Opinión

¿Acaso el petróleo alguna vez fue nuestro?

No, no me sumaré a las voces que condenan a Trump, más allá de lo que diga ese señor en medio de lo que será una desmedida campaña electoral; me sumo en cambio sí a quienes le exigen al régimen de Nicolás Maduro que nos explique qué hizo para destruir a la gallina de los huevos de oro

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A veces, y sólo a veces, los líderes políticos hablan con total sinceridad y eso debe agradecerse. No me gusta el señor Trump, pero no me rasgo las vestiduras por su reciente, y muy sincera declaración, sobre lo que en definitiva era su gran plan para Venezuela. No era otra cosa que hacerse de nuestro petróleo.

Trump lo dijo, y en verdad debe agradecérsele. Fidel Castro históricamente tuvo ese mismo plan, pero siempre lo envolvió en aterciopelados discursos de solidaridad y hermandad. La Cuba revolucionaria, sabiendo la carencia de combustible en la isla, miró con ojos ávidos hacia Venezuela.

China también nos quiso (ahora menos) cuando éramos un proveedor confiable y le dábamos el petróleo con descuento; y, ni se hable de todos esos gobiernillos de numerosas islas del Caribe, que nucleados en PetroCaribe por largos años no han hecho otra cosa que hacerse del petróleo venezolano.

¿Acaso el chavismo con más de dos décadas en el poder no ha hecho otra cosa que apropiarse de la riqueza petrolera de Venezuela? Tener que escribir esto, para poner en perspectiva las cosas, me genera cansancio.

No, no me sumaré a las voces que condenan a Trump, más allá de lo que diga ese señor en medio de lo que será una desmedida campaña electoral; me sumo en cambio sí a quienes le exigen al régimen de Nicolás Maduro que nos explique qué hizo para destruir a la gallina de los huevos de oro.

Destruir, no cabe otra palabra, a la que fue una de las empresas petroleras principales del mundo tiene su mérito. Acabar con la gallina de los huevos de oro que fue la otrora industria petrolera, así como se acaba ahora literalmente con el oro en el estado Bolívar, ha sido la lógica depredadora de quienes dicen oponerse a que otros se hagan del control de nuestras riquezas. El petróleo es, a fin de cuentas, nuestro (de la cúpula, literalmente).

Petróleos de Venezuela (Pdvsa) dejó de ser nuestro ya en los años de Rafael Ramírez, cuando con su voz característica dijo que Pdvsa era roja rojita. Se ponía fin, verbalmente, a la llamada meritocracia, que ya había sido liquidada por la vía de los hechos con los despidos masivos de 2003. Qué coincidencia que se cumplan justamente 20 años.

Aquella botazón de personal calificado, que transmitió en vivo y directo la televisión no fue eso, acaso, otra manera de hacerse con el petróleo: se echaron a los gerentes y técnicos para ir nombrando a una camarilla por razones familiares y/o políticas.

Trump, en ese arrebato de sinceridad que le agradeceremos, dijo textualmente: “nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo”. No fue eso, precisamente, lo que hizo el chavismo en estos 20 años de control total sobre Pdvsa, produciendo una paradoja sin par: empobrecer a una nación, quebrar a una empresa petrolera, mientras tenía lugar una etapa de expansión en los precios del crudo en el mercado internacional.

Quite la palabra Trump y ponga la palabra chavismo: y nos quedamos con todo ese petróleo. Eso es lo que ocurrió. Y si deja de ocurrir, es que el propio régimen de Maduro con el agua al cuello le clama a Estados Unidos porque vuelvan las petroleras gringas al país.

Que se queden con el petróleo de Venezuela, pero eso sí, que paguen impuestos y regalías, que irán a las manos de un gobierno no precisamente democrático ni transparente. Allí también el señor Trump parece haber sido bastante sincero.

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