«Muy triste». Así dice Verónica Gómez que se siente una semana después de que «Calma Pueblo» haya dejado de salir al aire. «Me sigo sintiendo muy triste, porque si bien a la gente se le va olvidando lo sucedido, uno sigue con esa nostalgia y ese guayabo de no estar al aire, de escuchar tu espacio solo con música… Ha sido como un duelo, como un luto muy interno y creo que por eso no había querido hablar. Porque después de sacar el comunicado, pensé: ‘¿Qué más voy a decir? Ya ofrecí disculpas, entiendo que cometí un error’. No estaba preparada para decir nada. Sigue la tristeza, pero al mismo tiempo ando como en una locura, súper esperanzada y motivada para hacer cosas finísimas, como planificando ideas».
Gómez llega a la redacción de UB Magazine sin un guión previo. Responde a cada pregunta con una sinceridad extrema. No busca redención ni convencimiento. Entiende la repercusión que tuvo su «gay» a un niño de siete años en la sociedad venezolana. Pero a medida que responde, se comprende mejor los matices de un error sobredimensionado por un comunicado que no tiene colores. Este es su testimonio.
– ¿Cómo sucedió el contacto con el pequeño de siete años? ¿Cómo fue el behind the scenes que hasta ahora no conocemos?
Era el día que comenzaban clases los más pequeños. Decimos que queremos recibir llamadas de los chamos, para ver cómo se preparan. Comienzo preguntándole al niño sobre qué lleva en la lonchera, y se escuchaba bastante mal.
– ¿Esa es una llamada aleatoria?
Sí, a nosotros nos llaman muchos chamos, es algo raro. Cuando salimos de gira los chamos se acercan y nos abrazan, pero nuestro programa no es para chamos. En todo caso él llama y la comunicación era muy mala y creo que eso se prestó para lo sucedido. El contacto con él es muy corto. Cuando le hago la pregunta, del deporte (si le gustaba Messi o Cristiano Ronaldo y el niño escoge Cristiano), la llamada como que se tranca, y no hay más contacto con él. Hablo entonces de un supuesto hijo que yo pudiera tener en la vida, por lo que Manuel (Silva) me dice que ya parezco una tía alcohólica. Ese ha sido mi personaje siempre, la tipa de 34 años que no está casada, que no tiene hijos… Es parte de un personaje que además se burla de sí misma. Siempre lo he hecho. Digo que soy gorda, que tengo pelos en la barbilla, que me huelen mal los pies… cualquier ridiculez. Después de hablar con él, nadie dijo nada. Hubo un solo señor que me escribió por Instagram, y me dijo: «Vero, yo escucho el programa todos los días, pero no me gustó como le hablaste a ese chamo». Y a mí eso me quedó en la cabeza. Ningún jefe llamó, no hubo un contacto de Conatel, hasta una semana después.
– ¿Cómo se enteran que Conatel abrió un procedimiento administrativo sancionatorio en contra de La Mega 107.3 FM?
El domingo 24 de septiembre. Nosotros estábamos llegando de Los Roques, de un viaje del equipo. Era un viaje que nos regaló un cliente, que estaba superplanificado. Estábamos muy felices porque hacía años que nadie transmitía desde Los Roques, y cuando llegamos, esa misma noche, se estrena el programa de Ernesto Villegas («Toma Nota Venezuela»). El Ministro saca un clip del programa, que inicia como una (cruz) Esvástica. luego viene toda la acusación, y al día siguiente ya está el oficio.
– Antes de este programa, ¿alguien de la emisora se les acercó alguna vez para advertirles de lo que podía o no podían decir al aire o si debían cuidarse específicamente de Conatel?
