Espectáculos

Rosa María Martínez, la enfermera y soprano venezolana que maravilla al mundo

Su primera audición en “Got Talent”, el  programa de búsqueda de futuras estrellas, resultó tan contundente y conmovedor que se hizo viral en las redes sociales, por la manera como la concibió, invitando como público, y luego sobre el escenario, a un grupo de adultos mayores de la residencia donde trabaja como enfermera y les canta diariamente para alegrarlos en este difícil tiempo de pandemia

Publicidad
Rosa María Martínez
Mediaset / Mediaset Feemantle / Got Talent / @rosamartinezsoprano

Es venezolana, vive en Madrid y su nombre es Rosa María Martínez, de  profesión enfermera y 30 años de edad. Desde que comenzó la pandemia del coronavirus trabaja en residencias de ancianos, pero su labor va más allá de dotarlos de la atención sanitaria que requieren, pues esta joven aragüeña también es cantante lírica y ha encontrado en los “abuelos”, como ella misma los llama cariñosamente, a “su mejor público”, a su audiencia predilecta, pues diariamente los agasaja con sus canciones para  alegrarles el rato en este tiempo en que el  Covid-19 tanto los ha afectado.

Cantando bajo un puente

La historia de esta nativa de Maracay, llegada a España en 2019, parece de cuento. Acostumbra a ensayar las canciones para los abuelos, no solamente en su casa, sino también bajo un puente cercano a su hogar, en cuyo arco central, rodeado de un jardín, descubrió que había una buena acústica. En uno de esos ensayos andaba cuando pasó una periodista que al escucharla quedó tan bien impresionada, que le hizo una entrevista  para Telemadrid, canal de la televisión pública para el cual trabajaba la comunicadora.

Y una cosa trajo la otra, pues viendo la transmisión de esa entrevista estaba un cazador de talentos, que la contactó para hacer una audición con miras a participar en el programa Got Talent, de la cadena Telecinco, uno de los más populares en España en su género. Allí los concursantes deben mostrar sus habilidades ante el jurado y un teatro lleno de público.

El pasado 17 de septiembre, tres meses después de ser reclutada por el cazatalentos, Rosa María hizo su audición pública en Got Talent, que para más señas fue la que luego se haría viral en las redes sociales y causó tan buena impresión que el jurado le otorgó el Botón  de Oro para ir directo a la semifinal de la competencia.

Por la manera como la enfermera y cantante lírica concibió esa actuación, demostró que además de cualidades artísticas posee un afilado sentido del espectáculo. Tanto es así, que algunos de los abuelos de la residencia donde trabaja la acompañaron desde el patio de butacas y junto a un  frenético público la aplaudía mientras entonaba Adiós Nonino, la célebre canción de Astor Piazzolla, luego de los cual se subieron al escenario, para delirio de la enfervorizada audiencia.

Ensayaba bajo un puente por su buena acústica y allí la descubrió un cazatalentos

Pandemia con adultos mayores

Antes de irse a España en 2019, vivió dos años en Caracas. Llegó procedente de Maracay, la ciudad en la cual nació y de donde es su familia. Ese par de años en la capital, previos a su viaje a la madre patria, estuvo trabajando en el coro de ópera del Teatro Teresa Carreño, pues además de su grado de enfermera, que  obtuvo en la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos, paralelamente estudió canto lírico en el Conservatorio de Música de Aragua.

«La música estuvo en mí desde que estaba pequeña», dice Rosa María en una conversación con El Estímulo. Fue una formación complementaria desde que tenía 14 años, o un poco menos. Siempre estuvo de acompañante en mis estudios básicos, en la secundaria y luego en los universitarios.

-¿Por qué decides irte a España?

-Porque entre las oportunidades que estaba buscando para irme del país, surgió la de estudiar música española y latinoamericana en la Universidad Complutense de Madrid. Así lo hice hasta que comenzó la pandemia. Afortunadamente, ya casi tenía terminadas las prácticas de esos estudios, que concluí en el Departamento de Musicología y Audiovisual de la Biblioteca Nacional de España, mientras que la parte teórica la finalicé vía on line. Entonces, por el confinamiento, tuve que volver a trabajar como enfermera.

La principal razón para retornar a su oficio fue la cada vez más apremiante emergencia sanitaria derivada del coronavirus, sobre todo en esa etapa inicial, donde las cifras de muertes y contagiados eran realmente elevadas.

-Hacía falta personal sanitario en España, pues casi todas las enfermeras, así como los médicos estaban lidiando con el virus en los hospitales. Entonces comenzaron a hacer llamados a todo aquel que tuviese titulación sanitaria en otros países y de esta manera me incorporé. Empecé a trabajar en una residencia de adultos mayores porque estos lugares estaban entre los que necesitaban más personal sanitario. Allí nos recibieron muy bien a los extranjeros que estábamos licenciados para trabajar en nuestra especialidad.

