Salud

Así piensa del Gobierno un paciente renal chavista por no poder dializarse

Tres años lleva Victor Delgado con graves problemas renales. Depende del tratamiento que recibe en el Centro de Hemodialisis Riverside, ubicado en el municipio caraqueño de Chacao. Uno de los centros donde la falta de insumos lo ha puesto a transitar en un "corredor de la muerte" junto a otros pacientes, algunos de los cuales agonizan por no poder liberar sus cuerpos de toxinas. 

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FOTOGRAFÍAS: DANIEL HERNÁNDEZ | EL ESTÍMULO

«Para mí la culpa es de la guerra económica liderada por la ‘Gran Potencia’ conocida por todos (EEUU) y la Unión Europea (UE)». El padecimiento de Delgado se acrecienta porque no hay filtros para las maquinas provenientes de Alemania, y desde hace al menos siete días. Si no se dializa su cuerpo se intoxica y sus pulmones se llenan de líquido. Perder una sesión de diálisis puede significar la muerte.

Es lunes y hasta este martes hay filtros necesarios para las máquinas de diálisis en Riverside. A pesar que muchos culpan al gobierno de Nicolás Maduro por la falta de insumos, Delgado muestra orgulloso su carnet de la patria. En su brazo izquierdo, cubierto por la manga del suéter, oculta los hematomas producidos por las vías que le colocan para drenar las toxinas.

«Cuatro horas debo permanecer conectado en esas máquinas. Muchas están dañadas, pero como los repuestos vienen de Alemania y la UE nos tiene bloqueados, no llega nada. Ellos nos quieren muertos», afirma. Delgado siempre ha confiado en las gestiones realizadas por Nicolás Maduro para que el sistema salud funcione.

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«Al gobierno le importa cada enfermo del país. Tanto así que son ellos los que costean los gastos de insumos para los pacientes con problemas renales. Ninguna empresa puede con tanto, pero esta guerra económica nos destruye«, asegura.

Reconoce que su vida es cada vez más frágil. Beber líquidos se convierte en veneno para sus pulmones, afirma. Su esperanza es que Maduro acabe con los especuladores y acaparadores que a su juicio tienen al país de cabeza. En algún momento, Delgado dice hacer gastado entre dos millones y dos millones quinientos bolívares en uno de los filtros, y no es el único. En la sala de espera ubicada en el porche de la casa hay más pacientes.

La otra cara

Elina Rojas es una de estas pacientes. Lleva dos años dializándose. Tiene 65 años. Es la primera vez en todo ese tiempo que no recibe tratamiento y desde su silla de ruedas espera que llegue los insumos que faltan, que son únicamente los filtros. Vive en Guatire (a las afueras de Caracas) y fue Delgado quien la llevó hasta la clínica, porque ambos residen en esa zona.

«No puedo creer que todo el país esté así. Los cubanos me han exigido el carnet de la patria para darme medicinas. Antes todo era mejor, pero si tengo que sacarlo con tal de tener los medicamentos los hago», cuenta. Rojas se muestra desesperada, acomoda el tapaboca que cuelga de su barbilla. Afirma sentirse como un camello porque no bebe agua, sólo para tomar sus pastillas.

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Rojas cuenta que sus hijos no trabajan y no tiene cómo costearse los gastos de los insumos. Además, sufre de la tensión y diabetes. «Consumo más de siete pastillas y aún así hay gente que cree que con quinientos mil bolívares que da el gobierno se podrá hacer algo. Eso no sirve ni para un cartón de huevos», denuncia.

De 36 máquinas que tiene el centro, 12 están dañadas, según los trabajadores del centro. Están repartidas en tres habitaciones distintas y atienden pacientes en tres turnos (mañana-tarde y noche) de lunes a sábado. El viernes, la Unidad de Diálisis recibió algunos filtros para las diálisis por el Instituto de los Seguros Sociales que se acaban este martes.

La sala de espera en Riverside continúa llena. Para unos es todo parte de una guerra económica, para otros es por la ineficiencia del gobierno. Pero el tiempo apremia y las toxinas de los pacientes renales se van acumulando peligrosamente. Van cinco muertos por falta de diálisis y, al parecer, esta lista aumentará entre el desespero de los enfermos, el de sus familiares y el silencio oficial.

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