En el J.M. de los Ríos los niños no desayunan por primera vez en 24 años

El suministro de alimentos en el Hospital de Niños J.M. de los Ríos llegó este fin de semana a un punto de quiebre. Ni siquiera desayuno hubo para las 125 dietas requeridas de los niños hospitalizados. El almuerzo llegó tarde, y solo después de que representantes del personal de la cocina fueron a reclamarlo al Hospital Vargas.

“Nosotros servíamos las comidas de manera balanceada pero el señor que nos las suministraba quebró su empresa luego de meses sin cobrar. Desde hace 15 días nos mandan la comida desde el Vargas pero llega en mal estado, con chiripas y hasta pedazos de cerámica. Ayer fue el colmo, porque ni siquiera desayuno nos mandaron. Cuando fuimos a preguntar y a reclamar, nos explicaron que se trataba de una orden que les dieron: no enviar comida al J.M. porque no había quién pagara”, dijo una fuente que pidió el anonimato para evitar su despido.

Las madres sí hablaron y sin temor. Les tocó ir a comprar una empanadita de emergencia para que sus hijos pudieran soportar las horas con algo en el estómago.

Diunnelys Torres tiene a su hijo Jhendry Vizcaya, de un año y nueve meses de edad, en el piso 2, en el área de Medicina 1. El niño tiene osteomielitis en el fémur de la pierna izquierda. Asegura que el viernes 24 de junio la comida llegó en mal estado. Era arroz con carne guisada.

“La probé y sabía feo, estaba ácida. El niño me duró sábado y domingo con diarrea y vómitos. Lunes y martes no quiso comer. Hoy estábamos esperando la comida y nadie nos dijo que no vendría. Hasta mi niño me dijo: “mami hambre, hambre”, porque él habla clarito. Le compré una empanadita a 350 bolívares y eso no es justo. Uno está aquí por necesidad y no tiene dinero. Yo soy de Barinas y me vine porque allá le iban a cortar la pierna por la infección que le estaba comiendo el huesito. Aquí ya le hicieron una operación y está mejor, pero con qué ganas se mejorará, si pasa hambre. Necesita estar bien alimentado para aguantar la vancomicina y la cefotaxima, que son dos antibióticos muy fuertes. Para que se me desmejore, prefiero llevármelo a Barinas”.

A Luuy Betancourt le tocó escuchar el mismo reclamo: “Mamá tengo hambre, ¡tengo hambre, tengo hambre!”. En su caso llegó del estado Vargas el 3 de junio por una recaída de su hija de 8 años de edad, quien tiene un tumor en la cabeza. Explica que a su niña le mandaron una dieta renal que no ha podido cumplir desde que la comida llega del Hospital Vargas.

Maryori Villamizar es lacónica en su testimonio. “Eso no se hace”, dice cuando empieza a explicar qué sucedió el sábado en horas de la mañana. Tiene apenas 25 años de edad y es de Charallave. Por primera vez su hijo Carlos González,  de 9 años de edad, convulsionó. Eso ocurrió el lunes 27 de junio y desde entonces se encuentra en el área de Medicina 1, también en el piso 2. Pasó dos días inconsciente. No se movía ni mostraba reacciones a todas las pruebas que le hicieron en el hospital. Fue el miércoles en la madrugada cuando abrió los ojos y empezó a moverse.

“Le sacaron radiografías y le apareció un edema cerebral. Su cerebro está inflamado pero no sabemos a qué se debe. El lunes 4 le harán una punción lumbar y allí veremos qué tiene”, explica su mamá quien admite que no pudo salir a comprarle algo de comer al niño porque solo tenía 100 bolívares en la cartera.

El niño se percibe decaído, como sin fuerzas, según lo que relata la madre. El sábado, cuando no comió se molestó pero ella apenas alcanzó a decirle: “¿Qué puedo hacer?”

En la tarde llegó una amiga y le llevó pan y dos juguitos. Para este domingo Maryori espera que vaya la abuela y les lleve algo, a ella y a su hijo.

Ayer al mediodía sí les llegó comida desde el Hospital Vargas. Así como donativos de frutas que recibieron, gracias a llamados difundidos  por las redes sociales. Según las propias fuentes del hospital la directora, Mayra Oviedo, no se presentó en la sede. Tampoco el subdirector, Juan Félix García.

De lunes a viernes se requiere comida completa para 175 niños, más 40 platos para sus madres y 150 para los residentes, a quienes también se les suspendió el suministro de alimentos. Los fines de semana se necesitan al menos 125 dietas para los niños, 40 almuerzos para las madres y 20 comidas para la noche, más 40 platos adicionales para los médicos quienes trabajan turnos de  24 horas.