Nacimos para ser felices, no para ser perfectos
El coach propone aplicar los fundamentos de la "agilidad emocional" para lograr un estado de bienestar emocional a pesar de los problemas
El coach propone aplicar los fundamentos de la "agilidad emocional" para lograr un estado de bienestar emocional a pesar de los problemas
La frase que engalana este artículo, «nacimos para ser felices, no para ser perfectos», fue pronunciada por Juan Pablo II. A mí me parece una frase demoledora que encierra los secretos de la existencia.
Luce simple, pero su significado es profundo. Nos invita a mirar la vida bajo un enfoque optimista, a valorar nuestras imperfecciones y por qué no, las imperfecciones de otros. Nos indica que el camino de la vida no está trazado en línea recta, que existen sus baches y decepciones y que la mejor manera de enfrentarlas es desarrollando la capacidad de comprendernos, de ponernos en los zapatos de los demás, de corregir los errores para sumar, de levantarnos tras una caída; todo lo cual nos reporta inmensos aprendizajes.
Sin embargo, la vida es dura y muchas veces no vemos el sendero claro. Los problemas nos explotan en el rostro y nos desencajan. Aun así, siempre existe esa posibilidad de corregir el rumbo y aceptar aquellas circunstancias que no podemos controlar.
Lo que sentimos es consecuencia de alguna circunstancia y, como todo en la vida, la forma como enfrentemos lo que nos pasa es la clave para salir de situaciones traumáticas lo mas limpio posible. Muchos indican que ignorar el dolor es una fórmula para enfrentarlas, pero bajo mi experiencia te digo que no es una opción. Esa máquina inteligente llamada cerebro siempre nos arrastra a recordar lo que nos hace daño.
No obstante, el proceso de aceptarlo se erige como una acción válida. Y no hablo de aceptar como un punto de resignación. Lo digo desde la postura de dejar fluir y aceptar las emociones sin machacarnos, sin juzgarnos. Dicho en otras palabras, aceptar las tristezas es válido, ¿por qué ocultarlas?, lo que no resulta válido – y aquí está la clave – es estar triste siempre.
¿Cómo relacionarnos con esas emociones incómodas y acercarnos al “nacimos para ser felices”?
Respuestas seguramente habrá muchas, pero mi consejo siempre será empujar a nuestra mente a darle un enfoque optimista bajo el mantra de “esto también pasará”. Cuando hablo de optimismo, hablo de un “optimismo consciente”, de lo contario, la desazón o el hoyo que nos espera puede ser abrumador.
Hay teorías más científicas y para redondear la idea de cómo enfrentar las situaciones difíciles y acercarnos al título de este artículo, quisiera referirme a algunos conceptos que comparte la doctora Susan David –psicóloga, galardonada por la Facultad de medicina de la Universidad de Harvard– bajo el concepto de “agilidad emocional”.
Bajo este innovador concepto, no se busca ignorar las emociones o los pensamientos incómodos, sino nos invita a contemplarlos con calma, enfrentarlos con valentía y compasión y, finalmente, superarlos para sacar nuestra mejor versión.
Algunos de los factores que benefician el bienestar de las personas y que se engloban en este concepto incluyen:
La capacidad de reconocer y comprender las propias emociones, así como las emociones de los demás.
La disposición para aceptar todas las emociones, tanto positivas como negativas, sin juzgarlas ni reprimirlas.
La capacidad de adaptarse a las situaciones cambiantes y gestionar las emociones de manera efectiva, según las circunstancias.
La capacidad de recuperarse de experiencias difíciles y mantener un estado de bienestar emocional en medio de la adversidad.
La capacidad de ser honesto consigo mismo y con los demás acerca de las propias emociones y necesidades.
El valor que nunca debe faltar en la construcción de nuestro bienestar y para fomentar el de los demás. Esa capacidad de comprender y compartir los sentimientos de otros inyecta una mejor conexión interpersonal y apoyo social.
La comprensión de lo que es importante para uno mismo y la capacidad de actuar en consonancia con esos valores, lo que contribuye a una mayor coherencia emocional y bienestar.
En definitiva, estos factores ayudan a las personas a navegar mejor por las complejidades emocionales de la vida, promoviendo un mayor bienestar emocional y psicológico en general.
Te invito entonces a tener presente estos atributos en tu actuación diaria y así, complementar todas las enseñanzas que nos han aportado personajes ilustres de la historia de la humanidad. Al fin y al cabo, tal como nos dejó Juan Pablo II: “Los días buenos te dan felicidad, los días malos te dan experiencia, los intentos te mantienen fuerte, las pruebas te mantienen humano, las caídas te mantienen humilde, pero solo Dios te mantiene de pie”.