La cena navideña: ¿cómo la hacemos menos riesgosa para la salud?
Más allá de lo conocido, algunas medidas pueden reducir el riesgo de contagio en los inevitables encuentros navideños de este particular 2020. El coronavirus sigue por allí. Toca cuidarse y cuidar a los nuestros
La cena navideña, por más familiar que sea, puede ser un foco de covid-19. Esa es una realidad que debemos tener presente. Lo importante es tomar todas las medidas que sean necesarias para no salir con un regalito no deseado puesto: el coronavirus.
Las medidas de prevención van más allá de las que se repiten automáticamente. En estas reuniones no bastan, por sí solas, el distanciamento social, el uso de mascarillas y el lavado frecuente de manos. Hay que cumplirlas, por supuesto, porque siguen siendo efectivas pero deben complementarse.
En un completo artículo, el diario español El Mundo puntualiza medidas muy efectivas para que las fiestas más seguras para la salud. Como lo dijo el epidemiólogo Julio Castro: en esta forzada flexibilización total lo que toca es cuidarse uno y cuidar a los suyos.
Considerando, desde el principio, que los invitados a la cena navideña, o a la de fin de año, deberían ser menos de lo acostumbrado, estas son algunas de las medidas sugeridas en el artículo de la sección Boticaria García del portal español, que consideramos aplicables a cualquier país:
La «calidad» de los invitados importa
Al hacer cualquier encuentro navideño, hay que considerar de dónde vienen los invitados. No es lo mismo una reunión de seis personas que vienen de cuatro hogares distintos, que una también de seis de solo dos hogares. Es decir, es más seguro invitar a una pareja con cuatro hijos que comparten casa que invitar a seis compañeros de trabajo, por ejemplo, que viven y circulan por distintos sitios.
A esto se refiere el artículo de Boticaria García cuando dice que «el tamaño de la muestra importa, pero la calidad también».
Hay que recordar que el virus circula por todas partes, salta de una persona a otra a través de goticas o superficies y viaja con ellas de un lugar a otro. Y también se queda en la casa a la que llegan los invitados.
Abrir las ventanas
Lo ideal sería comer en una terraza abierta pero sabemos que eso no es posible en todas las casas. Así que se hace obligatorio abrir las ventanas. Que corra aire. Que se ventile el lugar.
Esto es válido para todas partes, incluso para vehículos. Si por alguna razón, sube a su carro a alguien que no vive en su casa, abra las ventanas, aunque sea a la mitad.
Bolsas para las mascarillas
Nadie va a comer con las mascarillas puestas. Al contrario: es bastante probable que los invitados se la quiten apenas traspasen la puerta. Por tanto, se sugiere poner una mesita al lado de la puerta de entrada con varias cosas, entre ellas bolsas de cierre hermético para que cada cual guarde su tapaboca. Pueden estar identificados previamente o tener marcadores gruesos para ponerle nombre a la bolsa.
Los tapabocas se pueden colocar, bien embolsados, en una cesta o caja aparte.
Esto evita que dejen la mascarilla en cualquier parte de la casa o que la estén paseando en el codo, rozando todo.
Kit de recepción
Al lado de la puerta de entrada, en la misma mesa donde estarían las bolsas-fundas para la mascarilla debería haber otras cosas, que conformen un «kit» de recepción.
Estas son alcohol o gel para desinfectar las manos (igual que hacen en los negocios y no debe darnos pena sugerirlo). También ayuda tener pañuelos de papel, por si acaso alguien quiere limpiarse. Y una cesta aparte para depositarlos.
Vasos y copas identificados
Existen unos artilugios de colores o con formas para identificar las copas y los vasos de cada persona. Pero, si no se tienen, bien vale colocarles calcomanías o etiquetas con los nombres escritos.
Esto evita que se compartan vasos por error o que se deban lavar con mucha frecuencia.
Cocinar con mascarilla
La persona que cocina, y sus «ayudantes» deben tener mascarilla puesta. Este año debería haber la menor cantidad de personas dentro de la cocina, que suelen ser lugares cerrados y con muchos alimentos manipulándose. Este año vale el dicho de «muchas manos en la sopa ponen el caldo morado».
La mascarilla debe llevarse incluso al servir. Y quitársela solo al comer.
También debe asignarse a una sola persona para hacer refill en las bebidas. Así se evita que todo el mundo toque jarras, bebidas, y cavas con hielo.
En la mesa
Mantener la mayor distancia posible entre comensales es lo primero pero también se sugiere colocar servilletas de papel y no de tela.
Y este año es mejor no poner fuentes llenas de comida para que cada cual se sirva. Es preferible sacar los platos ya listos desde la cocina. Así no se comparte el mango de los utensilios ni se arriesga a que caigan gotitas de saliva sobre los alimentos.
En el baño
Este 2020 el baño se va a utilizar más de lo normal porque la gente querrá lavarse las manos con frecuencia. Un baño lo más anti-covid posible se logra poniendo jabón en dosificador en vez de barra, con toallas de papel en vez de tela (tendrán que dejarse de lucir las toallas con diseño de Navidad) y con pipote de basura que se abra con pedal y no con la mano.
Las altas temperaturas del verano austral no inhiben el consumo de carnes a la brasa y de turrones españoles en las cenas de Navidad de Uruguay, país más carnívoro del mundo que celebra las fiestas fiel al fuego del asador y a las costumbres de sus ascendientes