Opinión

México: Yo, Claudia

Con la novela de super ventas “Yo, Claudio”, de 1934, el escritor y traductor Robert Graves se sumergió en el mundo del poder entre los emperadores romanos. Hoy América Latina asiste al inicio de un período presidencial en México, encabezado por Claudia Sheinbaum, quien tendrá la mayor concentración de poder en el último medio siglo en ese país

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Claudia Sheinbaum electa en México
AFP


En el texto que nos inspira el título de este artículo, Graves, quien había sido traductor de diversos libros generados en los primeros años del imperio romano, toma la voz de Claudio para construir una narración sobre la instauración de la monarquía disfrazada de República, y de cómo Claudio llegó a ser emperador, a pesar de no estar destinado a ello. La historia que ha comenzado hoy en México podría, tal vez, narrarse en el futuro como “Yo, Claudia”.

Y no es para menos, México registró un punto de inflexión histórico cuando Claudia Sheinbaum juró como presidenta. Lo más obvio es que será la primera mujer que llevará las riendas de un país históricamente asociado al machismo, pero tal vez lo medular es que también será la jefe de Estado con mayor poder en las últimas cinco décadas, con niveles sólo equiparables a lo que tuvo en sus años de apogeo el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Así como el PRI llegó a tener tal dominio de la vida política e institucional de México, que el nobel Mario Vargas Llosa le llamó la dictadura perfecta en 1990, el poder de Sheinbaum por el control sobre el Congreso y las gobernaciones de estado, de acuerdo con analistas será comparable al que tuvo Miguel de la Madrid, en los 1980, años que el intelectual mexicano Enrique Krauze habló de la presidencia imperial para referirse al poder tan extendido que tuvieron los presidentes “priistas” entre 1940 y 1996.

De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional Electoral, en la asignación definitiva de diputados, los tres partidos que apoyaron la candidatura de Sheinbaum obtuvieron oficialmente 364 cargos de un total de 500, en las elecciones celebradas el pasado 2 de junio y tras un largo proceso de revisiones e impugnaciones.

Así, Claudia Sheinbaum tendrá el mayor poder en la Cámara de Diputados que no tuvo ningún presidente desde ellos tiempos de Miguel de la Madrid. La presidenta cuenta con un 73 % de la representación en la Cámara baja del Congreso, se ubica nueve puntos por encima del mandatario saliente y su mentor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

A partir de hoy, y durante un período de seis años, la presidenta -como ha pedido que se le llame- podrá promover reformas a la Constitución sin depender de acuerdo con la oposición. Así queda allanado el camino para lo que ella anunció como darle continuidad al legado de López Obrador, y hacer reformas profundas en el sistema institucional mexicano.

De forma específica, esta asignación de escaños en la Cámara de Diputados quedó de la siguiente forma: 236 para el gobernante Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido fundado por AMLO, y para sus aliados Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) 51 y 77 escaños, respectivamente. Esto le otorga a Sheinbaum una mayoría calificada, de dos tercios, que le da potestad de modificar la Constitución, algo no registrado en las últimas cuatro décadas.

En la Cámara del Senado, entretanto, Claudia Sheinbaum contará con el respaldo de 83 senadores de un total de 128, quedando a sólo dos escaños de la mayoría calificada de dos tercios.

Previamente a su toma de posesión, la presidenta tuvo acercamientos con el gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, referente del Movimiento Ciudadano, partido que quedó en tercer lugar en la votación del 2 de junio. La votación calificada que obtuvo recién en el Senado, para ratificar la reforma judicial hecha a la medida de AMLO, que incluye la polémica elección dejueces por voto popular, deja en claro de que Sheinbaum logrará contar con esos dos votos adicionales para temas medulares.

En el Senado, Morena alcanzó 60 escaños, mientras que sus aliados electorales, el Partido Verde de México (PVEM) y el Partido del Trabajo (PT), obtuvieron 14 y 9 respectivamente.

Eso suma 83, por lo que necesita solamente dos votos más para alcanzar 85 que le darían la mayoría calificada. Al poder parlamentario, se le suma la legitimidad que por sí misma obtuvo Sheinbaum, pasando a ser la candidata más votada en la historia del país con casi 36 millones de votos y con el margen más amplio de ventaja en largos años sobre su adversaria, ya que sacó ventaja de 32% a la senadora conservadora Xóchitl Gálvez.

Se proyecta un gobierno con decisiones firmes desde el ejecutivo y un avance rápido en materia de las reformas constitucionales, desde el Congreso, en el cual la figura de AMLO podría tener el rol de articulador.

El cambio de época que vive México se registra también en los estados, ya que Morena pasó a ser la principal referencia política. El movimiento que lidera el presidente López Obrador aumentó notablemente su poder regional, al pasar de gobernar cuatro Estados en 2018 a 24 en los comicios de 2024, sobre un total de 32 provincias.

Junto al poder que exhibe hoy el oficialismo mexicano, en la acera de enfrente la oposición democrática luce descoordinada y desorientada.

Alineados en torno a la candidatura de Gálvez, tras la sonora derrota el PRI, junto al Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), no logran articular una agenda común para hacer oposición a Sheinbaum, siendo claramente minoría.

Se abre entonces un período de gran poder para Claudia Sheinbaum. No pocos analistas creen que los jefes de Estado en México son una suerte de emperadores. ¿Tendremos un “Yo, Claudia”?

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