Nosotros tuvimos varias reuniones, en las que veíamos qué temas no deberíamos tocar, para cuidarnos. Esto pasa un mes justo después del cierre de la 92 (92.9 FM) y de Mágica (Mágica Stéreo), y para nadie es un secreto que eso generó mucha tensión en los medios de comunicación. Entonces le bajamos al tema político y nos enfocamos más en denuncias sociales. Sin embargo, sí sabíamos que el programa estaba siendo incómodo. Las denuncias las hacíamos con mucho humor, y a mucha gente no le cae bien eso. Pero no, nunca hubo un llamado de atención directo tipo «aquí vienen».
– ¿Crees que estaban buscando una excusa para sacar del aire a «Calma Pueblo»?
El oficio es mucho más extenso. Este fue el caso que salió a la luz pública (la conversación con el niño), pero en el oficio reseñan una vez que hablábamos de Stalin y de cómo desplumaba a las gallinas para luego darles de comer. No sé por qué hablar de la historia puede ser ilegal; también de cuando una vez dijimos que algo era más feo que la cara de Chávez y de un implante de pene. Hay cosas de ese tipo en el oficio que manda Conatel, es decir, no es por esto. Hay un montón de cosas más que están dentro de ese oficio.
– ¿Sientes que se ha singularizado el tema, que todo se ha centrado en ti, cuando también están involucrados Manuel Silva y José Rafael Guzmán?
La sanción habla de los tres, la sanción nos afecta a los tres y deja a nuestros productores sin programa de radio. Pero sí, si bien ha habido ataques hacia los tres, siento que la presión ha sido más hacia mí, porque fue quien dijo lo que dijo. Nosotros, en todo caso, lo hemos asumido como un equipo, porque entendemos que así como me pasó a mí, le puede pasar a cualquiera de los tres.
– ¿Tienes miedo de que tu voz no salga más aquí en Venezuela, de que se te cierren los espacios?
Me dio mucho miedo en su momento. No sé hacer otra cosa que no sea radio o humor y combinaba las dos. Eso fue un privilegio. ¿Cometí un error? Sí. ¿Asumo las consecuencias? Sí. ¿Qué me puso muy triste porque sentí que el mundo se me derrumbó? También. Pero al mismo tiempo es un momento para crecer, como persona. Yo ahora me arrepiento de haber hecho leña del árbol caído en muchos casos. Digo: «¡Dios mío estoy apunto de llamar a Erika Schwarzgruber y pedirle perdón por haber tuiteado sobre su video porno!». No había estado en esa situación. Creo que nunca más me burlaría o haría un chiste de una persona que está en una situación como esta, porque de verdad uno siente que se te cae el mundo, porque pasas de ser una persona querida por el mundo a algo que no eres.
– No eres homofóbica…
Yo no soy homofóbica. Si algo quiero sacar de esto, es decirle a la gente que si de verdad están preocupados por este tema, preocúpense. En la Asamblea Nacional hay una ley que se llama «La Ley del Amor» y tiene años sin ser aprobada. Fui parte de esa campaña para que la aprobaran, principalmente para que la gente del mismo sexo se pueda casar. Si estamos preocupados por los chamos, no dejemos que sigan muriendo de hambre, que les falte la comida o medicinas. Hay 500 mil chamos que no volvieron a la escuela, entonces digo: Vamos a preocuparnos por esto. ¿Tengo miedo al futuro? No. Hay algo que no me pueden quitar. Me pueden quitar los espacios en este país, un poquito la dignidad en el momento, y la voy a recuperar. Lo que no me pueden quitar es mi talento. Eso está ahí conmigo, ¿y qué voy a hacer? Voy a crecer. De hecho mi plan de vida es seguir formándome, quiero ir a la escuela The Second City en Chicago, de donde salió Tina Fey (Saturday Night Live, 30 Rock) y Sarah Silverman (SNL, Sarah Silverman TV. Series) y ser la comediante más arrecha que haya salido de este país.
– ¿Cuáles son tus opciones en La Mega? ¿Puedes hacer otro programa? ¿Puedes hacer radio en otra estación?
