La falta de contacto físico afecta al organismo y acrecienta el malestar psicológico derivado de la pandemia. Como seres humanos necesitamos de esas vitaminas ABC (abrazos, besos, caricias) que producen respuestas químicas en nuestro cuerpo vinculadas con el placer. Desde nuestros orígenes como primates los seres humanos hemos encontrado en el contacto físico el mecanismo para avanzar en la socialización y hasta en la supervivencia.
Eso de echar de menos los abrazos no se trata de una artimaña de conquista. Evolutivamente somos seres sociales y cuando ese componente no existe o se reduce drásticamente, el organismo se resiente y aparece el hambre de piel, según explica la psicóloga Lilian Cifuentes Castro.
“El tacto juega un papel muy importante en nuestras vidas, genera encefalinas, endorfinas, oxitocinas, sustancias que producen placer”.
“Hambre de piel” es el término de uso común para lo que en la ciencia se conoce como privación del afecto, que está asociado a una serie de daños psicológicos e incluso físicos para la salud.
No es una frase hecha
Cuando hacemos uso de esas vitaminas ABC las personas se sienten bien, se sienten queridas y se ponen en funcionamientos millones de neuronas que segregan hormonas y que potencian esos lazos tan necesarios en los seres vivos.
Cuanto placer se encierra en un abrazo. El hambre de piel, explica la psicóloga Lilian Cifuentes, no es una frase hecha, sino un fenómeno neurofisiológico que explica por qué la falta de contacto acrecienta el malestar psicológico que ya venía ocasionando la pandemia y que está afectando la salud mental.
“El contacto físico, tocarse, besarse, abrazarse es tan importante en la estabilidad y desarrollo emocional que puede alterar incluso el crecimiento físico y mental de un bebé”, dijo la psicólogo especialista en diagnóstico e intervención en niños y adolescentes. Agrega que “las personas no pueden sobrevivir y desarrollarse sin ese contacto físico. Todas las personas lo necesitamos, basta con observar la serenidad que siente un bebé al ser abrazado”.
La falta de contacto físico impacta en la salud
Estamos deseosos de ese contacto físico que psicológicamente es necesario y que se ha visto limitado por las medidas de cuidado ante la pandemia de covid-19. Su ausencia tiene múltiples consecuencias a nivel psicológico e incluso inmunitario como: incremento del estrés, trastornos del sueño, debilitamiento del sistema inmunológico, cuadros clínicos depresivos.
Hay estudios que demuestran que si a un bebé se le alimenta y se le cambia el pañal pero sin contacto físico piel con piel durante una etapa importante de su crecimiento, ese bebé crece con falta de afectividad y eso tiene un impacto directo en su desarrollo cerebral, emocional y psicológico futuro.
Ancianos y niños, opina Cifuentes, son dos de los colectivos más perjudicados por esa falta de relación que conllevan las restricciones por la pandemia.
“Las medidas de protección frente al virus generan problemas de toda índole: soledad, incertidumbre, cambio de hábitos, tiene una serie de consecuencias poco deseables. Es importante para el sano desarrollo emocional que tengamos ese contacto físico y los que estamos bajo el mismo techo podamos propiciar ese acercamiento”.
Compensaciones
Podemos usar como alternativas, recomienda la especialista, si tenemos mascotas, los animales que son muy proclives a ese afecto físico. Ellos nos pueden ayudar a suplir esa falta de acercamiento oportuno y que los niños pequeños puedan tener ese acercamiento con su peluche, o su muñeco favorito.
“En estos momentos muchos psicólogos llegan a recomendar tocarnos con las palabras sin usar las manos, esto es aplicable entre adultos que vivimos distantes. Es muy importante poder expresar amor, manifestarnos afecto”, reitera Cifuentes.
Algunas personas llevan con mayor naturalidad la distancia física impuesta por la pandemia y otras extrañan esas vitaminas ABC y tienen más hambre de piel.
“Todos tenemos nuestros sistemas de aprendizaje y de relación. Eso hace que haya personas con más necesidad y dependencia del contacto, más quinésicas, y otras más ariscas, cuyo estilo comunicativo no es prioritariamente físico”, dijo la especialista.
Y qué hacer con la incertidumbre
El miedo, la preocupación, el estrés son respuestas normales ante situaciones de incertidumbre como las que estamos viviendo. Cuando nos enfrentamos a lo desconocido, a situaciones de cambio, no podemos olvidarnos de nosotros mismos y dedicarnos solo a las necesidades de los demás.
Debemos empezar por casa tal y como cuando vamos en un avión y nos sugieren que en caso de descompresión tomemos las mascarillas y nos las coloquemos nosotros primero para poder socorrer a otro. De esa manera, nosotros los adultos, vamos a podamos atender inicialmente nuestra necesidad de autocuidado y luego suplir las necesidades de cuidado de los demás.
“Es importante mantener a los niños más pequeños alejados de las noticias, para evitar que escuchen cosas o vean imágenes que sean potencialmente aterradores para ellos. Es importante evitar conversar sobre estos temas frente a los menores porque aunque creas que ellos no están prestando atención. Sí lo están haciendo y esto los inquieta mucho y les genera miedo y angustia”, recomienda Cifuentes.
Agrega que hay que proteger a los niños de la sobreexposición a la información. Es importante explicarles que esta enfermedad es contagiosa pero se puede prevenir.
Vamos a tocarnos, con las palabras
La comunicación puede ser una vía para la cercanía. A través de las palabras podemos conseguir un efecto similar al de los brazos, transmitir amor, presencia y aminorar esa hambre de piel.
Vamos a comunicarnos, invita Cifuentes, a expresar lo que sentimos, pero hagamos notar al otro esos afectos positivos que pueden hacer más llevadera la situación actual. “Comuniquemos con palabras lo que el cuerpo no puede en este momento expresar a través del contacto físico”.
Se trata de poner palabras a los afectos, de ponernos al servicio del otro cuando está en dificultades, de hacer un acompañamiento real y también de hacer peticiones cuando sea ese cariño que uno necesita.
Para Cifuentes es importante buscar alternativas que nos permitan generar cercanía, propiciar oportunidades de contacto así sea con el uso de herramientas digitales, de los dispositivos inteligentes.
El poder de las palabras
A través de la tecnología podemos ver facilitados muchos procesos vinculados a las emociones. “La tecnología nos acerca a un mundo sin límites, sin embargo, en el caso de personas que viven bajo el mismo techo es vital que se desarrollen actividades conjuntas que fomenten el afecto”, reitera la psicólogo.
Si bien el tacto es algo fundamental para los seres en momentos donde esto colide con un tema de supervivencia, los gestos, miradas, el tono y hasta la inflexión de nuestra voz pasan a jugar un papel muy importante en la salud emocional y mental de los seres humanos.
Las plataformas de comunicación han tenido un papel central durante la pandemia, pero no logran cubrir esa ausencia, precisamente por la carencia de tacto. Los expertos aconsejan estimular las zonas del brazo, el hombro y el cuello y hacer mucho ejercicio.
Habría que preguntarse si al superar esta pandemia los seres humanos seguiremos necesitando de esa cercanía o nos habremos adaptado a la falta de contacto piel con piel