Opinión

La hipocresía del "dictadurasplaining"

En Chile se encontró de frente con el "dictadurasplaining" que te quiere ilustrar sobre lo que sí es una verdadera dictadura porque la que tienes en tu país no califica según sus criterios ideológicos y conveniencias. Y desde allá, José Pino advierte sobre esta evidente forma de relativismo moral

dictadurasplaining
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En 2008, Rebecca Solnit acuñó el término mansplaining en su ensayo “Men Explain Things to Me” («Los hombres me explican cosas»), describiendo la tendencia de algunos hombres a explicar temas a las mujeres de manera condescendiente, incluso en áreas donde ellas son expertas. Imagina a un hombre indicándole a una mujer cómo se siente el dolor menstrual o cómo debe manejar sus síntomas. Absurdo, ¿verdad? Desde entonces, el concepto se ha expandido para describir diversas formas de explicación paternalista y sesgada que van más allá del género.

Hoy, esta forma pasivo-agresiva de comunicación —que a menudo es producto del cinismo, de la pereza intelectual o la indiferencia selectiva— encontró un nuevo campo de aplicación: el concepto de «dictadura».

Bienvenidos al mundo del dictadurasplaining, donde la definición de tiranía se vuelve elástica y subjetiva. En este universo retorcido, parece extremadamente difícil lograr un consenso sobre cuáles regímenes merecen el calificativo de dictadura, especialmente si esos regímenes son de izquierda.

Como venezolano, cubano o nicaragüense, ¿alguna vez te han respondido que, como no viviste una dictadura estilo las del Sur, entonces la tuya no es una dictadura? Felicidades, ya fuiste dictadurasplainineado.

En este caso concreto estamos ante un fenómeno donde alguien se arroga el derecho exclusivo de definir qué es una dictadura, basándose únicamente en su vivencia personal, ideología política o, lo que es peor, su conveniencia. Este acto de prepotencia intelectual no solo minimiza tu experiencia vivida, sino que también intenta silenciar tu voz en el debate sobre la libertad y la democracia en tu propia tierra.

Así como el mansplaining ha sido utilizado para silenciar las voces femeninas en casi todos los ámbitos, el dictadurasplaining se emplea para deslegitimar críticas a regímenes autoritarios contemporáneos, siempre y cuando estos se alineen con ciertas ideologías. Elfenómeno representa una táctica retórica cada vez más común en el debate político global, donde la definición de dictadura parece depender más de quién la ejerce que de sus acciones reales. Reconocer y entender esta práctica es crucial para mantener un discurso político honesto y coherente, capaz de confrontar al autoritarismo en todas sus formas.

En Chile y Argentina, sociedades que indudablemente padecieron algunas de las dictaduras más atroces de la región durante el siglo XX como las de Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla, el fenómeno del dictadurasplaining parece estar más arraigado en sectores de la dirigencia y militancia de algunos partidos de izquierda. Podríamos incluir también a Alfredo Stroessner en Paraguay o Juan María Bordaberry en Uruguay, completando así un oscuro panorama de represión en el Cono Sur.

Pareciera que dentro de esta lógica polarizada y maniquea contemporánea, considerar como «dictadura» a regímenes de izquierda es casi un sacrilegio. Sin embargo, la ironía es palpable: durante el estallido social de octubre en Chile no faltaron voces que acusaron rápidamente al presidente Sebastián Piñera de dictador, quizá únicamente porque el suyo era un gobierno de derecha.

Esta doble moral revela un sesgo ideológico flagrante. Para los regímenes de izquierda, existe un glosario infinito de eufemismos, cada uno cuidadosamente elegido para suavizar la realidad autoritaria: «Democracias imperfectas», según Fares Jadue, candidato a alcalde de Recoleta (Santiago de Chile) por el Partido Comunista. «Régimen muy desagradable con sesgos autoritarios», en palabras de Lula, presidente de Brasil, líder del Partido de los Trabajadores. «Profundas falencias democráticas», eufemismo utilizado por Irací Hassler, alcaldesa de Santiago (Chile) y miembro del Partido Comunista.

Mientras tanto, algunas acciones controvertidas de gobiernos de derecha son a menudo tildadas de dictatoriales con mucha facilidad.

El dictadurasplaining puede ser visto no solo como una forma de manipulación retórica, sino también como una herramienta para moldear narrativas y desviar la atención de las injusticias reales. Mientras se acepte como legítima en el debate político, se contribuye a una cultura de relativismo moral que justifica lo injustificable. Por eso es crucial no solo identificar y denunciar el dictadurasplaining, sino también reafirmar el valor universal de la democracia y los derechos humanos, sin importar las ideologías. La defensa de la libertad requiere coherencia y valentía, más allá de conveniencias ideológicas.

Así que la próxima vez que alguien intente dictadurasplainearte, no te quedes callado: desafía su lógica, cuestiona su parcialidad, y, sobre todo, no permitas que su condescendencia empañe tu verdad.

Pero por otro lado, como venezolanos, cubanos o nicaragüenses que hemos padecido el autoritarismo de primera mano, tenemos una responsabilidad especial. Nuestra experiencia nos obliga a no caer en la trampa del dictadurasplaining inverso. No debemos relativizar las dictaduras de los países que nos han acogido, ni mucho menos hacerlo en el futuro, cuando, esperemos, hayamos superado este oscuro episodio.

La coherencia en la defensa de la democracia y los derechos humanos debe ser nuestro estandarte, sin importar la ideología del opresor o la geografía de la opresión.

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