cambio tú al recibir el filete de inmediato agregaste sal. Me gustan las personas que antes de hacer un cambio prueban las cosas y viven la experiencia. La segunda razón es que él siempre fue amable con todos, meseros y conmigo. En cambio, tú solo fuiste amable conmigo».

Este corto relato ejemplifica de forma extraordinaria la visión humanista que debe tener cualquiera que aspire a escalar puestos de liderazgo y mejor aún, mantenerse en el con un alto grado de influencia positiva en la gestión de equipos, donde las relaciones positivas sean el pan de cada día y la equidad en el manejo de equipos sea una fija insustituible.

Las cualidades de liderazgo tan mentadas y conocidas deben ser complementadas con esta visión simple y humana cuyo mayor esfuerzo supone ser una buena persona.

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Foto Gary Barnes / Pexels

Así que, si te encuentras en ese limbo de tu carrera profesional – iniciando tus primeros años de gerente o líder de equipos – no te olvides de ser humilde y buena persona. No solo impactarás en tus equipos y tendrás éxito en tus proyectos, sino serás recordado por muchos y eso, queridos lectores, como decía un viejo anuncio comercial, ¡no tiene precio!

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