En la época en que formaba parte del coro de ópera del Teresa Carreño

Al principio de la pandemia las residencias de adultos mayores eran muy riesgosas, por el alto número de pacientes contaminados por el Covid-19, ¿nunca resultaste contagiada?

-Gracias a Dios nunca salí positiva en un examen. Nos evaluaban todas las semanas. Trabajé en una residencia que estuvo muy complicada, muy afectada, pero afortunadamente nunca me pasó nada; y así como yo, tampoco a buena parte del resto del personal sanitario.

Tiempos difíciles y complicados

-¿Cuándo comenzaste a trabajar como animadora en las terapias de adultos mayores?

-Para ese momento lo único que se necesitaban eran enfermeras. Era muy difícil hacer otro tipo de actividades, pendientes como estábamos de desarrollar correctamente los protocoles de protección, como el adecuado uso del traje de buzo, los zapatos, los lentes, la doble mascarilla y la pantalla protectora. Inclusive, actividades complementarias para los abuelos, como las fisioterapias, se suspendieron, porque tuvieron que confinarse separadamente por salones entre los que tenían Covid, los que no lo tenían y los sospechosos. Había que separarlos. Era bastante complicado.

La residencia donde estaba era enorme. Había en cada piso un salón y ese salón tenía a su vez habitaciones y un área común, en donde se reunían los que estaban sanos y hacían un rosario todos los días a las 5 de la tarde. Cuando yo pasaba por ahí, los escuchaba rezar y entonar cantos religiosos. Días después yo empecé a cantar para ellos esos cantos y esto se convirtió en una costumbre. Terminaban su rosario y luego me esperaban para que les cantara.

Luego, a los seis meses, hace ya casi un año, me fui a trabajar a otra residencia y a un centro de estimulación neurológica para mayores, que es donde trabajo actualmente. Allí sí comencé a trabajar en lo que ahora hago, pues al ser un centro de estimulación se necesitaban terapias para mantener activado el cerebro de los abuelos. En la residencia también vieron mi curriculum y se dieron cuenta que además era músico, les gustó mi personalidad, pues encajaba con el tipo de personas que ellos buscaban y me dieron el ingreso.

Llegó a Madrid en 2019 para estudiar música en la Complutense, pero por la pandemia volvió a la enfermería

-¿Cómo eran esas terapias?

Un equipo de psicoterapeutas, psiconeurólogos y terapeutas ocupacionales los ayudaban a conservar sus capacidades mentales, funcionales y cotidianas. Yo me encargaba de suministrar la medicación y poner en práctica las exigencias médicas de la psicoterapia. Aquí empecé a utilizar la música como terapia ocupacional. Para ello, les fui comprando palitos, campanitas y pequeñas panderetas  para hacer ejercicios de musicoterapia, más por la práctica que por la escucha. La idea era que la música, cuando la  escucharan, no solamente les activara el cerebro, sino también el resto del cuerpo, al practicarla haciendo movimientos de coordinación, organización y control.

Yo hacía actividades paralelas en España con la música, pero con niños. Entonces adapté esas canciones infantiles para los abuelos, con contenidos más adultos. Por el deterioro cognitivo de ellos, las cosas había que enseñárselas de forma muy masticada, práctica y sencilla.

Como en las películas

-¿Cómo llegaste a participar en “Got Talent”?

-Ensayando para los abuelos algunas canciones para un concierto que iba a darles en la residencia, algo que usualmente hacía en mi casa, pero también bajo un puente que estaba cerca, en un parque muy bonito. Era el Puente de Toledo, así le llaman. Un día descubrí que el arco central de ese puente, situado entre dos arcos laterales y que era como una extensión del jardín, tenía una acústica formidable, por lo que habitualmente iba a ensayar allí.

Y como suele ocurrir en las películas, o en los cuentos de fantasía donde los sueños se tornan reales, en el ensayo aludido pasó una periodista que al escucharla quedó tan bien impresionada, que le hizo una entrevista  para Telemadrid, canal de la televisión pública adscrito al gobierno de la capital española.

«Justamente, viendo esa entrevista de Telemadrid, un cazador de talentos me contactó para hacer una audición con miras a participar en el programa Got Talent. Eso fue en junio de este año», comenta.

Cabe destacar que Got Talent, que emite la cadena española Telecinco, es uno de los más populares en España, con una audiencia abrumadora que lo hace objeto de marcado interés para los aspirantes a futuras estrellas. Allí los concursantes deben mostrar sus habilidades ante el jurado y un teatro lleno de público. El concurso no pone ninguna limitación de edad o estilo de actuación, pudiendo participar cualquier persona que crea tener un talento especial.

