Millie Bobby Brown fue incluida en esta lista publicada en la revista W hace unos cuatro días. Bajo la pregunta ¿por qué es la televisión más sexy que nunca? Los editores de W colocaron nombres como Nicole Kidman, Milo Ventimiglia entre otros once artistas, junto a la protagonista de Stranger Things de tan solo trece años.
No quiero pecar de puritana, de pacata, de “manos a las perlas” y cara de católica horrorizada, no, solo quiero explicarles porque ‘’eso’’ está mal.
En medio del escándalo más notorio de acoso sexual en la historia de Hollywood que involucra al productor Harvey Weinstein –o al menos del que más se ha hablado en los medios por contar con la mayor cantidad de testimonios de mujeres abusadas-, una publicación de alcance internacional deja colar a una niña en pleno inicio de su pubertad como un objeto de deseo, sexualizándola a los mismos niveles que mujeres en pleno control de su femineidad.
Esto, ¿no es en cierto modo una conducta que justifica la existencia de pedófilos?
La publicación utiliza el término ‘’sexy’’, no el consabido ‘’hot’’ que define temas en tendencia, o ‘’en boga’’, los editores prefirieron utilizar una palabra que refleja una connotación sexual, que además combinaron con fotos bastante sensuales y sugerentes de quienes aparecen en la publicación, apartando la imagen de Millie que –al ser una niña- no tiene ninguna foto que pueda parecerse a ese estilo de “mamacita televisiva”.
Si los medios normalizan este proceso de ‘’etiquetado’’ de los niños como meros referentes ‘’sexies’’ o ‘’sensuales’’ porque sus personajes son cool o sus series tienen altos niveles de rating, ¿cómo evitamos que cualquier loco por ahí descargue pornografía infantil? ¿Cómo impedimos que un pederasta se abalance sobre cualquier jovencita (o) si eso es lo que las publicaciones están vendiendo?
Ahí seguro me dirán que estoy exagerando.
Que ‘’no es para tanto’’, pero es que ese ‘’para tanto’’ cada vez es más difuso y lo que vamos incorporando en la cultura pop comienza a hacerse norma, le quitamos peso… lo volvemos algo cotidiano y perdemos el poder de proteger a los niños, a las mujeres, a cualquiera porque “no es para tanto”, “porque eso no significa nada”. Y es ahí cuando el abuso sexual se calla, cuando los piropos dejan de ser considerados violencia, cuando las “estrellas infantiles” recurren al abuso de sustancias –drogas o alcohol- para olvidar cada gesto inapropiado que han tenido que aguantar porque ‘’eso viene con la fama”.
No es lo mismo Pamela Anderson desnuda en Playboy, por decisión personal en su mayoría de edad, que estar tranquila en tu cuarto, con tus trece años, escuchando cualquier tema de Taylor Swift en una pijamada con tus amigas, para recibir ese balde de agua fría, en el que ‘’alguien’’ decide que eres sexy y permisa con su título que cualquier tipo proceda a tocarse con tu foto.
Lo peor es que existe un grupo de gente en internet que sigue sin reparar en el daño que los calificativos generan en la juventud y muchos dirán que ‘’estoy sobredimensionando el asunto’’, pero no. Basta ver el perfil de ‘’Eleven’’ en Instagram para darse cuenta que actúa, se viste y piensa de acuerdo a su edad y esto no para ahí, quienes normalizan que Millie esté en esta portada por considerarlo ‘’un gaje del oficio’’, son los mismos que se horrorizan con que en Medio Oriente aún existan matrimonios arreglados y uniones de adultos con ‘’niñas novias’’, chicas que apenas llegan a los doce años.
Entonces pregunto, ¿hasta cuándo vamos a hacernos la vista gorda con la hipersexualización a la que están sometidos los niños hoy en día?, ¿qué tiene que pasar para que comprendamos que, el reggaetón, la industria de consumo, el trap y todo el showbizz tienen que adaptar sus contenidos a la infancia?
Beatriz González
Batichica 24/7. Feminista. Melómana. Locutora por accidente. Periodista -de clóset-. Adicta a los covers, las películas intensas, las caricaturas de Liniers. Leo, luego existo.