Salud

El ministro de Salud manejará también el Seguro Social

Radicalmente chavista y antiimperialista son las palabras que usa Luis López, ministro de Salud, para definirse en su biografía de Twitter. De acuerdo con la Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 6.341 publicada este miércoles, el funcionario asumirá las responsabilidades al frente del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, tras la destitución de Carlos Rotondaro

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Foto: @VTVcanal8

Luis López llegó al Ministerio de Salud luego de que en mayo se publicaran las cifras que con tanto celo el despacho se había empeñado en ocultar: la divulgación de un año y medio de boletines epidemiológicos semanales precedieron la salida de Antonieta Caporale, quien apenas había asumido el cargo en enero. Este miércoles se conoció que el ministro será el presidente encargado de la junta directiva del IVSS, en lugar de Carlos Rotondaro que había estado 10 años ocupando el cargo.
Farmacéutico, ex director de la Corporación de Salud del estado Aragua y ex viceministro de Hospitales, López es el décimo sexto ministro que se puso al frente del despacho de Salud en la era chavista y el primer presidente del IVSS de la era de Nicolás Maduro.
Sus referencias bien podrían describir a varios de los que se han sentado antes en su silla desde que Hugo Chávez asumió el poder. Quienes lo conocen no esperan que su gestión cambie la opacidad con la que se manejan las informaciones relacionadas con la crisis de salud del país ni que cedan las presiones para que nadie se atreva a denunciar los graves problemas hospitalarios.
«Para mí es una catástrofe que López sea ministro. Eso es una decisión que en vez de resolver la crisis la va a agudizar. Esa medida es política y no médica. No va a hacer que en los hospitales aparezcan los insumos, de que tengamos más quirófanos, mejor infraestructura, de que los pacientes con cáncer y renales tengan los equipos para su tratamiento. Está allí simplemente para cuidar el botín y prueba que Tareck El Aissami cada día tiene más poder en el gobierno y está moviendo sus fichas», advierte Feder Álvarez, secretario del Colegio de Médicos de Aragua.

La llegada de Tarek El Aissami a la gobernación de Aragua abrió las puertas a López al sistema de salud estatal, que se había deteriorado paulatinamente, recuerda Elías Bermúdez, diputado opositor del Consejo Legislativo de Aragua.
«Durante 2013 comenzaron a aprobarse créditos adicionales desde el consejo regional para el sector salud. Ese año se les otorgaron 2 millones de bolívares, que en aquel momento era un dineral, y representó mucho más de lo que se le aprobó a otras áreas. Sin embargo, constantemente recibíamos denuncias de problemas con el pago de los sueldos, de beneficios como el fideicomiso y deficiencias de insumos y medicamentos para los que se habían otorgado recursos«, explica el diputado.
En septiembre de 2013, Bermúdez hizo pública la situación y recibió amenazas en su propia casa. Cuando se dirigió a la comisaría para denunciar los ataques, los funcionarios se escondieron.
Posteriormente, el 11 de septiembre de 2014, el hoy ministro ocultó la muerte de 8 personas en el Hospital Central de Maracay, presuntamente por chikungunya, reseñó en ese momento el diario El Nacional. Los médicos, que no podían realizar pruebas de laboratorio por no contar con los reactivos necesarios, atribuyeron esos fallecimientos a un síndrome hemorrágico febril agudo. Y, no obstante, López trató de convencer a la gente de que solo se trataba de dos personas muertas por causas no relacionadas.
«Comenzamos a ver una clínica de erupción cutáneo importante, dolor aticular, fiebre y algunos de esos pacientes terminaban con complicaciones. Es lo que se llama chikungunya atípico. Hicimos la denuncia y 48 horas después, el presidente Nicolás Maduro aseguró que nosotros habíamos introducido una bacteria en el país y que Ángel Sarmiento, presidente del Colegio de Médicos de Aragua, tenía que ser apresado. Sarmiento terminó exiliado en Estados Unidos», relata Álvarez.
A lo largo de la gestión de López en Aragua, la infraestructura quedó a medio hacer. El Hospital José María de La Victoria y el Hospital Central de Maracay debían haber sido refaccionados con recursos aprobados desde el consejo regional. Solo se remodeló la mitad del piso 7 del centro de salud de la capital del estado, reveló el diputado.
«Su gestión deja grandes deudas con todos los trabajadores y persecución como nunca en la historia a quienes se atrevieron a denunciar lo que sucedía», critica.
Los «elefantes rojos» se multiplicaron en el estado central. El Hospital del Mar, en Ocumare de la Costa, fue prometido para 2015. La infraestructura se terminó de levantar, pero nunca prestó servicio.
Tras 18 años en construcción y 97 millones de bolívares aprobados, solo en 2014, el Hospital de las Tejerías sigue siendo un cascarón vacío. Lo mismo sucede con el ambulatorio de Turmero y el Hospital Dr. Rangel de Villa de Cura.
Y la deuda más llamativa, dice Bermúdez, es el ambulatorio Salvador Acosta Bravo, de Santa Cruz, que fue presentado en el balance de gestión de la gobernación de Aragua de 2015 como terminado, pero sigue en construcción. En octubre de 2014, Luis López presentó algunas fotografías del avance de la obra.


Y sin embargo, y de acuerdo a la información de la oficina de prensa de la propia gobernación, el 26 de febrero de 2016 El Aissami anunció que se invertirían 21 millones de bolívares más en el mismo ambulatorio.
Bermúdez califica de fracaso el paso de López por la secretaría de salud estatal, por lo que teme que el reto de encargarse del sistema nacional lo sobrepase.
Desde su llegada al Ministerio de Salud, López se enfrenta, sin mucho éxito, a la epidemia indómita de malaria, al resurgimiento de la difteria, a la escasez de medicamentos que supera el 90% -de acuerdo con datos de la Federación Farmacéutica Venezolana- y a hospitales que subsisten entre equipos dañados y paredes filtradas.
Como nuevo presidente del IVSS tendrá que asumir las consecuencias del desabastecimiento en las farmacias de Alto Costo que ha afectado la vida de enfermos crónicos y que presuntamente es la causa de la muerte de dos trasplantadas que rechazaron el riñón que les fue donado por falta de inmunosupresores.




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