“Pase de Oro” para una actuación “perfecta”

Y he aquí que tres meses después de ese hallazgo del cazador de talentos, específicamente el pasado 17 de septiembre, la venezolana Rosa María Martínez  hizo su audición pública en Got Talent, que para más señas fue la que luego se haría viral en las redes sociales y causó tan buena impresión que el jurado le otorgó el “Pase de Oro”, que es el reconocimiento especial para ir directo a la semifinal.

Inclusive, el más severo y exigente de los miembros del jurado, Risto Mejide, famoso por sus ácidas y agudas críticas, que como dardos hirientes lanza a no pocos de los aspirantes a luminarias que pasan por el programa, quedó literalmente fascinado por el desempeño de la enfermera y cantante lírica venezolana, que a juzgar por la manera como ella concibió y estructuró su actuación, demostró que además de cualidades artísticas  posee un innato y certero sentido del espectáculo.

El diario español 20 Minutos fue particularmente descriptivo al reseñar lo que ocurrió en ese mágico momento de la noche del 17 de septiembre. Lo hizo de la siguiente manera:

“Telecinco emitió una nueva entrega de Got Talent. Y en ella ocurrió algo inaudito: Risto Mejide calificó una actuación como ‘perfecta’… y la verdad es que se trató de un número que reunió muchos factores para llegar al corazón de todo tipo de públicos.

Rosa María desearía llegar a la final de “Got Talent”

Su artífice fue Rosa María Martínez, una enfermera venezolana de 30 años que trabaja en una residencia de ancianos. Pero su labor va más allá de dotar a los internos de los cuidados que necesitan, pues la joven es también cantante lírica y ha encontrado en los ancianos a su audiencia favorita: ‘Los abuelos son el mejor público’.

Tanto es así, que algunos de los residentes acompañaron desde las butacas a la venezolana, aunque finalmente se subieron al escenario. ‘Mis conciertos se convirtieron en todo un evento. Los abuelos se arreglan para ir, hay uno que hasta lleva siempre una pajarita. Dicen que los sanitarios somos unos héroes, pero para mí lo son ellos y que estén hoy aquí, por fin sanos y salvos, es fantástico’, dijo la joven, recordando lo dura que llegó a ser la pandemia en su peor momento para los más mayores.

Por su parte, estos destacaron la capacidad de dar cariño de la artista, que cantó acompañada de un piano. Poco tardaron, tanto los miembros del jurado como algunos asistentes del público, en emocionarse ante la finísima voz de la cantante y por la historia detrás de ella.

Martínez se ganó un botón dorado, es decir, un pase directo a la semifinal. Risto aseguró que era una actuación redonda precisamente por eso, por ser excelsa tanto en el fondo como en la forma. ‘¿Sabéis lo que pasa? Que yo no debería estar aquí juzgándote a ti. Te hemos acogido en este país y tú a cambio has estado en la Zona Cero en el momento más complicado en nuestro país y encima tu talento ha ayudado a nuestros mayores a llegar hasta aquí. Para mí, esto es el número perfecto’, dijo, emocionado”.

Sin contactos con venezolanos

-El programa  continúa con otras audiciones, pero yo no participo en ellas, precisamente porque voy directo a la semifinal -destaca Rosa María.

-¿Cuándo es tu próxima participación?

-Se supone que en octubre, pero no puedo agregar más porque las normas de confidencialidad del programa lo impiden.

-¿Qué dices de las palabras elogiosas que Risto Mejjde, el “juez villano” del programa, te dedicó?

-Su opinión es muy importante para la audiencia en España, porque él tiene fama de ser una persona muy estricta, muy difícil. Evidentemente, a él lo convenció mi presentación, la historia, todo lo que había en torno a ella. Que Risto me haya dicho esas palabras tan conmovedoras, tan sentidas, es muy bonito.

-¿Cómo fue la respuesta del público televidente ante esa presentación?

-Lo que ocurre aquí es que hay mucha competencia televisiva. Cada canal tiene su propio programa de talentos, y la misma empresa que lleva Got Talent tiene otros en ese estilo, por lo que creo que la respuesta de ese público fue, si se quiere, más tranquila.

-¿Y entre la comunidad venezolana?

-La comunidad venezolana es otra cosa, porque nosotros estamos más unidos a través de las redes sociales, nuestra comunicación se enfoca más allí. La comunidad venezolana, tanto la que está aquí, como la de Miami y otras partes del mundo, y por supuesto la que está en Venezuela, sí tiene más interacción y esto es gracias a las redes sociales.

-¿Tienes contacto con la inmigración venezolana en España? ¿Participas de sus actividades?

