Elecciones 2024

Maduro y su gente no le paran a nada ni a nadie

Es cosa de todos los días: voces de los más variados espectros políticos e ideológicos, especialistas en materia electoral, gobiernos, ONG, demandan la atención de Nicolás Maduro... y nada. Oídos sordos

maduro
Daniel Hernández
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Medio mundo les da consejos y esta gente no quiere escuchar a nadie. Solo a ellos mismos. Lo tienen decidido: seguir adelante con el esquema acordado y que los magistrados resuelvan ahí con unos brochazos de legalidad. Lo adelantó Maduro el viernes en sus declaraciones tras someterse al “fuego” amigo: “Lo que diga el Tribunal Supremo de Justicia será ley de la República, será santa sentencia”.

Ese camino se les ocurrió –quizás gracias a Lula o tergiversándolo- y por ahí van sin atender a que desde el punto de vista jurídico no tiene sentido ni asidero porque esa es competencia del organismo electoral, así como tampoco tiene mucha base que lo represente el procurador general de la República en una acción legal que presentó en su condición de candidato. El procurador, vamos a entendernos, está para defender los intereses del Estado.

A menos de que estemos, pensándolo mejor, ante un caso de L’État, c’est moi.

De sus aliados en el continente han recibido recomendaciones claras: es fundamental que el CNE presente los datos de la elección, desglosados mesa por mesa y deben ser verificados por una instancia imparcial, es la propuesta de los gobiernos de Brasil, Colombia y México. Boric, desde Chile y desde la izquierda, lo ha dicho una y otra vez: no reconocerá la reelección de Maduro hasta que no se publiquen y auditen los resultados que el CNE se niega a mostrar en detalle. Se lo dicen desde Perú, desde Uruguay, desde Argentina, desde Panamá, desde Dominicana. Y nada.

Se los aconseja la Unión Europea. El viernes, el mismo Josep Borrell les recordó en X la “necesidad de transparencia”, de la verificación independiente de las actas, que la divulgación de los resultados compete al CNE y que la “UE condena la represión contra la oposición y la sociedad civil en Venezuela”.

El alto representante de política exterior de la UE fue directo: “El gobierno de Maduro debe garantizar el respeto a los derechos humanos, poner fin a las detenciones arbitrarias y liberar de manera inmediata a los presos políticos”.

Y este sábado volvió a hacerlo: «hemos insistido tanto, y seguimos insistiendo de forma unánime los 27 Estados Miembros de la Unión Europea, en la publicación de las actas y en la verificación independiente de las mismas como única manera de garantizar la integridad de los resultados electorales de acuerdo con la soberanía popular. El retraso en la publicación completa de las actas sólo arroja más dudas sobre la credibilidad de los resultados publicados oficialmente. La ONU, a partir del trabajo realizado por el panel de expertos, podría desempeñar un papel activo para asegurar un proceso de verificación independiente».

Y no se limitó Borrell al asunto de las actas: «Ahora mismo, además de las actas y un diálogo franco para restaurar la democracia, lo más urgente es que las autoridades venezolanas pongan fin y de forma inmediata a las detenciones arbitrarias y a la represióncontra miembros de la oposición y de la sociedad civil, y que todos los presos políticos sean puestos en libertad. El hostigamiento y las amenazas en contra de las fuerzas democráticas opositoras y los periodistas y medios de comunicación debe detenerse. Las libertades, incluida la libertad de expresión e información han de protegerse. Por eso, la UE sigue defendiendo que, sin más demora, se permita el retorno de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos a Caracas».

El Centro Carter, cuya misión fue invitada por el gobierno, publicó su informe con la conclusión de que las elecciones del 28 de julio no fueron democráticas y sus voceros han dicho, afirmado y reconfirmado que los resultados presentados por el CNE para proclamar a Maduro no son los que son. Y que no hay evidencia de “hackeo” alguno.

Desde la embajada de Estados Unidos este viernes también hubo recordatorio y demandas precisas: liberar a los miles de venezolanos detenidos, cesar en el bloqueo de redes sociales, dejar de anular pasaportes “de quienes apoyan la democracia”, publicar las actas del CNE y respetar los derechos humanos.

María Corina Machado – “salvaje demonia”, según Maduro- reiteró algo que ha dicho muchas veces a pesar de que algunos insistan –cada vez menos- en calificarla de “radical”: habló de la negociación necesaria, de ofrecer garantías y salvoconductos para concretar el inicio de una transición en vista de que el ganador de la elección fue Edmundo González Urrutia, por una diferencia que supera los 4 millones de votos.

Pero nada. El CNE no ha publicado los datos de las actas, no hizo ninguna de las tres auditorías necesarias para validar el proceso y en realidad en esa instancia no tienen la más mínima intención de hacer algo más porque la papa caliente pasó a manos de los magistrados.

Tampoco se notan muy interesados en el temita espinoso este de las detenciones arbitrarias, las violaciones a los derechos humanos, las desapariciones forzadas, la criminalización de la protesta, la persecución por motivos políticos y los asesinatos. Para la mañana del sábado 10 de agosto el Foro Penal lleva registro de 1.303 detenciones, incluyendo a 116 adolescentes y 16 personas con discapacidad, y otras fuentes estiman 24 personas asesinadas.

Sobre los detenidos, el mismo Maduro se ha ufanado al afirmar que son alrededor de 2.200 y que son considerados por el gobierno –y procesados- como terroristas, maleantes, adictos a la droga y hasta agentes del caos entrenados en “campamentos pinochetistas” y cosas así. Y emulando el estilo Bukele, anunció la construcción de cárceles de máxima seguridad para encerrar a esa numerosa cantidad de “terroristas”.

Se puede entender que Maduro y los suyos no quieran escuchar a María Corina. El nivel de desafío que les ha planteado es como para estar ardidos. Diosdado Cabello dijo el viernes –cuántas cosas se dijeron en un día- que ella no está en capacidad de proponer negociaciones ni nada, y Maduro remató la posición oficial así: «El único que tiene que negociar en este país con la Machado es el fiscal general. Que se entregue ante la justicia y dé la cara y responda por los crímenes que cometió. De verdad es la única negociación que cabe aquí».

Sí deberían escuchar a los gringos porque tienen lo que Maduro y su equipo quieren y que ha sido el factor medular en los intentos de negociación públicos y secretos, y en los incumplidos acuerdos de Qatar y Barbados: se llama sanciones. Y a la larga tendrán que pararle a la Unión Europea y a los vecinos porque allí está la llave de algo que también necesitan: legitimidad. ¿Y cómo te reconocen si hay evidencias consistentes que indican que perdiste la elección?

A algunos les funciona eso de vivir bajo sanciones, fuera de los mercados, con un grado importante de aislamiento y mucho combustible para la retórica y la excusa del fracaso. Esas fuerzas son las que se imponen hoy, las que sostienen la estrategia de seguir como una aplanadora con lo previsto que es ese «ganamos y listo», sin atender a recomendaciones ni advertencias, sin escuchar a nadie. Hasta que llegue el momento -postergable pero inevitable- de tener que escuchar.

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