No sé. Hay en este momento una medida cautelar. Esa medida cautelar lo que dice es que mientras hay un proceso administrativo abierto, no podemos estar al aire. Pero las sanciones son económicas, no es una sanción de este programa específico. Si eso sucede, es básicamente una decisión de la radio. Pero en este momento no existe una medida que diga que yo no puedo trabajar en la radio, o Manuel o José.
– ¿Es cierto que ya no eres la voz oficial de La Mega?
Yo estaba con Manuel Ángel Redondo. Mi voz salió desde el jueves de la semana pasada. Ya no suena en ningún programa, o en alguna identificación. Eso es verdad.
– ¿Y te lo comunicaron?
Sí
– ¿Cómo te sentiste?
Creo que llega un momento en que lo entiendes todo. Me pongo en los zapatos de la empresa y bueno, lo entiendo. A mí nadie me ha dicho «Estás botada», pero ya no me siento parte de esa empresa.
– ¿Te has sentido acompañada por esa empresa?
Me he sentido acompañada por mis compañeros. Por los locutores de la radio. Por algunos gerentes. Nuestra relación sigue siendo cordial, y yo sigo sintiendo que Unión Radio es mi casa. O fue mi casa. Y ese cariño no va a cambiar. Pero bueno, la gente leyó o escuchó el comunicado, y eso te hace sentir que ya no eres parte de eso.
– ¿Cómo respondió tu familia a esta situación?
Somos unos maracuchos sumamente unidos, una familia que trabaja en bloque. Cuando uno está triste todos estamos tristes, pero al mismo tiempo somos el motor que empuja. El año pasado mi hermana tuvo cáncer y entendimos la importancia de trabajar en equipo, y eso nos fortaleció mucho. Algunas cosas que nos pasan en la vida, son como pequeños tropiezos, y en equipo nos ayudamos a levantarnos. Mis papás han sido fundamentales, porque me han preguntado sobre lo que quiero hacer y cómo me pueden ayudar. Claro, son papás y te dicen: «Tú no hiciste nada».
– ¿Cuántos son ustedes?
Mi padre, mi madre, mis dos hermanas, yo soy la menor, y un sobrino de 12 años.
– Pongamos un ejemplo, ¿qué hubiera pasado si Fullchola (Juan Manuel Laguardia) le dice a tu sobrino gay? ¿Cómo te hubieras sentido?
Tendría que estar en ese momento, pero mi sobrino es un tipo que entiende perfectamente la sexualidad. Le hemos hablado con mucha sinceridad sobre estos temas. Que le digan gay a mi sobrino no es un insulto. Creo que debemos educar mejor a nuestros hijos. Yo me juego con mi sobrino como si fuera un adulto, y lo primero que hice cuando llegué a la casa, porque sus amigos y mamá escuchan el programa, y le pregunté si sabía que había pasado y me respondió: «Tú no quisiste hacer nada malo». Si Fullchola lo dice con mala intención, lo hubiera llamado y le digo «qué te pasa, por qué hiciste eso». A mí me llamó la mamá de ese chamo y me dijo: «No pasa nada». El chamo ni siquiera entendió. Muchas veces se parte de que uno actúa con maldad o de la discriminación, y eso no fue así. No hubo ni un poquito de maldad detrás de eso.
– ¿Cuál es la diferencia entre un chiste y un comentario fuera de lugar, para ti?
(Suspira). Creo que los chistes pueden ofender por igual. Eso depende de cada comediante. Para mí, los chistes tienen límites. A lo que me pasó, ni siquiera lo considero un chiste, porque no dio risa. Fue un comentario fuera de lugar. Hice una asociación de ideas muy tonta, porque no pensé. Y bueno, me salió carísimo. Soy locutora desde hace 16 años y en el camino me volví comediante, o aprendí a ser comediante. Para mí, Laureano Márquez es uno de los pocos intelectuales que siguen en el país y es un humorista. Ahí está el Profesor Briceño (José Rafael). El mismo Emilio Lovera, Chataing… osea hay gente que ha usado el humor para cosas maravillosas. Y creo que nosotros lo hicimos en «Calma Pueblo», en ese momento específico no, fue un momento aislado y no lo hice bien.