-No. Realmente no he tenido contacto con venezolanos. Desde que llegué he trabajado con españoles, al igual que los abuelos que están en las residencias, que son de aquí. Tengo muy poco contacto con venezolanos. Recientemente ha habido más cercanía a raíz de Got Talent, pues me han llamado muchos compatriotas para manifestarme su afecto, para invitarme a sus casas o a sus negocios, para conocernos, para apoyarnos.

-Yo me asombro con la solidaridad tan bonita que hay entre los venezolanos que está afuera. Lo veo y me asombra. Pero ha limitado ese acercamiento mi trabajo de enfermera, que es muy exigente, sobre todo desde que comenzó la pandemia. Trabajo en tres lugares. En las mañanas, en un centro de estimulación neurológica, en las tardes-noches en una residencia para mayores y los fines de semana en otra residencia para mayores.

-¿Y a qué hora duermes?

-No sé, a partir de las 12 de la noche (ríe). Y ahora, con esto de las entrevistas, tengo que sacar un poquito de espacio para atender a las personas que, como tú, quieren conocerme y hablar conmigo. En primer lugar, es un beneficio para mí, porque se conoce mi historia; y en segundo lugar, a mí me sirve un poco de catarsis porque no hablo con nadie, solo con mis compañeros de trabajo.

Piazzolla, la inspiración

-¿Qué crees que pase contigo en Got Talent?

-Quiero ser optimista y desearía poder pasar a la final.

-¿Por qué escogiste “Adiós Nonino”, el clásico de Astor Piazzolla, para tu primera aparición en Got Talent?

-Eres el único que me lo ha preguntado. En primer lugar, porque es una obra de Piazzolla escrita específicamente para su padre, que había muerto en 1959, el mismo año que la compuso. Tiene una carga emotiva tan importante que logra sacarte y llevarte a la nostalgia, al sentimiento de alguien que te hace falta, a un ser tan importante como un padre o un abuelo. Y porque Nonino, además de ser el padre de Piazzolla, significa abuelito en italiano. Creo que es una de las obras contemporáneas más hermosas que se han hecho.

-¿Qué te gustaría interpretar en tu próxima aparición en el programa?

-Tampoco puedo decirlo, debido a las normas de confidencialidad que ellos tienen, aunque podré escoger una canción latinoamericana de un gran compositor, que esté al nivel de Astor Piazzolla, por supuesto. Lo que sí me gustaría es poder cantar con orquesta o con una agrupación musical un poco más grande.

-¿Qué tipo de música prefieres?

-Para interpretar, la música académica, que es para lo que me formé. Y específicamente la de Mozart, pues vocalmente me hace estar cómoda. Me adapto muy bien al trabajo que hizo Mozart para las sopranos que son ligeras, con coloratura.

-¿Y dentro de lo popular?

-Me encanta el bolero, el tango, las guarañas paraguayas y los valses venezolanos, que me gustan muchísimo.

-¿Estás casada?

-No estoy casada, pero sí tengo una pareja, musical y afectiva, que es pianista y venezolano.

-¿Qué te hace falta de Venezuela?

-Mi hija, mi hermana y mi mamá, que están allá. Desde que me vine no he podido verlas, aunque tengo contacto permanente con ellas.

-¿Y del país qué añoras?

-El clima, la comida, el olor; caminar por Caracas, por Bellas Artes, las playas, la frutas tropicales. No he comido más mamón, ni mangos como los de allá, ni cerecitas, ese tipo de frutas que me compraba en la calle.

-¿En qué condiciones regresarías a Venezuela?

-Cuando todo se normalice y tengamos estabilidad podría pensar en ir a Venezuela.

-¿Eres optimista en que las cosas mejoren?

-Hay que pensar siempre en que las cosas tienen que mejorar, pero el pesimismo está en las realidades.

 -¿Cómo te gustaría ver a Venezuela?

-Como nunca la he visto. Cuando yo comencé a ser consciente en cuanto a la realidad venezolana, la política y todas esas cosas, era lo mismo de ahora. No conocí otra Venezuela. Yo no he visto la Venezuela que tú viste. Cuando iba por Caracas y veía un edificio con una arquitectura hermosa, pero todo deteriorado, como Parque Central y las torres de El Silencio, tenía que preguntarle a mi pareja cómo eran antes, porque se nota, a través de ellos, que hubo una Venezuela maravillosa, espléndida, pujante, exquisita, eso lo ves en las fachadas.

Quiero un país como el que evocan esas edificaciones, como el que está marcado en su Metro, con vestigios que señalan que hubo un país avanzado, que sugieren que éramos una sociedad cosmopolita. Esa es la Venezuela que aspiro a ver. Y no solamente como esa, sino aún mucho mejor.

Publicidad
Publicidad