Opinión

Vinotinto-Paraguay: la responsabilidad es de los jugadores

Después de la previsible derrota ante Colombia, la Vinotinto está obligada a ganarle a la Albirroja en casa. Si "Venezuela es el peor enemigo de "Venezuela", como dice el técnico Batista, ¿se puede cambiar el chip solo por ser local?

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Que crear es más difícil que destruir se sabe. Los venezolanos lo vivimos diariamente con el chavismo. Crear, que viene de la mano con proponer, requiere de inteligencia y, hasta cierto punto, de espontaneidad. Si bien los pintores, escritores y artistas en general no rehúyen de la inspiración, no dejan de trabajar para que algún día les pille entrenando. Esperemos este sea el caso de la Vinotinto contra Paraguay.

No es casualidad que el primer juego de Venezuela en las eliminatorias rumbo al Mundial de 2026 reunió discusiones inverosímiles e histéricas, que van desde la convocatoria hasta la forma en la que se narra un gol. Rara vez encontrarás tales tonterías en los competidores. ¿Por qué? Porque al no haber clasificado a un Mundial, en Venezuela se mezclan temas deportivos con otros que no lo son en un intento desesperado de encontrar respuestas al infortunio. Por eso, más allá del bochinche, el lema «Mano tengo fe» ha calado tanto.

La realidad, sin embargo, es una: Fernando Batista solo puede encontrar respuestas desde lo deportivo. Si Yeferson Soteldo está bien físicamente, potenciarlo con la alineación; si sigue creyendo que Salomón Rondón es inamovible, entonces debe encontrarle socios para que no sea una isla. Y si sigue apostando por los cuatro de fondo, entonces debe elegir bien quién ayuda en la recuperación. No todo centro al área recibido es culpa de un lateral, también tiene que ver con la pasividad de los volantes de marca.

El panorama cambia para el segundo partido. Paraguay ha sido históricamente un equipo de transiciones rápidas, juego directo y recursivo en los balones aéreos. Pero la versión de Guillermo Barros Schelotto es mucho más punzante y dinámica, tiene buenos momentos de juego asociado y a la contra puede hacer mucho daño. La asociación Miguel Almirón-Ramón Sosa puede ser letal si no se toman los correctivos necesarios. El 0-0 contra Perú se explica por la gran actuación de Pedro Gallese y los postes. En este resumen se puede comprobar:

¿El enemigo de Venezuela es Venezuela?

La pregunta viene del discurso de Batista. Para el técnico de la selección, se necesita un cambio en la mentalidad del jugador criollo. O al menos eso entiendo. La cita hay que tomarla con pinzas, con Richard Páez se vio la famosa irreverencia que el estratega merideño enarboló como punta de lanza y con César Farías, la asociación país-escudo se hizo más radical. Cada uno, con ideas diferentes, consiguió insuflar el pundonor que de cierta manera igualaba las carencias individuales y estadísticas históricas.

Después, es cierto, con Rafael Dudamel, Noel Sanvicente, Leo González (interino) y José Peseiro se retrocedió. Hoy no queda tan claro a qué quiere jugar Venezuela. Si antes no había un estilo o, digamos, se pasó de un juego propositivo a otro reaccionario, después de Páez y Farías no se distingue una forma de expresión identificable. Las selecciones han vivido en un estado de urgencia, en una carrera desesperada por el resultado que le juega en contra.

¿A qué juega Venezuela? Con Batista está aún por verse. Contra Colombia se apostó por la seguridad defensiva, 10 jugadores en campo propio y la pelota parada como argumento ofensivo. Este plan duró 45 minutos. Después del gol de Rafael Santos Borré, no se vio reacción. Al menos no hubo un cambio que permitiera pensar en alternativas trabajadas para diferentes panoramas.

El handicap está claro, con referentes en la mitad del campo como Tomás Rincón (35 años), en la delantera como Salomón Rondón (33 años) y en la defensa como Alexander González (30 años), no se puede esperar que Venezuela sea un equipo que juegue rápido. De hecho, con sus bemoles, González fue el mejor contra Colombia, diezmando las opciones de Luis Díaz. Pero esa labor en defensa, además de agotarlo físicamente, también impidió sus proyecciones. La vieja historia de si me arropo la cabeza se me enfrían los pies.

Entonces, si a Venezuela le cuesta ser dinámico, ¿qué puede hacer? ¿Puede manejar balón? ¿Sus contras pueden ser tan peligrosas como cuando Rondón estaba en plena forma? Son preguntas que no tienen respuestas absolutas. Yangel Herrera, Darwin Machís, Jefferson Savarino y el propio Soteldo son los que deben dar un paso adelante y demostrar que, como aquella generación de Páez, la adversidad les nutre. Batista se juega las cartas con la alineación, los alineados con su rendimiento.

Aunque para muchos sonó a falta modestia, Marcelo Bielsa dijo una verdad universal tras derrotar a Chile (3-1). Es muy poco el tiempo que los técnicos de selecciones tienen a sus jugadores como para pensar que un buen desempeño proviene solo de charlas tácticas. Muchos atribuyeron las transiciones rápidas de Uruguay al estilo del entrenador argentino, pero él lo desmintió rápidamente: «No es algo que lo hayamos trabajado, es el estilo y las cualidades de los jugadores, en realidad el entrenamiento fue un solo día».

Contra Paraguay, con el apoyo de la gente, es el momento perfecto para que los jugadores de Venezuela muestren su estilo y sus cualidades.

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