– ¿Cómo funciona el proceso creativo en «Calma Pueblo? ¿Ponen un tema y cada quién dice lo que piensa o se busca una irreverencia cueste lo que cueste?
Funciona más o menos así. Más que irreverente, «Calma Pueblo» era políticamente incorrecto. Nosotros jamás nos preparábamos para hacer intencionalmente irreverentes. Pero cuando sumas tres personalidades, que de alguna manera son políticamente incorrectos, pues obviamente vas a tener esos resultados. Tienes a un José Rafael, que José Rafael dice lo indecible, tienes a Manuel que es un tipo bastante diplomático, pero que también usa el humor para saltar la barrera de la censura, y me tienes a mí que puedo ser las dos cosas, y salía ese producto. Nosotros en lo que luchábamos era en saltar la barrera de la censura y poder decir las cosas. Yo recuerdo y esto es una cosa pública, cuando nos prohibieron decir «dictadura». No podíamos hacer alusión a que Maduro era un dictador. O cuando ya no se podía hablar del plebiscito, del 16 de julio. En ese momento pensamos: ¿Cómo no vamos a invitar a la gente a votar? Entonces hacíamos sketches que de repente a la gente les podría parecer tontos, aunque se entendían. Por ejemplo, había uno, que era un parque de niños, para el 16 de julio. Se llamaba playbebecitos, y entonces el lema era «playbebecitos donde los niños gritan sí-sí». Esa es la manera, con humor, de saltar la barrera de la censura. Nosotros nunca quisimos ser irreverentes, solo decidimos decir las cosas, gustara a quien gustara.
– ¿Cuando han hablado de gays en el programa, no han apelado al estereotipo? Tamara Adrián, por ejemplo, aseguró en Twitter que estaba de acuerdo con la suspensión
Puede haber de todo y tal vez no hemos escapado del cliché. Recuerdo que Tamara estuvo en el programa, en el primer día que fue electa como diputada, y lo que más nos llamó la atención a nosotros fue que no quiso hablar ese día sobre cómo iba a ser su gestión en cuanto a los derechos de la comunidad LGBT, que yo entiendo que para eso fue electa diputada. Como a ella, entrevistamos a un montón de venezolanos que están haciendo cosas para concienciar a la gente en el mundo. Recuerdo que hay un artista que está exponiendo en Nueva York, por los derechos de la comunidad LGBT y en contra de la homofobia. Es decir, no creo que «Calma Pueblo» era un programa cuya bandera era los derechos de la comunidad, pero tratábamos de apoyar a la gente que hacía las osas bien.
– ¿Piensas irte del país?
No, yo amo mi país profundamente. Y creo que hay muchas cosas por hacer acá. Lo que me sucedió me hizo reflexionar como persona, y sobre qué voy a seguir haciendo. Soy payaso de hospital (Doctor Yaso), y creo que es un trabajo que se debe seguir haciendo. Debemos cuidar a los chamos. No soy político, ni me gusta estar colocando esas cosas en mis redes sociales. Ahora, bien, si me voy es a formarme pero para volver. Y si en algún momento veo que para la gente fue más el miedo que las ganas de tenerme el algún medio, bueno sí, probablemente me iré a hacer lo que me gusta afuera.
– ¿Una última cosa que quisieras decirle a la gente que lee esta entrevista?
Primero agradecer a tantísima gente por el apoyo, porque te dicen «la cagaste, pero debes volver a estar ahí (en la radio)». Agradezco esa solidaridad que viene con una critica constructiva. También agradezco a la gente que aún nos escribe para decir que nos quiere y extraña. Quisiera que entendieran que esto es un espacio menos para seguir diciendo cosas importantes. Seguramente seguiremos siendo mentepollos, porque eso no va a cambiar, pero diciendo muchas verdades. Ojalá se entienda lo que realmente significa irnos quedando sin estos espacios en el país.